Capítulo 24.

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―¡Nos vemos en el aeropuerto! ―grité corriendo hasta la mansión y entrando como alma que lleva el diablo hasta mi habitación.

Tomé mis maletas y empaque toda la ropa que pude en ellas, cuando iba por la tercera unos toques en mi puerta me alarmaron.

―¿Valentina? ―escuché la voz rota de mi novia y con la velocidad del rayo guardé mis maletas.

―¡Un minuto! ―guardé la última debajo de la cama y corrí a abrirle la puerta.

Ella estaba de brazos cruzados con la mirada de niña mimada con la que la conocí, había algo diferente en esa mirada, y eso era sus ojos rojos de llorar.

―Ya no lo tolero más. No soporto estar con una pobre becada como tú... Yo amo a Ares y siempre lo he hecho, solo estaba contigo para experimentar... T-terminamos. ―soltó todo eso como si lo hubiera estado ensayando.

Yo me quedé congelada por sus palabras, sabía porque lo hacía, pero aun así sus palabras me dolieron como si fueran reales.

―¿No dirás nada? ―preguntó con desinterés pero con una pizca de esperanza.

―Te amo. ―cerré la puerta en su cara y me recosté en la puerta intentando no soltar las lágrimas.

Cuando ya estuve recuperada seguí con mi trabajo de empacar y diez minutos después terminé. Con ayuda de unas sábanas bajé mis maletas sanas y salvas hasta el jardín y después hice una última cosa antes de irme para siempre de esa mansión.

Corrí con mis maletas hasta la camioneta donde aquel hombre estaba entretenido leyendo una revista y para mi buena suerte las llaves estaban puestas, con el sigilo de un ninja entré a la camioneta y aceleré por las calles de Boston.

El camino hacia el aeropuerto fue en menos de 10 minutos gracias a mis habilidades en carreras callejeras y llegué al aeropuerto, directamente a la pista, donde se encontraban mis amigos y nuestro jet privado.

―¿Cómo te fue? ―Aiden llegó hasta mi con preocupación mientras los demás me ayudaban a bajar mis maletas.

―Juliana terminó conmigo y robé una camioneta. Me fue increíble. ―contesté sintiendo como mi corazón latía a mil por hora debido a la adrenalina.

―Lo siento mucho. ―mi mejor amigo me palmeó la espalda y yo me encogí de hombros.

―Ella no merece estar con un problema.

―Hablemos de esto en el jet, mientras más rápido nos vayamos menos me dolerá. ―Oliver entró la última maleta y los demás lo seguimos.

10 minutos después de comprobar que era un vuelo seguro, despegamos rumbo a Manchester.

―¿Cómo estás? ―me preguntó Isabella al verme con la cabeza pegada a la ventana.

―Teníamos que irnos algún día, Dani. Pero no sabía que iba a dolerme tanto. ―contesté dándole una débil sonrisa.

―Clairo me está llamando. ―comentó Oliver sacando su teléfono.

―Contesta. ―me incliné hacia adelante y esperé a que él colocara la llamada en altavoz.

¡¿POR QUÉ DEMONIOS Valentina ACHAGA ESTÁ EN TODAS LAS NOTICIAS?! ―gritó con preocupación total.

Solo robé un auto. ―me excusé.

―¿Ustedes dónde están? Todo el mundo los está buscando y Lauren está a punto de sufrir un colapso nervioso.

―Estamos en un vuelo a Manchester. ―contestó Aiden.

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