Capitulo 21

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El sol entraba a raudales por la ventana de la habitación, no era tarde, pero estando en la playa, la luminosidad del sol parecía mayor que la de su fría Bogotá.
Armando estaba despierto desde hacía un buen rato, se había levantado y como cada día de su luna de miel, había preparado el desayuno para llevárselo a la cama a su Betty. Regreso con una bandeja bien completa y cargada para los dos, se volvió a meter a la cama y sin poder evitarlo, se quedó embobado mirandola dormir, Betty estaba de costado con su rostro frente a él, completamente desnuda y apenas cubierta con una sábana blanca que dejaba traslucir su figura debajo de ella, se veía tan hermosa y tranquila, su respiración acompasada y su semblante calmado lo tenían obnubilado.

Hacia una semana que se habían casado y él aún no podía creer que esa maravillosa mujer era su esposa.
Con una sonrisa comenzó a recordar los días tan especiales que habían vivido ahí en Santa Marta, los paseos por la playa, la luminosidad en el rostro de Betty al darse su primer baño en el mar, los paseos por la ciudad, y esas noches de pasión que los dejaba a los dos agotados pero sumamente felices.

Armando adoraba ver a su esposa pasearse en bikini o en ropa interior por la casa y observar los detalles de su nueva figura cada vez más redondeada y aunque su barriga de cinco meses era bastante notoria, cuando el la veía de espaldas, Betty no parecía estar embarazada. Aún se distinguía perfectamente la curva de su cintura y sus caderas redondeadas que se veían apenas un poco más anchas.
Eso sí, de perfil, y de frente, ya no podía ocultar su embarazo, su pancita había crecido mucho y era imposible esconderla.

Como cada mañana, Armando destapó suavemente a su esposa y la observó un momento antes de comenzar a saludar a su pequeño.

A- (acariciando la barriguita de Betty y besándola) buenos días mi campeón (beso) tiene hambre verdad? Que dice si me ayuda a despertar a mamá y desayunamos los tres?

El pequeño como si comprendiese lo que su papá le había pedido y de un niño obediente se tratase, comenzó a moverse inquieto, dandole patadas a su mamá que su papá muy emocionado sentía a través de la piel de Betty.

A- eso es mi niño, haga caso a papá y despertemos a mamá (dándole suaves besos a Betty en el rostro y en los labios, sin apartar la mano del vientre de ella) mi amor, despierta... Buenos días princesa hermosa... Betty, Robertito y yo tenemos hambre y queremos desayunar, anda mi niña, abre esos preciosos ojos y despierta...

B- (haciendo pucheritos y quejándose de llevó la mano hacia su vientre) ustedes dos son unos tiranos que se confabulan para no dejarme dormir!

A- (riendo le lleno la cara de besos) lo sentimos amor, pero morimos de hambre y si tu no despiertas, Roberto no puede desayunar, anda enojona mía, siéntate y te sirvo (susurrandole al oído) te prepare moras con chocolate.

B- (despertando de golpe con una sonrisa enorme) moras con chocolate? Hay mi amor! (Colgándose a su cuello y besándolo efusivamente) eres el mejor esposo del mundo!

A-(con una sonrisa de satisfacción) lo sé, lo sé! Anda, siéntate y desayunamos!

B- espérame mi amor que necesito urgente ir al baño primero!

Y ante la risa sonora de Armando, Betty totalmente desnuda y aguantandose el vientre con las manos, salió corriendo hacia el baño. Momentos después sale con expresión relajada, la cara lavada y una bata puesta dispuesta a desayunar con su esposo.

A- no puedo creer que este sea el último día de nuestra luna de miel amor.

B- lo sé, se nos pasó muy rápido la semana no? y aunque extraño Bogotá, no tengo muchos deseos de regresar, (acurrucándose mimosa en el pecho de Armando) estamos tan bien aquí, tan tranquilos que no deseo marcharme.

El fruto de nuestro amorWhere stories live. Discover now