capítulo 34

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Ainz caminaba por las calles de Liria, observando y devolviendo los saludos de las personas, que de vez en cuando expresaban su gratitud al honorable héroe de la ciudad, así como a sus acompañantes, Albedo, que estaba cubierta por su armadura, y la joven Tanya, que cubría su cuerpo tras telas verdes oscuras.

La ciudad iba recuperando los ánimos, aunque se notaba como las personas se esforzaban por hacerlo, y posiblemente no se recuperen en mucho tiempo, pero aun así lo intentarían.

Actualmente caminaban sin rumbo por la ciudad, pues sabían que sería cuestión de tiempo para que aquel ejercito de soldados llegara a la ciudad, y quizás podía sacar aún más beneficios sobre la situación de Liria.

Pensaba bien en las acciones que podría tomar, pero el dulce aroma de la comida que tenía Tanya lo distraía, observaba a través de su casco el extraño dulce de carne que tenía, y como algo de vapor salía de esta, antes de entrar en la boca de Tanya.

“maldición…” –dijo en su mente, realmente era molesto el no poder comer de esos alimentos, pues su cuerpo no lo necesitaba, pero si podía respirar, podía oler, entonces, ¿Por qué no comer? Era lo que se preguntaba en varias ocasiones.

Era bastante triste para él, pues sentía que se perdía de grandes sabores, no solo los de este mundo, sino los de Nazarick, las grandes comidas que podría tener, los banquetes que podría darse… pero eso era algo imposible.

“Nazarick…”

Quería estar de vuelta en la tumba, ver a los NPC´S y todo lo que creo junto a sus compañeros, deseaba estar de vuelta en ese paraíso, en su hogar, pero pensaba que quizás, hasta no saber cómo y porque están aquí, no sería capaz de volver.

“espero que no haga una locura…” –pensó, refiriéndose a su propia creación, al tesorero de Nazarick, pues al parecer, él no se encontraba aquí, quería pensar que, el lograría mantener Nazarick a salvo, pero tenía sus dudas al respecto. Sabia de lo que él es capaz, pero no podía dejar de pensar en esa exagerada actitud que mostraba.

-¿ocurre algo? Momon. –pregunto Tanya.

-ah, no. Disculpa, solo estaba pensando en unas cosas.

-… -Tanya pareció dudar un poco, pero prefirió no darle mucha importancia a ello, si él quería hablar, entonces lo haría, así que no trataría de sacárselo, pero, de igual forma, si podía ayudar a un amigo, lo haría. –sabes, si tienes algo de lo que desahogarte, puedo escucharte.

-ya veo, gracias. –respondió dando una ligera carcajada.

Tanya también rio, aunque su risa fue cortada de forma abrupta, pues sentía una horrible aura asesina aparecer y desaparecer detrás de ella, no quería voltear, pero sabía de quien se trataba, era la compañera vestida en una armadura que tenía Ainz.

“siento que debo tener más cuidado de ella que de los monstruos…” –pensó Tanya.

Ambos siguieron caminando por las calles, de vez en cuando deteniéndose frente a puestos, solo para ver las cosas que ofrecían, mientras hablaban entre ellos.

-jajajaja. Entonces ya tienes un enamorado. –dijo entre Ainz entre risas.

-silencio. Es demasiado molesto. –respondió Tanya dándose un pequeño masaje a los lados de la cabeza. –me daban ganas de colgarlo de cabeza.

-podías aprovechar y tener una vida pacífica y cómoda entre la nobleza. –dijo con tono burlesco.

-¡JA! –exclamo en molestia.

Ambos daban ligeras carcajadas, mientras Albedo trataba de ahogar sus ganas de querer moler a golpes a Tanya. Pero entonces…

-¿aventurero Momon?

Los tres se detuvieron, y al voltear, vieron que se trataba del líder del ejército, Elías Valoth, que los estaba buscando, eso no les sorprendía, sabían que lo haría, y buscaría hablar con ellos, pero sintieron un ligero escalofrió al ver a los dos jóvenes que le acompañaban.

