Capitulo VI.

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Me sentía desesperada por llamar la atención de Cesare, nunca antes alguien me había gustado de esa manera. Cesare siempre me ha cuidado y se ha preocupado de mí veinticuatro siete, tiene muchas atenciones conmigo, lo que nunca recibí en casa, es muy lindo y eso me imposibilita odiarlo, no puedo negarme a quererlo.

No me gusta el hecho de que cuando estoy con él, actúo como si fuera una ingenua que no sabe nada de la vida, mis hormonas se alborotan y me convierten en un caos dependiente de Cesare. Y cuando finalmente se aparta de mí me convierto en una máquina de cuestionamiento porqué lo extraño al mismo tiempo en que me doy cuenta que no estoy siendo para nada postconvencional.

La mañana siguiente después de que casi le confieso todos mis sentimientos aquella noche después de hacerlo otra vez. Fue él quien me dejó, quizá me lo merezco por haberlo dejado antes, pero él no tenía porqué hacerme eso de regreso.

Llegué a la universidad temprano para hablar con Cesare y preguntarle de frente las razones del porqué me había dejado. Terminando de estacionarme vi que venía entrando en su auto. Abrí la puerta trasera de mi carro para sacar mi mochila y mi laptop, mi felicidad cada vez que lo tenía cerca se disparaba al cielo, mis labios dibujaron una sonrisa. Cerré mi carro y camine para acercarme y asustarlo, porque él no me había visto.

Sin embargo todo se desmoronó al verlo dentro de su auto con ese tipo de las cajas, estaban discutiendo, Cesare parecía buscar aclarar algo en la discusión mientras el tipo de las cajas se veía molesto, lo que significó que esa seudo relación iba más allá de un acostón, y que mi comentario en la estación de autobuses me lastimaba en lugar de molestar a Cesare.

Me sentí desilusionada, no sabía que hacer por lo que di media vuelta para ingresar a la universidad. Para mi mala suerte y mis celos, Cesare ingresaba un semestre detrás del mío a la universidad, y resultaba que el cajero también ingresaba al mismo grupo que Cesare. La furia se desató en mi interior al saber que no podría ver las cosas que pasaban entre esos dos, lo que ponía al cajero con más ventaja sobre mí.

Dejé mis cosas en el salón y saludé a unos amigos de la carrera. Le conté a Marta, mi compañera de asiento constante, toda la situación con Cesare. Ella no lo conocía en persona, pero yo siempre hablaba de él. Caminamos a la cafetería mientras relaté lo que vi en el estacionamiento y la metía en contexto de la causa de mis celos. Marta siempre me daba la razón y eso no me gustaba mucho, necesitaba que me contradijera o que me señalara estar mal al sentir celos por una relación de amistad, pero no podía encontrarlo en ella, a lo que decidí escuchar su opinión respecto a esta situación.

—Estas en todo tu derecho de sentirse así. No todo es coger, el sexo está sobrevalorado.

—Eso —Le respondí a Marta que mencionó algo que implícitamente yo le había comentado con anterioridad —Es justo lo que pienso. O sea, sí me gusta hacerlo con él y para mí es algo muy especial cuando estoy con él pero luego me pongo en perspectiva, viendo el panorama fuera de mis emociones y deduzco que solo me quiere para pasar el rato y no para algo serio. Yo sé cómo va a terminar esto Marta y la neta creo que por eso mismo me sigo permitiendo tener sexo con el, porqué estoy compartiendo mi lado más sincero con él, estamos siendo íntimos aunque esa intimidad no vaya más allá del sexo... estamos conectando de esta manera porque sé que no podemos estar en una relación romántica por más que lo quiera.

—¿Porqué no? —Marta me preguntó con insistencia. —Si lo quieres, y por las maravillas que hablas de él, parece que el también te quiere.

—Porqué no se trata sólo de querer, yo lo adoro. Pero lo que es él emocionalmente no es sano para mí, parece que el procesa todo muy rápido, sabe lo que quiere y sabe cómo conseguirlo. Pero él quiere muchas cosas y yo... yo soy muy tradicional en ese aspecto del poli amor.

—¿Quiere tener una relación poli amorosa? —Me preguntó Marta.

—No me lo ha dicho pero seguramente sí, y la verdad no sé si yo tendría problema con aceptarla porque lo quiero, aunque no me gustaría. —Me arrepentí al confesar eso, me hizo soñar como si estuviera dispuesta a someterme a lo que él quisiera, me di cuenta de lo dependiente que estaba soñando por él, estaba siendo convencional e incongruente conmigo misma.

—Espera, Mera, si él no te ha propuesto tener una relación de poli amor , no construyas escenarios hipotéticos. Y como sea deberías abrirte a la posibilidad porque el amor romántico está muerto.

—No es cierto.

—Claro que sí —Me contradijo sorprendiéndome, no era común que lo hiciera —Nadie quiere nada serio en estos días.

—Pues yo sí, o sea no tengo problemas con nomás tener sexo pero, al menos, yo sí quiero una relación romántica. Yo puedo darle ese amor a Cesare. —Dije y Marta volteó los ojos, señal de que me estaba dando el avión.

—¿Y si no te quiere como tú a él? —preguntó Marta, eso me molestó.

—Es que obviamente me quiere del mismo modo que yo, pero es que a este güey le encanta coger —Respondí buscando argumentos que expusieran lo equivocada que estaba Marta pero no pude encontrar alguno que me convenciera sin exponer la vida de Cesare en Only Fans —Pero yo podría soportar eso.

—¿Segura? —preguntó Marta sin creerme —Eso no es nada del amor romántico que tanto sueñas.

—Claro que sí, porqué podríamos llegar a un acuerdo —Comenté dándome cuenta de lo mucho que me estaba contradiciendo —en una relación debe haber canales de comunicación y podríamos mantener una relación abierta con las cosas claras desde un principio.

—Mera eso va totalmente en contra de lo que me dices que quieres. —Continuó contradiciéndome, lo que evidenciaba que el amor ya andaba haciendo de las suyas jugueteando con mi mente y mis lineamientos sobre el amor que quería. Me di cuenta que solo quería tenerlo a él complacerlo, lo que no estaba bien.

—No es cierto. Simplemente podemos ser románticos y dejar el sexo libre.

—¿Te ves en eso?

—¿Tú no?

—No. —La miré desconcertada porque dudara de mis capacidades adaptativas.

—Yo sí. Yo no tengo pedos con que Cesare se eche a quien quiera porqué sé que él me quiere.

—Hola —La voz del saludo amistoso de Dylan nos interrumpió la charla. A la distancia noté que Cesare caminaba en dirección nuestra, por lo que me acerqué a soltarle un beso a Dylan en los labios.

Marta se quedó desconcertada en silencio con una sonrisa de emoción que indicaba intuir porqué lo había hecho. De haber sabido lo que supe después no hubiera hecho lo que hice, porqué resultó que este güey se había metido con Gabriel antes de conocernos.

—Holi —Respondí coqueteándole y llevándomelo de la mano para que nos acompañara a comprar.

—Holi —Respondí coqueteándole y llevándomelo de la mano para que nos acompañara a comprar

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CONTINUARÁ...

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