Capítulo 7

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Jaehyun.

Juro que las contracciones de mierda de su nariz me van a destruir.

Se había quedado dormido en mis brazos con su suave aliento abanicando en mi cuello. Por primera vez en mi vida me ha dado un escalofrío.

Un maldito jodido escalofrío.

El pequeño cabrón estaba apretando su agarre. Exhalé con mis ojos fuertemente cerrados en agonía. Yo estaba tan jodidamente duro, tan dolorosamente duro. Era tan condenadamente hermoso que no podía creer que fuera verdaderamente real. Siempre me había preguntado qué aspecto tendría con más años —el pelo suelto, los ojos brillantes—, pero la realidad era alucinante. Tenerlo en mis brazos era lo mejor que jamás había sentido y cuando esa nariz se retorcía como Samantha la maldita bruja, la sangre bombeaba en mi polla y pensamientos de estar dentro de él me tenían malditamente loco. Mierda. Yo ni siquiera sé su nombre.

Apoyando mi cabeza contra la pared, me quejé. Contrólate, Jaehyun. Tú eres el maldito Prez de un MC comercializador de armas y estás actuando como una perra con un maldito chico.

El jodido chico gimió en su sueño y me acarició el pecho más de cerca. Su pequeña mano se movió para agarrar mi cuello y su pierna se dobló ligeramente hasta extenderse sobre la mía. No podía lidiar con eso. Si él se movía una pulgada más, iba a perder la moderación y follarlo en el colchón.

Recogiendo su cuerpo demasiado delgado en mis brazos, aparté las sábanas negras y lo coloqué debajo, alisándole el pelo de la cara y viendo como sus labios carnosos se inclinaban en una sonrisa apacible.

No me jodas, era más que precioso. Incluso a los once pensaba que esa mierda era cierta pero ahora él era mucho más que un maldito diez.

Dejando mi habitación, giré la cerradura y me dirigí al salón y al bar. Sólo unos pocos hermanos se quedaron, la mayoría se habían ido a casa o para sus dormitorios con sus perras de la noche. Karina claramente se había ido también. Bueno. No quería ninguna pregunta volando en mi camino. No tenía respuestas para darle todos modos.

Caminé detrás de la barra y me serví un gran bourbon. Yuta y Strony estaban sentados alrededor de una mesa observando cada uno de mis movimientos. KangIn cruzó corriendo la habitación y saltó detrás de la barra.

―Joder Prez, voy a conseguir eso. ―Le saludé con la mano, pero el hermano tomó su lugar como camarero, uno de sus deberes como prospecto.

Me senté al lado de Strony y Yuta, encontrándome con sus ojos.

—Prez —Yuta saludó.

Miré con ceño fruncido a los hijos de puta, que se desplazaron en sus asientos; habían estado hablando.

Salgamos de esto —señalé. Yuta pasó la mano por su boca.

—Jaehyun, hombre. ¿Qué mierda pasa con ese cabrón?

Moviéndome hacia adelante, me encontré con su cabeza. La mirada en mis ojos mostraba la molestia.

—No voy a joderlo. Lo que quiero decir es que es despistado, ingenuo. Él ni siquiera sabía lo que era un motero o incluso un maldito ciclista. Él no habla, mira a los hermanos como si estuviera mirando la cara del mal. Resulta encima que sale de la nada, desangrado. No sabemos de dónde es o si alguien lo quiere de vuelta. Podría traer problemas. Por si no te habías dado cuenta, estamos más que preocupados con esa mierda ahora mismo. No necesito nada más.

Yuta negó con la cabeza hacia mí como si ni siquiera reconociera al hombre a su lado. El hombre que había sido su mejor amigo durante malditos años.

El infierno de JaehyunWhere stories live. Discover now