Pedazo de Sócrates

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Grábame como un sello sobre tu corazón;

llévame como una marca sobre tu brazo.

Fuerte es el amor, como la muerte,

y tenaz la pasión, como el sepulcro.

Como llama divina es el

fuego ardiente del amor.

Cantares 8:6


Capítulo III

La primera vez la vi, fue cuando tenía ocho años, mi hermana Hannah llegó de la escuela con su nueva mejor amiga, Lenna. Ambas se habían hecho amigas tras haber compartido brillo y mariposas de colores, típico de Hannah.

A medida que pasaba el tiempo, Lenna venía más seguido a casa, a merendar, a almorzar, y hasta a dormir. Hannah siempre me obligaba a jugar con ellas a la casita, o a las guerreras, y yo, sin poder negarme a pasar la mayor parte de mi tiempo con Lenna, permanentemente terminaba aceptando. Me gustaba estar con ella.

Siempre la pillaba observándome, pero ella solo me sonreía y seguía con lo suyo. Jamás pude percibir si yo le gustaba a ella tanto como ella a mí. Al final del tiempo, Lenna pasó a ser la mejor amiga de mi hermana, y para mí, los juegos, miradas y sonrisas que habían hecho que me enamorara de ella, eran solo recuerdos de un bobo niño de ocho años, enamorado de una niña de seis.

Me encontraba imaginando una feliz vida con la Lenna de ahora diecisiete años, cuando el sonido de mi celular me sacó de mis pensamientos.

Lenna:

Hola querido Noah, ¿te parece si nos vemos para programar lo del sábado? Podemos ir a la cafetería de Ricky.

Mi corazón se paralizó por un momento. Nadie me había escrito tan formal y agradable al mismo tiempo, y, se sentí bien viniendo de ella. Apuesto a que si otra chica me lo hubiera dicho, no me sentiría tan bien. Además, amaba que Lenna alimentara mi amor por el café, sobre todo invitándome a mi cafetería favorita.

Agarré mi camisa favorita y me la puse sobre una camiseta blanca, me eché un poco de perfume del que había usado la otra noche con Lenna, y bajé rápidamente para encontrarme con ella. Al llegar a la sala, encontré a mi hermana llorando, con un libro entre sus manos.

-Hannah, ¿qué sucede? -me acerqué a ella.

Ella levantó la vista e hizo un puchero en mi dirección- Mi... mi personaje favorito... murió.

Ella se echó a llorar cuan niña pequeña, secando sus lágrimas con sus manos. La miré atento, mi hermana era algo dramática.

Me acerqué a ella y la abracé- Descuida, hermana, con el tiempo lo vas a superar. Ya verás...

-Mira, pedazo de Sócrates. Yo necesito estar bien ahora, no en mil años -dijo furiosa. Ella solía ser algo pasiva agresiva cuando de libros se trataba.

-Hannah -la regañé.

-Lo siento, estoy algo susceptible -se excusó.

-Lo sé, ¿quieres que llame a Dylan? -rodé mis ojos.

-Por favor -dijo haciendo un puchero.

Marqué mi celular y me comuniqué con el novio de mi hermana.

-¿Hola? -me preguntó apenas respondió.

-Dylan, ¿estás ocupado? Otra vez tengo un 10-32 en casa -ese era el código para: necesito ayuda, Hannah llora por un personaje literario.

ALMAS CURIOSASWhere stories live. Discover now