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Luego de aquel día tan agitado que había tenido, dormirse fue una tarea bastante fácil. Finalmente después de una semana de haber sufrido aquellas pesadillas esta vez pudo dormir con tranquilidad. Nadie vino a molestarlo para la cena ya que decidieron dejarlo descansar por ese día.

Al día siguiente se levantó renovado, Mirabel tocó su puerta

—Primo, ya levántate, es hora del desayuno— avisó

—Si, ya voy— respondió levantándose de la cama y cambiándose, se puso su ruana amarilla la cual adoraba, su madre la había tejido personalmente para él en su último cumpleaños

—Camilo ¿Puedo entrar?— preguntó Mirabel, pensó que ya se había ido pero al final no

—Eh, si, ya me cambié, pasa— y con eso su prima menor por 4 meses entró —¿Pasa algo? Te vez preocupada—

—¿Eh? Oh, no sucede nada— murmuró nerviosa, jugando con su cabello —Bueno si sucede algo...¡Pero no es malo! O eso creo—

—Mira, ya dime que es lo que pasa ¡Escupe el chisme!—

—Ya, ya— musitó suspirando —Luisa me contó lo que sucedió ayer, lo que hablaron y eso...¿Cómo es eso de que irás a la torre del tío Bruno? ¿Por qué no me dijiste? ¡Puedo ir contigo—

—No Mirabel, iré solo ¿Si? Tú debes hacer tus tareas en el pueblo, si ninguno de los dos está aquí será sospechoso— habló

—Pero no es justo! Yo estoy contigo en esto—

—Y lo sé y lo agradezco, pero debo encargarme yo ¿Si?— puso su mano en el hombro de la chica —Aún así te tendré al tanto de lo que sepa, no te enojes—

La chica solo rodó los ojos pero asintió aceptando el trato —Está bien, ahora bajemos antes de que roben nuestra porción de comida—

—No permitiré que Antonio vuelva a robar mis arepas—

—Mentiroso, eres tú quien se las roba a el—

—Cállate, no es cierto— dijo con una sonrisa mientras salían de la habitación del chico y bajaban las escaleras, su buen humor se contagió rápidamente a casita la cual los arrastró hacia el resto de la familia —Gracias casita— unas baldosas se movieron en respuesta, ambos adolescentes saludaron a la familia y tomaron asiento donde les correspondía

—Bueno familia, como saben, nos ha llegado una propuesta oficial de matrimonio de la familia Guzmán a Isabela— dijo su abuela con una gran sonrisa en sus labios, caminando hacia su nieta mayor, esta le sonrió aparentando felicidad, —Dolores ¿Tienen fecha?—

La oyente paró unos segundos de comer, inclinó su oreja y habló —Esta noche...quiere cinco bebés— murmuró y miró de reojo a Isabela, la cual se sonrojó y de la sorpresa flores le salieron en el cabello

—Perfecto, este matrimonio nos hará bien a la familia y sobre todo a la perfecta Isabela— cuando dijo perfecta le sacó la única flor que era de un color distinto

—Abuela— llamó la atención Camilo —Respecto a lo de ayer...¿Qué sucedió con el chico?—

—Recibió una sanción como merecía, además de que estará bajo la atenta vigilancia de todos en el pueblo— respondió —Ya no debemos preocuparnos de él, es un problema solucionado— el chico asintió aliviado de que ese chico no volvería a molestar

El resto siguió como de costumbre, aprovechando que estaba sentado al lado e Isabela le hizo alguna que otra broma, obteniendo un golpe de flores en su boca, las cuales escupió

—Ya no molestes, enano—

—mimimimi—

—Eres un inmaduro— con eso, la charla finalizó, todos se levantaron y fueron a hacer sus tareas correspondientes.

Salvaré el Encanto [Camilo Madrigal]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora