18 | ¿Saben cuidar niños?

123K 7.1K 1.5K
                                    

           

HEY STRANGER. Los tengo medio olvidados, ¿puede ser?





—Tenemos que hablar —sentencia Aaron cruzándose en mi camino.

—No, no tenemos—respondo casi cantando.  Me hago a un lado rápidamente para que no pueda atraparme y sigo caminando.

Ya han pasado tres días desde la fiesta. Tres largos días que llevo ignorando a Aaron.

Ahora mismo, estamos en la playa. Mientras que el resto está haciendo nada bajo el sol, yo decidí caminar. En realidad, es más para evitar a Johnson. Lo cual no funciona si él me sigue.

—Deja de actuar como una cría de tres años —me pide agarrándome de la mano para detenerme. ¿Qué tendrán los hombres con agarrarnos así de la nada?

Volteo a verlo y elevo una ceja.

—No actúo como una cría.  Me parece una conversación estúpida—refuto con el mentón en alto—. Es maduro, diría yo.

—Es necesaria.

Sus ojos me miran preocupados. Él quiere hablar sobre lo que pasó esa noche y con muchas ganas para estar persiguiéndome hace tres días.

—¿Nos vamos a morir?—resoplo sarcástica— No. Ahora, déjame caminar sola.

—Es que...—se muerde el labio, volviéndolo mucho más atractivo de lo que ya es...y ya estoy hablando estupideces—. Ese bikini que tienes puesto ahora... Lo hace difícil.

Inconscientemente, bajo la mirada a mi bikini. La parte de arriba es verde agua, que Leslie me regaló ayer. Sí... Digamos que estamos muy unidas. Al parecer, mi mamá tenía razón. Este viaje iba a unirnos.

Me tapo con mis manos y lo miro enfurecida. Aaron larga una risotada. Me sonrojo y volteo para que no me vea.

—Vamos Indy...—murmura él dejando de reír.

—No. Eres un imbécil.  

—No quise burlarme —espeta. Oh, gracias por decir eso. Ahora todo está bien.

—¡Pero lo hiciste!—exclamo.

—Pero... Vamos—dice y se le escapa una risa. ¿Cómo pude pensar que esta persona me gusta?—. Fue gracioso. Admítelo.

—¡No fue gracioso! ¿Acaso tienes plastilina en la cabeza imbécil? ¿Cómo puede parecerte gracioso? —la nariz comienza a picarme por lo furiosa que estoy ahora mismo. Sabe cuánto odio que me trate así, que se burle de mi.

Muerde su labio y asiente con seriedad. Toma una larga bocanada de aire, me mira a los ojos, espera unos segundos y vuelve a reírse.

—¡Plastilina en la cabeza! —exclama chillando por poco. Unas cuantas cabezas curiosas de desconocidos voltean a vernos.

Echo mi cabeza hacia atrás y largo un gruñido de exasperación. Si algún día lo mato, que solo la policía no sospeche que fui yo porque el resto del mundo lo sabrá.

—Sin dudas eres un idiota —espeto volviendo a ver como se parte a risas. Quizás si no le digo cabeza de plastilina o algo parecido, dejará de reírse.

—Hieres mis sentimientos—dice poniendo un puchero. ¿Se supone que debo ablandar mi corazón ahora?

—Te lo mereces —suelto con todas las malas intenciones que existen. Aaron deja de reír cuando entiende a qué vino eso.

—Ya, lo siento —carraspea.

—No te creo.

—Te besare para que me creas. De verdad lo siento—habla con seguridad. Me congelo. ¿Qué demonios ha dicho? ¡No tiene sentido alguno!

¡Aléjense, Playboys! (SIN EDITAR)Where stories live. Discover now