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Tragó duro al ver que aquella visión ahora estaba en manos de su abuela, aquella visión en la que el aparecía destruyendo casita ¿Es que acaso el destino no se cansaba de jugarle una mala pasada?

Dolores veía a las paredes con una cara extraña, como si estuviera preocupada, tapándose los oídos.
Camilo miró a todos, todos lo miraban de alguna forma, solo quería largarse a llorar y desaparecer, la distracción perfecta llegó cuando el pueblo apareció, la ventana se abrió por el viento que había por la tormenta formada por Pepa, los pueblerinos habían venido con carteles y gritaron "Felicidades", aunque se callaron al ver las caras largas.

—Mejor...mejor me voy— murmuró yéndose rápido, escuchando los comentarios de su familia, "Te odio" de Isabela "¿Pero que hiciste?" De su madre, junto con su mirada de desaprobación, solo caminó más rápido, tragándose las lágrimas sin darse cuenta que Mirabel lo seguía

—¡Camilo!— el nombrado se dió vuelta —Espera, no te vayas—

—¿Y qué más se supone que haga, Mirabel?— preguntó enojado —Todos me desprecian más de lo que ya lo hacían—

—Eso no es verdad—

—¡Si, si es verdad!— respondió —Solo tienes que fijarte como me ven, como me hablan ¿¡Acaso es que no notas la desaprobación en su rostro?! ¡Tú eres las que percibe las emociones, Mirabel, debes saberlo mejor que nadie¡— la adolescente se quedó callada, en parte porque el chico tenía razón, podía sentir lo de su familia hacia Camilo

—No todos te despreciamos, primo— murmuró Mirabel, abrazando al de rulos —Yo no te desprecio, jamás lo haría, Antonio tampoco te desprecia, ni Dolores— susurró —Luisa tampoco, ahora Isabela...ella es más... fría, pero te quiere Camilo— escuchó como este empezó a llorar, se mordió el labio y lo abrazó más fuerte, cantando en voz baja, buscando calmar sus tristeza con su Don, cosa que logró

—L-lo siento, mojé tu hombro— susurró más calmado, separándose del abrazo y secándose el rastro de lágrimas

—No es nada, no me molesta con tal de consolarte Cami— dijo sonriendo —Y lo siento por lo de la cena...—

—Ya no importa...— escuchó a su abuela llamarlo en un grito y se paralizó, segundos después la figura de su hermana mayor apareció preocupada

—Al fin los encuentro, con todo ese ruido fue complicado— murmuró la chica, mirando a su hermano y a su prima, les sonrió —Mira ¿Puedes dejarnos solos un momento?—

—Eh...si, claro— la chica se fue, sería mejor que ayudara a la otra parte de la familia a calmarse

—¿Vienes a regañarme, hermana?— preguntó Camilo, cruzándose de brazos y mirando a la oyente con un ceño fruncido —¿Por qué les dijiste a todos lo de la visión en la cena? ¿Eh? ¡Pensé que guardarías el secreto, Dolores!—

La chica asintió —Si, entiendo que estés molesto y en serio lo siento, actúe impulsivamente al ver a Mariano pedirle matrimonio a Isa, necesitaba...detener el dolor— susurró en disculpas, pero negó levemente, no venía a eso —Escucha, debes enconderte hasta que la abuela se calme un poco—

—¿Y dónde se supone que lo haga, Dolly? No hay lugar seguro—

—Eso es lo que tú crees— respondió con una sonrisa y guiñándole el ojo, miró de reojo a unas ratas llevarse pedazos de la visión —Mira, ahí— apunto a las ratas —Siguelas, yo se lo que te digo—

—¿Esa es la visión?—murmuró, hizo caso a su hermana y empezó a seguir a los animalitos, los cuales se metieron detrás de un cuadro —¿Eso siempre estivo ahí?— movió el cuadro, viendo el agujero que había en la pared —Okey...esto es extraño e interesante— susurró y entró aún escuchando los llamados de su familia, vió que las ratitas se iban corriendo rápido con los pedazos de vidrio verde brillante, iba a seguirlas pero por un momento se detuvo, vió uno de los pedazos subir extrañamente y, la iluminación de un trueno de la tormenta provocada por Pepa, le permitió ver la verdad, había alguien ahí, tapando su cabeza y el cual también lo vió a el, siguiendo su instinto comenzó a perseguirlo, el encapuchado corría de el

