Familia

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—Quédese con el cambio. — la chica ofreció amable y con mucho cuidado cargó con su nueva compra. El camino transcurrió por la tarde, el cielo pintaba un lindo anaranjado entre sus nubes rosas, despidiéndose de lo que quedaba del día, la tarde estaba helada, el volante se giraba con dirección hacia su hogar que ahora estaba diferente, demasiado diferente.

Estacionó el auto luego de un largo recorrido, el motor se apagó cuando las llaves giraron, T/N salió del auto para sacar los productos y la caja que poseía una batería de automóvil. Los peatones  pasaban y al verla con ese elemento pensarían que la joven sería una experta en mecánica. Pero no era verdad, lo necesitaba para otra cosa más importante. Caminó hasta la puerta de su casa y con mucha calma giró la perilla. Los leves pasos apresurados se acercaron con anticipación, revelando la inocente presencia de su recibidor. —¡T/N! ¡Ya has vuelto! — Gritó una voz infantil.

—Hola pequeñín. — la joven se agachó para recibir el gran abrazo del niño. Las cosas habían cambiado demasiado. —Gregory, ¿me ayudas con esto?

El caso salió hasta las noticias, el gigantesco incendio de la Mega PizzaPlex dejó mucho de qué hablar, el lugar quedó casi en la ruina y nadie sabe cómo se originaron las llamas, pero algunos dicen que fue intencionado. Freddy y el pequeño Gregory lograron escapar y como no tenían a donde ir, al animatronico se le ocurrió la brillante idea de pedirle ayuda a T/N y por supuesto que no se negó. La casa era algo grande, y el espacio era perfecto para los tres, pero claro, con la condición de ayudar con las tareas del hogar.

Ella era su refugio.

T/N se preguntaba por los demás animatronicos, si es que hubieran sobrevivido a esa catástrofe, pero para Freddy era un tema algo sensible para él, por lo que prefería no hablar de ello. Era entendible.

Ahora todo estaba diferente. De la soledad del hogar, la compañía había llegado para quedarse. Se sentía tan irreal.

Gregory cargó con las bolsas de los productos, mientras que T/N mantenía la caja de batería intacta, ese objeto era demasiado valioso para echarlo a perder. Se acercaron hasta la zona de la cocina, en donde emergía un suave tarareo que cada vez se hacia más notorio, la voz robótica cautivaba sus oídos, el característico canto lograban contagiarla de esa linda energía. Entraron a la cocina, encontrándose con la alta figura voluminosa de un oso, Freddy estaba de espaldas, tarareando una pegajosa canción que alguna vez cantó sobre el escenario. —¡Freddy! ¡T/N ya llegó! — el niño de cabello castaño y revoloteado avisó feliz, provocando que el gigante oso se girará de golpe.

—Bienvenida a casa, pastelito. — Freddy saludó con terneza, sintiéndose completo al ver nuevamente a la chica de regreso.  

“Bienvenida a casa.” Sus ojos reflejaron un intenso brillo, diferente. Ahora las lindas voces recibían su presencia, sin que la soledad la abrazara cada vez que llegaba a su hogar. Esto era diferente. Sus labios formaron una pequeña sonrisa agradecida, estaba tan plasmada en sus pensamientos que no se había dado cuenta como Freddy llevaba puesto un delantal de cocina, brindándole un aspecto muy tierno. ¡esa prenda le quedaba demasiado pequeña! Ella no aguantó la risa y soltó esa pequeña burla. —No me digas que estabas cocinando con eso puesto. — ella preguntó entre carcajadas ahogadas, Gregory también rio.

Freddy se miró el traje y luego a los dos humanos. —Se me olvidó pedirte una talla más grande. — comentó apenado, pero también tratando de aguantar la risa.

Gregory comenzó a guardar todas las compras en su respectiva despensa, era impresionante lo alentado que podía ser. Sus movimientos eran acompañados por el sonido de las bolsas, ella sonrió internamente mientras se acercaba al grandulón. —¿Qué estás preparando?

You Are My Superstar!Where stories live. Discover now