Caminar por los pasillos del inmenso castillo con Edward es menos incomodo de los que pensé. Hemos estado hablando todo el camino y hemos llegado a una conclusión: No sé nada del cine clásico.
- ¿Heathers? - Me pregunta a punto de rendirse.
- ¿Perdón? - Le respondo estúpidamente.
- ¿Nunca has visto Heathers? Por Dios, Rose Aphrodite, esto es inaceptable. No me puedo casar contigo si no has visto Heathers. Ese es un requisito completamente necesario.
- Estas exigiendo demasiado - Me quejo.
- Claro que no, de hecho, te estoy haciendo un gran favor, me agradecerás por ello el resto de tu vida.
- Lo dudo mucho - Le respondo mientras bajamos las escaleras y caminamos a la puerta que nos llevará al jardín - Es solo una película, nada del otro mundo.
Él se detiene por un momento antes de salir y me dice:
- Dime por favor que no acabas de decir eso.
- Lo hice - Le digo inocentemente.
Él me mira con horror - Más te vale estar bromeando.
- Las películas están bien, es decir, son buenas y entretenidas, pero no son indispensables, podría vivir sin ver películas a la perfección.
- No dirás eso una vez que veas Heathers - Me asegura abriendo una puerta de cristal que nos lleva a un puente lleno de flores y pajarillos volando, un puente que guía a una segunda torre en el castillo y que permite ver el precioso jardín que espera por nosotros.
No puedo evitar sonreír - Edward, esto es hermoso - Le digo deteniéndome un momento para admirar la vista.
Él me sonríe de vuelta y se coloca a mi lado - Es mi jardín favorito.
Lo volteo a ver sin dejar de sonreír. Sus ojos miel brillan con un alegre estado de ánimo - Ahora será mi favorito también.
Nos miramos más de lo que deberíamos y sorpresivamente para ambos Edward coloca detrás de mi oreja un rebelde mechón de mi cabello que se había escapado. Su toque me deja estática por un momento y el hecho de que no baje la mano o la retire hace que mis sentidos se aceleren.
- ¿Qué me estás haciéndome, Rose? - Pregunta en un susurro más para él que para mí y finalmente baja su mano envolviendo lentamente el mechón entre uno de sus dedos y acariciándolo.
- No sé a qué te refieres.
- Ese vestido te queda más precioso de lo que me gustaría admitir.
No sé qué decir, me quedo estática, solo mirándolo. Él desenvuelve su dedo y deja caer libre el mechón de mi cabello que sostenía.
De manera inconsciente bajo la mirada para ver mi vestido dorado de escote corazón y tirantes. La luz del sol a punto de ponerse brilla resaltando de manera hermosa el color de esté.
Él parece en una especie de ensoñación, pero finalmente reacciona y toma mi mano - Vamos, el atardecer reflejado en el lago del jardín es digno de admirar.
Asiento y lo sigo. Sus músculos se marcan a través de su camisa blanca lo que me hace saber que suele ejercitarse, tal vez por el entrenamiento militar que requiere para aprender a combatir como rey.
Cuando cruzamos el puente entramos a una sala despejada con solo un piano en medio de ella y me detengo un momento.
- ¿Sabes tocar el piano? - Le cuestiono dirigiéndome al instrumento.
Edward asiente - A mamá le gusta mucho su melodía. La calma que produce.
- Charlie sabe tocarlo a la perfección. Le relaja bastante cuando las labores como heredero lo afligen mucho. Yo nunca he aprendido. Me gusta, pero soy pésima.
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Supremacía [Poder #1].
RomanceLa princesa Rose Lennox es una mujer que sabe perfectamente bien lo que quiere, tiene esencia de reina aún cuando no es la heredera de la corona. Al conocerla solo podrías amarla u odiarla, pero jamás un punto intermedio. El principe Edward Salvato...