—¡Espera, detente!— gritaba mientras corría, intentando seguir los pasos de aquella persona, pero no se detenía, era muy rápido, bufó saltando y pasando por debajo de el, tenía suerte de tener algo de experiencia con el parkour. Llegó un punto en que no pudo seguirlo, pues había un hueco bastante grande, volvió a bufar molesto ¡Se le había escapado! —Eso si que no— se dijo, miró las tablas de madera, empezó a saltarlas y logró pasar al otro lado —¡Ja! Toma, fue fácil— exactamente luego de que terminó de decir eso las tablas debajo de su pies crujieron y se rompieron, logró agarrarse de un palo que había allí pero su peso era demasiado y no aguantaría, caería quien sabe cuántos metros

—Ayuda! Por favor— pidió a gritos, mirando el pozo que estaba debajo de el —Casita...por favor, ayúdame— pero nada se movió, supuso que casita no podría ayudar, se mordió el labio —¡Genial, voy a morir aquí y nadie encontrará mi cadáver! Definitivamente no es mi día— murmuró, empezaba a resbalarse, justo cuando estaba a punto de caerse una mano lo agarró, miró con sorpresa que era la misma persona a la cual perseguía, solo que ahora no tenía su capucha

—Estas muy sudado— le escuchó decir, con nervios, no le respondió pues aún no caía que lo tenía en frente

—¿¡Tío Bruno?!— preguntó, vió algo de tristeza en su mirada ante su pregunta, pero no pudo responder porque ahora el que se resbaló fue el, tuvo una reacción rápida y se agarró de otro palo, más resistente, habían cambiado de posición ahora y Camilo lo sostenía a él

—Pero...¿Cómo?— volvió a preguntar el adolescente, una rata apareció en el brazo de Bruno y eso lo asustó, soltandolo sin querer —¡No!— gritó con pánico ¿¡Acababa de matar a su tío?!.

Su duda fue respondida cuando vió a su tío levantarse, sin daños preocupantes, este con su ruana sacó la neblina que había allí, mostrando el fondo de aquel pozo, el cual no era nada profundo

—Hmm— soltó el adulto, eso le recordó al sonidito que hace Dolores.

Minutos después habían salido del agujero enorme, se miraron unos segundos a los ojos

—Bye— dijo el de ruana verde yéndose, confundiendo por un segundo al adolescente

—¿Qué? ¡Claro que no!— dijo, siguiéndolo, tenía muchas preguntas —Tio ¿Qué significa esa visión? ¿Por qué estoy ahí?— el hombre no le respondía, en cambio golpeaba algunos palos de madera

—Toc toc toc toc toc, tocó madera— murmuraba, luego cruzaba los dedos y aguantaba la respiración

—¿Qué haces?— otra vez no obtuvo respuesta, genial. Vió como repetía lo mismo —¿Cómo descubriste este lugar?— preguntó mirando aquellos pasadizos, iba a hacer otra pregunta cuando sintió que le tiraban algo

—Sal...— tiró sal detrás de el, luego tomó algo se azúcar —azúcar— empezó a saltar mientras susurraba "sana, sana, colita de rana"

Camilo solo lo miraban extrañado, pero eso se le había raramente familiar, miró la pared la cuál tenía marcas de grietas que se notaba que la habían reparado —¿Haz estado reparando las grietas?— y, por fin, había obtenido la atención del vidente

—¿Qué? ¡No! Me aterra estar cerca de ellas, las reparaciones son obra de Hernando— respondió

—¿Quién es Hernando?— pregunta, mirándolo y vió que se había puesto la capucha

—Yo soy Hernando y le tengo miedo a nada— dijo, el chico parpadeó varias veces, impresionado, el hombre se sacó la capucha riendo nervioso —Soy yo...cuando era pequeño decía que mi verdadero don era "actuar"—

—Eh...— ahora vió que, en cuestión de segundos, tenía un balde en su cabeza junto con una cuchara que se usaba para poner la mezcla

—Soy Jorge, yo preparo la mezcla—

Camilo sonrió levemente, era divertido y le hacía sentir en su hogar, por alguna razón, como si estuviera familiarizado con eso —¿Hace cuánto tiempo que vives aquí?—

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Hasta aquí el cap de hoy, espero les haya gustado ❤️

Salvaré el Encanto [Camilo Madrigal]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora