Capítulo 19

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Jaehyun


—¿Q... qué? —gruñí, mi mandíbula ya bloqueada y la pitón alrededor de mi gargantaarrebatándome la voz. Estaríahaciendo señas a partir de ahora, no más discursosque dar cuando la maldita rabia se asentara en mis huesos. Yuta terminó pasando la manga por su cara ensangrentada.


—Esa mierda nazi no estaba cuadrando conmigo. No podía meterlo todo en mi cabeza.

—¿Por qué? Hemos tenido enemigos a nuestras puertas antes.

Él empezó a mover la cabeza hacia adelante y atrás hasta que su espalda chocó contra la pared de la escalera.

—Fuiste detrás de los malditos neonazis solos —señaló y me miró directamente—. Por lo que todavía voy a patear tu culo por cierto. Pero cuando Tae vino a tocar a mi habitación y me dijo lo que habías hecho, revisé las cintas de seguridad.

. ¿Y? —señalé.

Yuta se pasó la mano cruzando el cuello en un movimiento cortante.

—Muertas. Todas ellas. Algún maldito limpió las cintas. No pude obtener una vista del camión, de los hombres. Nada.

—¡Mierda!

—Las cintas se cortaron una hora antes de que salieras detrás del Klan.

—Su cabeza se sacudió hacia atrás y adelante de nuevo—. Fue un maldito trabajo interno. Y averigüé quién.

Mis manos se pusieron inquietas a mis costados y empecé a darle vueltas a mi aro de labio con mi lengua. Mis nuevas cicatrices comenzaron a palpitar por la tensión, repentinamente, lastimando mi cuerpo.

Una rata. Una maldita rata. Lo sabía.

—No te quedes solo ahí parado viéndote bien. ¿Quién carajo es?

Yuta suspiró antes de que moviera sus ojos entrecerrados hacia mí.

—Kangin.

—Mierda.

—Maldición, yo mismo lo investigué, Jaehyun. Los hermanos todos son como el chico. Un poco demasiado flaco, un poco demasiado pequeño, pero el hermano tiene bolas de acero cuando está en la carretera y la mano de Dios con una llave. Mi bebé nunca funcionó tan bien como cuando ella había sido atendida por él. Hubiera sido parcheado en el próximo par de meses, sin duda. Probablemente le habría dado un trabajo de tiempo completo en la tienda de motocicletas también.

Yuta comenzó a sacar algo de su bolsillo.

—Pero cuando me pongo sospechoso, voy buscando, tú sabes eso. Y los cuartos de todo el mundo estaban limpios. Todos, menos el suyo.

Yuta pasó un pequeño disco y un teléfono celular de color negro.

—El disco es la secuencia de cinta faltante, junto con mensajes en ese celular, diciéndole a un número privado desconocido la ubicación y el momento del acuerdo de los rusos, la salida y cuando estarías aquí en el complejo. Él no contaba con que tú fueras a salir con Tae y conseguir al Klan primero. El marica incluso informó que tomamos al neo que mató a Karina.

Mis manos vueltas puños, quebrando el delgado disco plateado en mi mano. Yuta me arrebató el celular antes de que se convirtiera en polvo también.

—¿Dónde está? —señalé en rápida secuencia.

El infierno de JaehyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora