11. Familia Rusa 2/5

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Narra Rusia.

El día había llegado, recuerdo que eran cerca de las cinco de la mañana.

Mis hermanos y yo estábamos sentados cerca de la chimenea, nos manteníamos en silencio, supuse que todos estábamos tratando de prepararnos mentalmente para lo que vendría.
Lo cual, sería totalmente inútil... éramos demasiado jóvenes.

-Salgan -ordenó padre con autoridad.

Todos obedecimos al instante y nos encaminamos casi corriendo hasta la parte de afuera.
Quedamos en posición de firmes uno al lado del otro esperando las indicaciones del mayor.

Hacía mucho frío afuera, estábamos en épocas invernales por lo que era de esperarse. En ese entonces, un gran bosque frondoso rodeaba la casa. Se veía bastante atemorizante.

-Escuchen bien -finalmente habló padre-, el reto de hoy es este. Estos dos hombres tratarán de cazarlos -de la nada, un par de hombres armados con escopetas se formaron enfrente de nosotros-. Ustedes tomarán 20 minutos de ventaja para esconderse en el bosque, tratarán de sobrevivir de cualquier manera, no importa si se ocultan o si deciden confrontar a sus agresores.

Hizo una pausa, supuse que para que pusiéramos asimilar sus palabras.
-Hay dos reglas importantes que deben saber -continuó-. Si ustedes tratan de escapar y no regresan a tiempo, los buscaré yo mismo y los asesinaré con mi propia mano, lo mismo va para los que salgan heridos.

Una vez más, el ambiente quedó en total silencio, los cuatro en espera de que padre diera más indicaciones.

-Tienen hasta la cinco de la tarde para llegar a casa -sus palabras eran frías, cortantes como una navaja-. Corran.

Justo como animales al ser liberados, todos corrimos hacia el frente en cuanto padre dijo la última palabra.

-¿Cuál es el plan? -preguntó Ucrania tratando de bajar la voz, no era fácil hablar mientras corrías.

-Tenemos que separarnos -se me ocurrió a mí hablar- Ucrania, llévate a Bella; Kaza y yo iremos juntos.

Todos asintieron con la cabeza y obedecieron mis indicaciones, al ser el mayor, me sentía responsable de todos ellos, solo esperaba que mi plan funcionara, y que por lo menos todos pasáramos la primera prueba...

Kazajistán y yo seguimos corriendo hasta toparnos con la zona boscosa, todo el día nos lo pasamos caminando y el clima se puso a nuestro favor. Comenzó a nevar.

Estábamos bastante confiados, afortunadamente no se habían escuchado disparos por lo que asumimos que los cuatro aún seguíamos sanos y salvos...
Hasta que...

El sonido de una rama al quebrarse nos puso alertas.
No lo dudamos ni un segundo y nos escondimos en una sanja con matorrales.

Ambos estábamos agachados como conejos en espera de que no hayan depredadores.
Y mi hermano se confío.
-Creo que estamos solos -dijo en un susurro casi inaudible.

Yo solo negué con la cabeza, tenía un mal presentimiento y sabía que salir no era una buena idea.

Pero Kazajistán insistió, me miró a los ojos una última vez y luego comenzó a enderezarse.
Mi instinto me llevó a estirar mi mano lentamente para detenerlo mientras le decía:
-Kaza, no...

Pero una bala fue más veloz que yo.
La próxima escena que tuve frente a mí fue como las municiones atravesaron el rostro de mi hermano y como él caía hacia atrás sin vida.

Me tapé la boca de inmediato, a tan solo un par de pasos tenía el cadáver de mi hermano menor además de que no estaba del todo sólo.
Traté de controlarme lo más que pude, sentía un nudo en mi garganta y las lágrimas no faltaron, si tan solo yo hubiera sido más rápido, quizá Kazajistán no estaría en su estado... pero no había tiempo para remordimientos.

-Sal de una vez niño -una voz gruesa resonó bastante cerca-, estás acorralado.

No hice caso, temblando, decidí escabullirme por los arbustos secos y esconderme trás ellos.

Los pasos del cazador eran constantes y cada vez se escuchaban más cerca; me sentí indefenso, inseguro y con miedo. Papá nos había obligado a hacer otras atrocidades en el pasado, utilizar armas de fuego, asesinar y devorar a nuestras mascotas e incluso a engañar a otras personas... pero nunca había llegado tan lejos.

Me estaba quedando sin aire, la muerte de mi hermano aún me dejaba un mal sabor de boca, ganas de vomitar y con pocos ánimos. Estaba en shock.

Pero mi mirada se cruzó con una rama que estaba en el suelo, era bastante gruesa. No lo pensé ni un segundo, el hombre ya estaba a unos pasos de mi buscándome en la sanja, no tomó en cuenta que yo ya no estaba allí.

Tomé el palo de madera y corrí hacia el tipo por detrás de él, y con todas las fuerzas que tenía mi cuerpo, golpeé su cabeza. Para mí suerte, eso fue suficiente para causarle un desmayo y dejarlo en el suelo.

Una vez que cobré conciencia de lo que había logrado, contemplé un poco su cuerpo, seguía vivo, lo sabía... y yo no quería eso.

Con buenas razones, estaba molesto, enfadado por lo que había hecho, por lo que mi padre nos había obligado a hacer y por lo lento que fui al no poder salvar a mi hermano.

Grité, grité y maldije un par de veces antes de volver a golpear al sujeto con la rama. Una y otra vez, justo en la cabeza, deseaba matarlo y eso hice.
Los golpes lo dejaron prácticamente irreconocible, de su rostro deforme emanaba sangre y su pecho ya no se inflaba indicando que ya no respiraba.

No voy a negarlo, sentí una gran satisfacción al verlo de esa manera, pero la escena sangrienta al final de los casos me hizo vomitar.

De nuevo comencé a temblar, me limpié la boca y con lágrimas en los ojos me dirigí hacia el cuerpo del mayor. Le quité su arma y todas las municiones que llevaba con él, me cargué la escopeta, sabía usarla y por eso mismo la consideré útil.

Volví hacia la sanja y saqué de allí el cadáver de mi hermano, le coloqué su ushanka y con su propio abrigo le tapé la cabeza para luego cargarlo en mi espalda.

No iba a dejar a mi hermano pudrirse en la nieve, lo menos que podía hacer era llevarlo conmigo.

Juntos salimos de casa y juntos volveríamos a ella...

The slave of the gangsta's paradise (Countryhumans • México)Where stories live. Discover now