Un joven de cabello negro que usaba un chándal, y otro de cabello castaño, ambos los recordaban, eran aquellos, que posiblemente, al igual que ellos, vinieran de otro mundo, de Japón.

-¿puedo hablar con usted? También me gustaría hablar con la señorita. –dijo Elías. –entonces, ¿me permitirían algo de su tiempo?

. . . . . .

Las ventanas de un pequeño restaurante se encontraban cerradas, la puerta era vigilada por soldados, y el interior del lugar era iluminado por varias velas y algunos tragaluces de la pared.

En una mesa grande, encontraba Elías, junto a Kazuma y Subaru, que eran acompañados por sus compañeras, que se encontraban sentadas en unas sillas detrás de ellos.

Y frente a ellos, estaban Tanya y Ainz.

-gracias por darme algo de su tiempo.

-no debe agradecer.

-no es necesario, ¿de que quisiera hablar? –dijo Ainz.

-bien, no quiero perder tiempo, así que seré directo. –dijo Elías, cruzando sus manos, para evitar que dieran un ligero temblar. –me gustaría que se unieran oficialmente al reino, bajo las órdenes del rey.

Ambos quedaron en silencio.

-puede ser repentino, pero he visto su fuerza y su potencial, por lo que me gustaría que me gustaría que se unieran al reino. Su capacidad sería bastante útil para la nación.

-¿y si nos negamos? –dijo Tanya.

-tendré que informar de su respuesta a la familia real, y con ello, los nobles se enterarían de su negativa.

-¿acaso es una amenaza? –dijo Ainz con una molestia falsa.

-no, en lo absoluto. Es solo que, siendo honesto, los nobles de la capital son unos testarudos, odian que alguien les rechace, y si eso pasa, buscaran cualquier forma para hacerles pagar.

-suena a que el reino se está pudriendo, no pienso trabajar para gente así. –respondió Tanya.

-sé que suena horrible, pero es por eso que quisiera que se unieran bajo las órdenes directas del rey, como yo. De esta forma, aun si los nobles se molestaran con ustedes, no podrían hacer nada en contra de la familia real, aunque lo intentaran.

-habla como si existiera una guerra entre la propia nobleza.

Elías guardo silencio, no quería aceptarlo, pero eso era verdad, los nobles buscaban hacerse con poder, y así, poder arrebatar el trono a la familia real y el control del país, era prácticamente una carrera por la corona, aunque daba gracias de que, aun así, hubiera nobles que realmente daban su lealtad al rey, y buscaban deshacerse de los otros nobles.

-el reino se encuentra actualmente en paz con el que fue su enemigo principal, pero aun así hay fuerzas externas e internas que son un peligro para el país.

-ni siquiera somos de aquí, ¿eso no sería problemático?

-quizás, pero solo por los nobles, a la familia real no le interesa de donde sean, siempre que tengan la capacidad, yo soy un ejemplo de eso.

Aquella charla siguió por un tiempo, Elías daba sus puntos del porque sería bueno que ambos aceptaran la propuesta, mientras que ellos daban sus opiniones al respecto, aprovechando de la necesidad de la familia real por individuos fuertes como ellos.

-entiendo. –respondió Ainz. –¿podría darnos tiempo para pensar en la respuesta?

-adelante. De hecho, Subaru, Kazuma, me gustaría que ustedes también aceptaran.

Ambos se sorprendieron, pues no sabían que era lo que quería decirles a ellos, pero entendieron que tenía sentido.

-entonces los dejare para que piensen en eso. –dijo Elías, poniéndose de pie para salir del lugar.

Kazuma y Subaru esperaban esa oportunidad, pues ahora podrían hablar tranquilamente con Tanya, pero antes de que Elías pudiera dirigirse a la puerta, un soldado entro en el lugar.

-¡capitán! ¡el caballero blanco está aquí! ¡junto a un ejército!

ISEKAI QUARTET: UN NUEVO MUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora