« 𝗰𝗮𝗺𝗽 𝗳𝗶𝗿𝗲 »

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dedicaciones:

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Radiante mañana, cálido despertar. Lo primero que sus ojitos verdosos somnolientos pudieron admirar fue el bonito rostro del alfa más guapo que haya conocido, durmiendo tan pacíficamente que le daba pena moverse de entre sus brazos para ir a preparar el desayuno, temeroso de quizás despertarlo.

Era como una rutina, abrir sus párpados y allí ver a ni más ni menos que la persona que había robado su corazón, acariciando su mejilla de forma delicada y posteriormente jugando a ser un espía ágil y silencioso, con tal de que el mayor no notara que en lugar de su cuerpo ahora era una almohada lo que estaba abrazando.

Sonrió al por fin escapar de ese fiero lobito dormilón, aunque claro, a él también le gustaría quedarse mucho más tiempo entre las sábanas y la sensación de protección que le proporcionaba el mayor, pero aquel día debían hacer algunas compras, así que no había tiempo que perder.

Besó castamente su frente y se dirigió al baño en primer lugar, estirando sus brazos hacia arriba mientras avanzaba, quitándose un poco la pereza que aún invadía su cuerpo. Lavó sus dientes como de costumbre y peinó un poco su cabello despeinado en todas las direcciones. Luego de aquello, su destino fue la cocina, y a pasos tranquilos llegó hasta allí, mordiendo en su labio mientras pensaba que prepararía con exactitud.

Desde que sus sentimientos fueron correspondidos, por alguna extraña razón o fuerza del universo desconocida, sus habilidades en la cocina habían mejorado considerablemente, hasta el punto que Louis era llamado por el número del teléfono del menor y no por una alarma contra incendios.

Por supuesto, si abría un restaurante jamás en la vida recibiría una estrella Michelín, pero no la necesitaba, porque su recompensa más grande era escuchar al alfa disfrutar de sus preparaciones, y la razón por la que se esforzaba cada día más

Decidió preparar el desayuno favorito del castaño, buscando los ingredientes exactos antes de pararse frente a la cocina, listo para ponerse manos a la obra.

Había perdido la cuenta de las noches que habían dormido juntos, incluso Harry parecía casi vivir en el hogar del contrario más que en el propio, puesto que cada vez que tenían el placer de salir juntos a alguna cita romántica o de dar un paseo como les gustaba hacer, Louis ponía esos ojitos de cachorro por los que le era inevitable caer, y le pedía con esa voz grave una noche en su compañia.

El rizadito terminaba aceptando cada vez.

Parecían novios, un romance de película, de esas de los libros románticos solo que, sin toxicidad, ni exs locos de por medio, o apuestas y cosas dramáticas que siempre aparecen cual cliché en historias de amor. Asemejaban la descripción exacta de una pareja, pero realmente no lo eran. Al menos no de manera oficial.

𝗳𝗶𝗿𝗲𝗺𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora