capítulo 37

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Las horas ya habían pasado, y el sol había ya terminando de ocultarse en el horizonte, las enormes montañas heladas aún seguían a la vista, y no importara cuanto avanzaran, tardarían mucho en comenzar a perderse en el amplio paisaje.

En medio del terreno, se encontraba una fortaleza de piedra en forma de torre, y dentro de ella, se encontraban Subaru, Kazuma y compañía, ya preparándose para irse a dormir. Las bestias que usaban se encontraban cazando insectos y otros animales mientras eran vigiladas por Aura, y Cocytus junto a Mare vigilaban el terreno, así como Albedo la entrada de la fortaleza.

Y encima de la fortaleza, se encontraba su invocador, el rey hechicero de otro mundo, Ainz Ooal Gown, observando el hermoso cielo libre de nubes que lo ocultaran, que poco a poco empezaba a iluminarse por el tenue brillo de las estrellas.

En el otro mundo, él había observado el cielo estrellado sobre la tumba, y a su vista, era hermoso, pero aquí, aquel cielo nocturno que se mostraba ante él, parecía incluso más hermoso.

Las estrellas resplandecían tan fuerte que pareciera que uno pudiera tocarlas, destellos iban y venían y el rastro de estrellas fugaces iluminaban su recorrido, y sobre ellas, la luna tan brillante y hermosa.

“en el pasado todos podían ver las estrellas iluminar los cielos” “la luna tan brillante que duerme en el firmamento” “desearía poder verlo, que todos pudieran verlo” –fue recordando las palabras de aquel amigo suyo, cuyo amor por la naturaleza era capaz de verse hasta en el más mínimo detalle del sexto piso de Nazarick.  –blue planet-san… -dijo el nombre de su amigo, nombre que se perdió en el silencio natural de la noche.

Y de forma inconsciente, su mano esquelética se alzó hacia aquel cielo estrellado, tratando de atrapar aquellos preciados recuerdos que compartía de su querido compañero.

Aquellos recuerdos que ablandaban su inexistente corazón, y por los cuales, si pudiera, lloraría.

Los puntos rojos de sus cuencas observaron su mano tras el cielo, y la cerró con firmeza, deseaba que su compañero, aun si no estaba con él, pudiera estar en otro lugar, escapar de aquel horrible mundo en el que nacieron, y poder descansar viendo las estrellas.

Un sonido se escuchó, y vio a alguien elevarse en el aire, una joven de linda apariencia, cabello rubio y ojos azules, que usaba un raro equipo para volar, la reconoció rápidamente.
-Tanya.

-¿Qué tal? Ainz. –dijo mientras se sentaba cerca de Ainz, en las orillas de los bloques de piedra que sobresalían de la torre. –creo que ya deberíamos estar todos adentro, los demás necesitamos descansar, y creo que tus guardianes también.

-cierto, tienes razón. –respondió de forma corta.

-¿ocurre algo?

-¿Por qué lo dices?

-te vi raro desde hace un tiempo. ¿melancólico quizás? Aunque no soy de hablar mucho con los demás solo por hacerlo, creo que es necesario expulsar aquello que aflige a uno. Por lo que, si necesitas que alguien te escuche, aquí estoy.

Esas palabras llegaron a Ainz, sentía que quería soltar todo, desahogarse como sus compañeros lo hacían. –si… gracias por eso. –a pesar de no tener músculos ni piel, Ainz sentí que podía sonreír.

Ainz observo una vez más el cielo nocturno, sintiendo como esos recuerdos volvían una vez más a su memoria y a su corazón.

-recordaba a uno de mis amigos, en un mundo como en el que nacimos, todos llegábamos a fantasear con la naturaleza al menos una vez, pero él era alguien que amaba la naturaleza más que nadie, tanto lo hermoso como lo peligroso que era. Solo pensaba… en como desearía que el pudiera estar en cualquier lugar, en cualquier mundo, disfrutando del hermoso cielo y la tierra, y como sería feliz en un mundo libre…

Tanya solo observo a Ainz, y descanso su cabeza en su mano.

-bueno. Entonces que lo disfrute… -dijo, y Ainz la observo sin entender sus palabras. –que los recuerdos de tu amigo puedan disfrutar de este hermoso cielo, a través de tus ojos, ¿no es una buena forma?

Ainz quedo impactado, pero solo por unos segundos antes de recuperarse, y solo soltó unas risas, haciendo que ahora Tanya fuera la impactada.

-ya veo, tú tienes razón en eso, debería disfrutar de esto, ¿cierto? Gracias.

Dijo Ainz dejándose llevar, y sin pensar, termino por darle unas palmadas a Tanya en su cabeza, que comenzó a ponerse nerviosa.

-¡¿Qué-que-que- que estás haciendo?! ¡no soy una mocosa como para que me den palmadas en la cabeza ¿sabes?! –dijo perdiendo el control.

-¡espera! ¡perdón! –dijo entre algunas risas. –me deje llevar y por un momento olvide que solo eres un viejo asalariado dentro del cuerpo de una niña.

-¡¿y todavía te ríes?! –exclamo jalando de las telas de la túnica de Ainz, como si quisiera sacudirlo, aunque no podía hacer nada. –olvídalo, ya es momento de dormir. –dijo soltándolo y activo su equipo una vez más para descender hacia la puerta de la torre.

-¿realmente te enojaste? –dijo aun entre risas leves, antes de que la supresión de emociones lo detuviera. –gracias por escuchar.

-¡ja! –respondió en molestia.

. . . . . .

El interior de la fortaleza torre era realmente espacioso, y lo mismo ocurría con los cuartos, eran grandes y con varias fuentes de iluminación, desde candelabros hasta lámparas de pared, alfombras rojas cubrían el piso y las camas eran grandes y magníficamente cómodas.

-¡esto realmente es lo mejor! ¡después de esto no querré volver a las camas de heno! –dijo Kazuma lanzándose hacia la cama y dando vueltas en esta, las telas eran realmente suaves y sentía como si le abrazara, impidiéndole separarse.

-en eso tienes razón, Kazuma. –respondió Subaru, que se encontraba al otro lado de la cama. –maldición, ¡esto realmente es suave!

-si… aunque hay algo que quiero saber… ¡¿Por qué estos tipos están aquí también?! –dijo señalando a los demás miembros en la habitación.

Eran cuatro hombres de apariencia madura, y eran definitivamente mayores que los dos jóvenes japoneses, eran los miembros de la unidad de Tanya.

-¿de qué hablas? Niño. ¿te refieres a porque estamos nosotros aquí en lugar de tus compañeras? –pregunto uno de ellos, cuyo cuerpo era delgado y su rostro parecía alargado.

-lamento romperte las fantasías niño, pero hombres y mujeres duermen por separado, por orden de la teniente Degurechaf. –respondió otro de los hombres, cuyo cuerpo se veía bien entrenado y su cabello oscuro bien arreglado.

-¿teniente Degurechaf? ¿en serio esa niña es su superior? –pregunto Subaru.

-así es. Ha demostrado su capacidad en el campo de batalla muchas veces.

-pensar que dejarían entrar a una niña pequeña al ejército, ¿de qué clase de mundo vienen ustedes? –dijo Kazuma.

-de uno complicado. –dijo otro de los hombres, cuyo cuerpo era grande y un poco gordo. –y un consejo joven, no la subestime, no, sería mejor decirle que, no la haga enojar.

-sí, es mejor no hacerlo, si la haces enojar lo lamentaras.

-eso suena aterrador. –comento Subaru.

-ella es un demonio. –dijo uno de los cuatro hombres.

ISEKAI QUARTET: UN NUEVO MUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora