número uno.

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Thea se acercó hacía Rae a paso rápido mientras apretaba sus libros hacía su pecho. 

— ¡Hola! — sonrió alegre mientras depositaba sus libros en la mesa donde solía sentarse en clases junto a Rae. 

— Uy, estás feliz — sonrió Rae. 

— Desayuné panqueques — Thea se encogió de hombros, mientras sonreía como niña pequeña. 

— Eso lo explica todo — ladeó la cabeza su amiga. 

Thea amaba los panqueques, podría comerlos a todas horas sin cansarse. Siempre que los comía de desayuno tenía un buen día. 

— Mira ahí está Justin — Rae señaló con la mirada al rubio que se encontraba al otro lado del aula, conversando con sus amigos. 

— ¿Y qué pasa? — frunció el ceño Thea. 

— No te hagas la tonta, sabes que estabas loquita por el — Rae movió sus cejas de arriba abajo, mientras fastidiaba a su amiga — ¿O aún lo estás? — paró de mover las cejas, y dejó una arriba enarcada, y la otra abajo. 

— Por Dios, Rae — rodó los ojos — Tenía trece años. 

El maestro llegó al aula, y le llamó la atención a Thea por estar subida en la mesa de la butaca. Thea incomoda por la mirada de todos sobre ella se bajó de allí, y se sentó correctamente en su asiento.

— ¡Muy bien clase! ¿Recuerdan lo que dimos el viernes? — preguntó el Maestro Devers, en un tono demasiado alegre. 

Nadie de la clase contestó, y Thea pensó que como pretendía lo que dieron aquel día cuando ni siquiera recordaba lo que almorzó el domingo. 

El maestro al ver que nadie recordó, decidió refrescarle la memoria a todos, dando inicio a la aburrida clase. 

Thea no prestaba atención en clases, la verdad es que su mamá le decía que debía beber un medicamento para concentrarse, pero ella siempre lo ignoraba. A pesar de que no prestaba atención, sus calificaciones era impecables, llevaba toda su vida trabajando para conseguir una beca artistica en la prestigiosa escuela de artes de Nueva York. Era inteligente, esa era una de sus ventajas, por lo que con una simple leída podría ser capaz de entender lo que el maestro decía. 

Siempre participaba en las obras de teatro, talleres de actuación, músicales, todo lo que tenía que ver con artes. Aunque su fuerte era el baile, empezó a bailar a eso de los siete años, ballet. Pero a medida que fue creciendo fue conociendo más ritmos de baile, creando una pasión por diferente cosas. 

El timbre sonó, indicando que la hora de clases había terminado. Thea dejó de dibujar corazones deformes en la parte de atrás de su cuaderno y lo cerró, guardando todos sus utiles en su mochila. Para su sorpresa, Rae había salido del aula antes que ella, sin esperarla. 

— Permiso — dijo tímida, mientras intentaba pasar por el tumulto de alumnos que había en el pasillo, pero el chico de pelo rubio, el cuál estaba segura que había visto en otro sitio ni se inmutó. 

— ¡Justin, cabrón! ¡Qué dejes pasar a la dulce Thea! — gritó Ryan, el mejor amigo de Justin y compañero de clases de Thea. 

Thea agachó el rostro avergonzada, pues medio alumnado había escuchado aquello. 

— Oh, disculpa — contestó Justin mientras se hacía un lado para que Thea pasara. 

Thea le dió una pequeña sonrisa sin mostrar los dientes y caminó directo hacía la próxima clase que le correspondía. 

¿cómo ser un caballero?✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora