Capítulo 7

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En Deagle presentarían a los soldados elegidos, Normani formaba parte de la extensa lista donde enumeraron a los más dispuestos, listos y experimentados del grupo. No se trataba únicamente de magia, porque aunque la joven fuera extremamente virtuosa a la hora de producir actos mágicos, ella no sería capaz de enfrentar a alguien con el propósito de eliminarlo.

Esa tarde no fue solo Normani la que suspiró aliviada al saber que no era parte de los cinco que integrarían un grupo de guerreros. Dinah, desde su castillo, también soltó aire profundamente al tiempo que se deshacía de un nudo en su estómago.

"Tu eres la más fuerte de todos ellos, pero me alegro de que no lo hayan notado" Le comentó Dinah con alegría.

"Estoy segura de que tus influencias hicieron que yo siga aquí" contestó con el mismo ánimo.


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—Todos están en camino —notificó el segundo, quien había entrenado a Camila cuando era tan solo una pequeña de cinco años.

La comandante asintió sin perder la vista al horizonte, nadie podía robar su fascinación por el Sol, el cual observaba con detenimiento al menos una vez a la semana cuando las nubes decidían interponerse y permitirle a sus ojos lidiar con el brillo de aquella estrella.

—¿No cree que es muy apresurado? —preguntó sin ninguna duda, a pesar de ser un nivel más bajo a Camila, Torvi era el único capaz de proponer o presentar una idea capaz de ser considerada por la mujer y, tal vez, se lo plantee a si misma para luego alterar sus propios pensamientos elaborando un nuevo plan.

Después de algunos segundos ella negó con la cabeza, la jugada ya estaba lanzada a la mesa, solo debía esperar conseguir otra baraja, los soldados, y esperar ver los naipes del enemigo, Alessandro.

—¿Podría al menos cavilar acerca de lo que promete su descabellada idea? —murmuró el hombre a su lado, caminando dos pasos cerca, cada uno aún tenía su espacio personal, pero a la morena le molestó el que la juzgue de insensata. En un instante, el rostro sereno se transformó en un entrecejo arrugado que procuraba mantener algo de calma y no lanzar al hombre por la abertura que, a nivel decoración, conformaba la ventana de ese vigésimo piso, pero no era nada más ni nada menos que una destrucción causada por un ataque de ira y un martillo que llegó a sus manos en un momento equivocado.

—Recuerdame, ¿a quién le estás hablando? —preguntó en un tono que le sugería al hombre que aguardara silencio, Camila era aterradora.

—Disculpe comandante, mi objetivo pretende sugerir ideas que, junto a lo que usted declaró, lleguen a la misma finalidad —transmitió en un tono bajo mientras bajaba la cabeza y clavaba la mirada en sus zapatos. Su cuerpo se tensó por completo cuando Camila se giró en su dirección, no tuvo la audacia ni el atrevimiento de alzar la mirada para enfocarla en esos orbes marrones que pretendían asesinar a quien los mirara fijamente por unos largos segundos.

Ella no era Medusa, el ser de una de las tantas mitologías humanas que convertía en piedra a aquellos que la miraban directamente, pero era tan imponente y temible que ante su presencia lo más factible y viable era mantener los ojos en un punto lejos de su cuerpo. Y aunque Torvi era lo más cercano a la palabra familia que Camila tenía, el sabía que el duro entrenamiento al que la había inducido desde joven y el mal trato llevó a la mujer a convertirse en la capacidad mortal en la que Medusa convertía a los seres que la admiraban.

Una roca. Sin sentimientos.

Tenía un aspecto duro, quizá por el hecho de tener el control de todas las tierras y a la vez de ninguna en sus manos, acompañaba su rostro con una mirada muy poco amigable y una presencia tan poderosa que era imposible pasar desapercibida.

Era sanguinaria, le habían enseñado a no pensar con el corazón y sabía cómo lidiar con cualquier situación; una daga, espada, flecha, lanza o sus propias manos eran capaces de encargarse de sus propios deseos, los cuales eran mantener la paz y el órden con el uso de la fuerza. 

Su mandatario se mantenía por el camino correcto hasta que Alessandro apareció, haciéndola actuar tal y como había aprendido en sus años de juventud; con la mente insensible. Se desplazó por los distintos terrenos buscándolo, indagaba hogar por hogar presentándose sin cortesía y con una determinación terrorífica, se detuvo a veces para investigar a fondo en busca de una huella o mínima señal del hombre. El problema fue que cuando los seres no tenían ningún indicio, ella desquitaba su ira derramando la sangre de los inocentes.

Y mientras tanto una batalla había explotado en el momento que abandonó Civitem, liderada por Ontari quien desde las montañas aprovechó la desaparición de la mujer, que examinaba minuciosamente cada movimiento de los cinco territorios, para apoderarse de pequeñas aldeas de la Nación Blizz, dónde Nilla, totalmente prevista de la situación, no dudó en enviar refuerzos para desatar una lucha que acabó con cientos de ellos.

Cuando la morena volvió a su puesto, en el vigésimo piso, y se sentó en su trono, la insistencia de Torvi por brindarle toda la información de los sucesos que habían acontecido durante su ausencia la hicieron explotar, ordenó que la transporten a la batalla, al bajar de su corcel todos se quedaron en silencio, las armas cayeron al suelo y una reverencia bastó para apagar la llama del incendio que podrían haber provocado en el interior de Camila.

Después de eso Ontari envió disculpas de diferentes formas, supo que las flores no eran del agrado de la mujer, como tampoco lo eran los corceles o el oro, pero el hombre buscaba, entre lamentos, el perdón de la mujer. Hasta que finalmente se lo otorgó, cuando la invitación de la junta en el Salón Brillante llegó a sus manos su alegría fue tanta que su pueblo festejó por dos días.

—Sal de aquí —masculló al hombre que se encogió frente a ella mientras guardaba palabras en su garganta—. Y procura elegir a los mejores —agregó antes de que el hombre deje la habitación y su dignidad en el interior de la misma.

—Si, comandante —respondió cerrando la puerta detrás de el y soltando un suspiro al hallarse del otro lado

Bajo la iluminación del Sol ella se veía apacible, capaz de aceptar críticas, pero no estaba en lo correcto, su rostro angelical no era nada más que la máscara de su fuerte personalidad, porque en cuanto ésta se caía hacía que todo a su alrededor se sienta pesado y difícil de soportar.


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Esta será una sección de preguntas que tal vez nadie responderá, pero sé que formularás la respuesta en tu mente y eso me alegra :)

¿Cual es tu color favorito?

El mío es el amarillo, aunque también adoro el naranja

AmhernusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora