Capítulo 12: "Desgracia, deja de agarrarme"

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«No me gusta nadie»

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«No me gusta nadie»

«¿Segura?»

«Sí. Segura»


Nos encaminamos a su auto y lo rodeo para abrir la puerta del conductor.

—¿Qué haces?

Me detengo con la mano ya en la manija de la puerta, y recuerdo que ya no tengo que conducir.

—Cierto. —Vuelvo a rodearlo hasta llegar a la otra puerta, donde el conde parece haberse estancado.

Estoy tan nerviosa que hasta he olvidado que ya no trabajo para él. Esto no será bueno.

Acerco la mano a la puerta, pero el sujeto se me adelanta y la abre por mí. Elevo mis cejas hasta su máximo ante su escalofriante acción inhumana.

—Creo que mejor conduzco yo, usted parece estar ebrio —comento.

—Solo entra. —Me enseña su cara de bótox.

—Bueno. —Obedezco y me abrocho el cinturón, esperando baste para salvarme del accidente que pueda ocasionar en ese estado.

Me tenso en cuanto el conde entra y es obvio el escenario en el que estamos. Los dos solos, en un estacionamiento vacío y oscuro, solos.

—¿Ya puede arrancar? —suplico con voz aguda.

No sé a quién culpo, pero lo culpo con ganas por ocasionar que esté pensando en babosadas sin sentido.

El auto al fin se mueve y logro volver a respirar.

¿A dónde crees que te lleve?

Un sitio extremadamente costoso que tendré que pagar en cien cómodas cuotas.

Es una posibilidad, lo admito, ¿pero y si no?

La otra opción sería un sitio moderadamente costoso que tendré que pagar en cincuenta cómodas cuotas.

¿No puede haber una opción en la que no tengas que vender tu riñón para pagarlo?

Dicen que se consigue dinero vendiendo fotos de tus pies.

Oh claro, eso es mucho mejor.

—Amelia.

—¿Qué? ¿Qué? —me altero ante la profunda voz que me acosa.

Logro volver en mí para descubrir que en realidad se trata de mi jefe llamándome por mi nombre de humano. Sin duda no creo que vaya a poder acostumbrarme a que me llame así.

¿Y en qué momento volvió a ser tu jefe?

Cierto. Se me chispoteó.

—Llegamos.

Volteo la cabeza hacia la ventana y arrugo la frente ante el curioso lugar que ha elegido.

Salimos del vehículo y no puedo evitar sonreír por tan entrañable establecimiento. Me recompongo en cuanto el conde aparece en mi campo de visión.

¿Me van a dejar sola? [Presente MVDH #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora