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—¿Me crees? ¿Lo sentiste? ¿A qué te refieres Mirabel?— preguntó

—Sentí algo extraño ayer, justo antes de que vinieras y dijeras que había grietas en casita. Me costaba el sentir las emociones de los demás— murmuró —A-además, la abuela actuó un poco extraño después de eso, como si temiera u ocultara algo—

—¿Crees que ella sepa?—

—No lo sé primo, no lo sé— suspiró, pero una idea vino a su mente —Esperemos un poco antes de actuar ¿Okey? Necesito pensar en un plan—

—¿Un plan? ¿Actuar? Otra vez te estás poniendo rara, Mira. No hay nada que hacer, conoces y escuchaste a la abuela— dijo —Por favor, solo olvídalo ¿Si? No quiero más problemas—

La chica suspiró —Está bien, pero sabes que puedes contar conmigo— habló y soltó sus manos —Aún tenemos algunas cosas por hacer, vamos— y así siguieron con sus tareas por el pueblo, llegó la noche y todos volvieron a casita dónde Julieta ya estaba sirviendo la cena. El resto de la noche transcurrió con normalidad, hablaban de lo que habían hecho en el día y ya.

Cuando terminó de comer se levantó y fue a su habitación a dormir, aún pensando en lo que le había dicho suu prima.

—Será mejor que lo olvide, solo me traerá problemas— sentenció con seguridad y se cambió para dormir. Estaba apunto de acostarse cuando escuchó un ruido, miró en la dirección de la que provenía, se calmó al ver que solo era una rata —Hey, pequeña— llamó, el animalito se acercó a el algo inseguro —¿Tienes hambre? Puedo buscar algo para tí— la rara chilló, tomó eso como un si y salió a la cocina a buscar comida.

—Genial, quedaron algunas empanadas, espero te gusten— murmuró al abrir la heladera, sacó tres empanadas —Mmm, bueno, dudo que puedas llevar más de una amiguita, pero toma— le dió una, esta chilló por última vez y se fue con el alimento —Hora de volver a la cama, si la abuela me ve me mata— caminó a su habitación. Ahora sí se acostó y cerró sus ojos buscando el sueño. Lo logró

Estaba en el comedor, comiendo con todos los demás como siempre. Nada parecía extraño, pero tenía un rato sentimiento, miró a su familia. Derrepente, todos lo miraban con miedo y resentimiento en sus rostros.

—¿Qué es lo que pasa?— preguntó riendo nervioso

—¿Qué qué es lo que pasa? ¡Tu pasas, Camilo!— respondió Isabela

—¿Es que nunca te cansas de hacerle daño a esta familia?— esta vez fue su abuela, ¿Qué es lo que había hecho para recibir esos comentarios? —Siempre sentí que había algo malo en ti, debí de haberte echado—

—¿Qué? Y-yo...¿M-mamá?— miró a la mujer en busca de consuelo

—Yo ya no soy tu madre, Camilo, no haz traído más que vergüenza y dolor a esta familia. ¡Eres una peste!— tragó duro, aguantando las lágrimas y se levantó de la mesa.

—Después de todo, te pareces a él, también deberías irte al igual que el ¿No crees?. Al final, eres el hijo de alguien maldito— ¿Qué significa todo esto? ¿Hijo de alguien maldito? ¿Parecerse a quién?.

No le dió tiempo de preguntar algo más, nisiquiera de pensar, en casita aparecieron nuevamente las grietas, miró con terror lo que siguió, la casa cayendo, todos saliendo, todos menos el, nadie se preocupó en sacarlo, a nadie le importó.

Se levantó agitado, gritando, estaba asustado ¿Qué acababa de soñar?. Pasó sus manos por su rostro intentando buscar la calma luego de aquella tempestad, intentando evitar un ataque de pánico.

—¡Camilo! ¿¡Qué fue lo que preguntó?!— la súper oyente de la familia, su hermana Dolores, entró a su habitación preocupada luego se escucharlo gritas en medio de la noche.

—Tuve...tuve una pesadilla, nada de que preocuparse— respondió intentando sonar calmado, e incluso fingió una sonrisa para calmar a la morena. No sirvió, solo vió que la mueca en el rostro de la muchacha de agravó, después se sentó a su lado y lo abrazó

—¿Quieres que hablemos de eso, hermanito?— preguntó en tono dulce, acariciando su cabello como solía hacer para calmarlo

—Fueron...fueron las grietas, por todas partes— habló —Fue mi culpa, todo fue mi culpa como siempre. Todos me miraban tan...decepcionados—

—Ay Cami, nada es tu culpa hermanito— consoló —Se qué tienes esa inseguridad con no ser suficiente, pero tú eres suficiente Camilo— tomó su rostro, limpiando las lágrimas del oji-verde —Eres único, el mejor hermano que alguien pudiera tener, y algún día notarás eso, su tan solo pudieras verte como nosotros te vemos a ti— Besó su mejilla

—¡Hey!— soltó fingiendo quejarse, pero sonrió abrazando a su hermana mayor —Tambien eres la mejor hermana mayor que alguien pudiera pedir, Dolly, siento haberte asustado— dijo —Dolly...¿Puedo preguntarte algo?—

—Ya lo hiciste—

—Jaja, que graciosa eres— ironizó

La oyente solo río —Si Camilo, puedes preguntarme cualquier cosa—

—En el sueño...en el suelo dijeron que era parecido a alguien, a un él. Que era maldito al igual que él. La única persona "maldita" en la familia es el tío Bruno...— vió como la adolescente se puso rígida derrepente, como si está pregunta la pusiera nerviosa e incómoda

—Ya sabes que no se habla de Bruno en la familia, Camilo— recordó —Solo fue un sueño, ya sabes que nunca tienen sentido ¿Si? Lo mejor será olvidarlo, tu no estás maldito, nadie está maldito— habló con rapidez y se levantó de la cama —Será mejor que vuelva a mi habitación a dormir, también deberías hacerlo Cami, buenas noches— se despidió, saliendo de la habitación

—Qué extraño...nunca actúa así a menos que sepa algo— dijo pero mejor y se fue a dormir, mañana con más tiempo pensaría en ello.

Por mientras, Dolores daba vueltas en su habitación, no podía ser posible que su hermano empezara sospechar y a preguntarse sobre sus orígenes, la abuela enloquecería si supiera que aquel secreto tan egoístamente guardado corría peligro de salir a la luz. La verdad no solo destrozaría a la familia, sino sobre todo a Camilo y el no necesitaba eso, ¿Qué es lo que pensaría al saber que su padre era Bruno? ¿Qué lo abandonó hace diez años?, Aunque bueno, el abandono era a medias tenía en cuenta que estaba detrás de las paredes, como siempre lo escuchaba.

—Ay Camilo, ¿Qué es lo que pasará contigo?—

Salvaré el Encanto [Camilo Madrigal]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora