Capítulo 12

37 8 0
                                    

Los días que siguieron no mejoraron, Hermione apenas y me dirigía la palabra, mientras yo buscaba cualquier excusa para hablarle. Todo era muy confuso, si supiera lo mucho que me hubiera gustado decirle, pero simplemente no podía, no lo entendería, nadie lo haría. Intentaba distraerme yendo a la biblioteca, donde siempre que lo necesitaba los libros iban a mi ayuda. Pasaba las tardes leyendo y haciendo tarea, y en las noches como siempre salía para ver a Draco. Hermione había dejado de preguntarme a donde iba cada noche, incluso parecía no importarle.

El último partido de Quidditch se acercaba cada día más, así que los entrenamientos se prolongaban todo el día, así que eso ayudaba a distraerme. Pasaba los fines de semana enteros practicando, y los demás días hacíamos hueco en la tarde. Al terminar los entrenamientos estaba demasiado cansada, así que me metía en la cama y me quedaba dormida casi al instante. 

El gran día nos levantamos muy temprano, desayunamos rápidamente y nos dirigimos hacia el campo. Oliver nos dio otro de sus discursos motivadores, nos volvió a recordar lo acordado en los entrenamientos y así hasta que llegó la hora. Agarramos nuestras escobas y salimos volando hacia afuera. Nos enfrentábamos contra Slytherin, así que jugaría contra Draco. Estaba muy nerviosa, más de lo que lo había estado la primera vez. Le sonreí levemente y el me devolvió la sonrisa y empezó el partido. Harry y Draco buscaban la snitch por todo el campo, mientras los demás atrapábamos y esquivábamos bludgers, en ocasiones miraba a Draco y después seguía con lo mío. íbamos ganando, y todos esperaban a que Harry atrapara la snitch, ya que si Slytherin la atrapaba ganarían ellos. Una pequeña parte de mi quería que ganaran ellos, pero luego recordaba que a pesar de amar a Draco ellos eran el enemigo, así que me esforcé lo más que pude.

La tensión flotaba en el aire, los espectadores alentaban a Harry para que la atrapara, y en el momento menos esperado levantó la mano con la snitch dentro. El público enloqueció. La Profesora McGonnagall entró con la copa en la mano y entre todos la levantamos. Habíamos ganado otra vez. Las demás casas vinieron a nuestro encuentro y cantaron nuestros nombres. Estábamos todos muy contentos.

En la tarde la gente estaba más calmada, aunque claro, nuestra sala común estaba armando una gran fiesta, donde había letreros de felicitaciones, otros con el escudo de Slytherin y la palabra "Perdedores" aparecía una y otra vez. Habíamos terminado nuestras tareas hacía un rato y estábamos gozando de la fiesta, era muy divertida. Poco a poco la gente se fue a dormir, así que Hermione y yo nos despedimos y fuimos escaleras arriba. 
-Lo hicieron muy bien- dijo ella
-Gracias- le respondí algo extrañada
-Supongo que fue pan comido- 
-Pues...- dije yo con una pequeña sonrisa -La verdad que son buenos, pero no más que nosotros-
-Pues claro, ¡Si tenemos al mejor equipo de todo Hogwarts!- dijo alegremente
Me reí.

Por un momento sentí que habíamos vuelto a la normalidad, aunque sabía que no era así, a decir verdad, no sabía si volveríamos a ser las mismas mejores amigas de antes. Extrañaba charlar con ella, y contarle mis secretos, y reír juntas.
-Sigues enojada conmigo, ¿verdad?- pregunté con un hilo de voz
-Nunca he estado enojada contigo- murmuró ella. 
-Sabes que no es verdad- dije a punto de llorar, sentía un nudo en la garganta, así que cerré los ojos y tomé aire -Siempre evitas estar a solas conmigo, evitas mirarme y apenas me diriges la palabra-
-No estoy enojada- repitió ella -Es solo que extraño a mi mejor amiga, extraño que me contaras todo- dijo ella mientras una lágrima resbalaba por su mejilla. En ese momento no pude resistir y me abalancé sobre ella y comencé a llorar. 
-Lo siento- dije entre sollozos
-No tienes porque pedirme perdón- dijo ella con un hilo de voz
-Lo siento por no poderte contar mi secreto- dije llorando aún más
-No te preocupes- dijo ella abrazándome más fuerte -Te entiendo, no te voy a presionar-

Estuvimos abrazadas llorando por un largo rato, hasta que ambas nos quedamos dormidas.

A la mañana siguiente parecía que todo hubiera vuelto a la normalidad, hasta Harry y Ron parecían extrañados, al parecer habían notado nuestro distanciamiento, pero se alegraron al vernos charlar animadamente. Ya faltaba muy poco para que terminara el curso y todos parecían muy abrumados con la sobrecarga de tareas. En clase del Profesor Flitwick estuvimos repasando unos cuantos encantamientos. En clase de pociones, con el Profesor Snape tuvimos que preparar una elaborada poción que solo Hermione logró hacer bien. Y así todo el día, estuvimos en clases y de vez en cuando hablamos entre nosotros.

En la noche salí a hurtadillas y me encontré con Draco. Nos sentamos en el suelo acurrucados y platicamos como lo hacíamos normalmente. Estaba tan cansada que me quedé dormida. Era de madrugada y ya no había podido tener los ojos abiertos más tiempo. Me desperté tiempo después, aunque todavía era de noche había dormido bastante. Volteé y vi a Draco recostado en mis piernas durmiendo. Sonreí al verlo y le empecé a acariciar el pelo con las uñas. Se despertó entre unos leves gemidos, se incorporó y me miró. Nos besamos unos segundos y después nos levantamos. Miramos alrededor confirmando que no había nadie, así que nos despedimos y cada quien fue hacia su torre. 

Llegué al dormitorio, miré el reloj y marcaba las 5:00 a.m, era sábado así que no tenía prisa por levantarme, me puse el pijama de nuevo y me asomé a la ventana y pude ver el cielo que se volvía más claro con el pasar de los minutos. Me senté en la cama absorta en mis pensamientos;  no salía de mi asombro al recuperar mi amistad con Hermione, me sentía como antes, y a decir verdad estaba muy contenta, la extrañaba demasiado. Me acosté en la cama, di vueltas unos cuantos minutos, pensando en lo que había pasado aquél día, y cuando estaba a punto de quedarme dormida un rayo de sol que entraba por la ventana fue a dar a mis ojos. Enojada me levanté y fui a cerrar las cortinas, me volví a meter en la cama y me quedé profundamente dormida. 

Lo que nadie nos contóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora