Capítulo 21

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Me senté en un escalón de la casa de enfrente, y dejé la mochila a mi lado. Me puse cómoda estirando las piernas, y encendí mi celular, cuando la puerta de la casa de Ulises se abrió de par en par.

Enrollé las piernas automáticamente y me quedé quieta, como si así, fuera a volverme invisible para la persona que cruzó por la puerta.

Gabriel salió a la calle y miró hacia los dos lados, el pantalón de deporte gris y la camiseta manga corta blanca, bastante más ajustada que las que solía usar, me afectaron. Se abrazó a la altura del pecho, tiritando de frío.

Su pelo caía, desordenado, casi sobre sus ojos, parecía recién salido de la ducha.

Casi evité respirar para no llamar su atención, no quería que me viera allí, sentada en la calle como una idiota.

Mis deseos, obviamente, no se hicieron realidad, y Gabriel clavó su mirada en mí.

Tragué saliva, mientras él enfocaba la vista, haciendo sus ojos más pequeños, como si no estuviera seguro de lo que estaba viendo.

Levanté mi mano y lo saludé agitandola amigablemente, ya era demasiado tarde para intentar pasar desapercibida.

Sonrió y frunció el entrecejo, llamándome con su mano, invitándome a que me acercara.

Me puse de pie, mientras mi boca se llenaba de insultos contra mi maldita idea de esperar a Ulises ahí sentada. Era tan obvio que esto sucedería.

Crucé la calle, intentando demorar lo máximo posible, quizás si tenía suerte, Ulises llegaría en ese momento mismo y no me vería obligada a interactuar con Gabriel.

Obviamente, no sucedió y yo ya me encontraba frente a él, que me miraba con una sonrisa y una expresión de duda.

-Estoy esperando a Ulises. -

Dije antes de que formulara la pregunta.

-Aw, ¿y por qué no tocaste el timbre? Podías esperarlo adentro, estarías más cómoda. -

-Estaba cómoda. -

Respondí sin pensar y supe enseguida que estaba haciendo un papelón.

-Pasa. -

Dijo y se hizo a un lado de la puerta.

-No hace falta, me dijo que ya estaba llegando. -

-Tengo comida en el fuego, por favor, pasa y espéralo adentro. -

Entró, dejando la puerta abierta para mí.

Revoleé los ojos a mi maldita suerte y entré.

El olor a comida golpeó mi nariz y mi estómago se quejó.

Gabriel caminó a la cocina a paso apurado y lo seguí, casi sin darme cuenta.

Él abrió el microondas y los músculos de su brazo sobresalieron por debajo de la camiseta, no pude evitar mirarlo. La forma era atractiva y me obligué a comportarme.

No podía ir por la vida, mirando a los chicos así.

Qué demonios estaba pasando con mi claridad mental, demonios.

Sacó un plato lleno de un revuelto de fideos con salsa de tomates y lo apoyó rápidamente sobre la mesa más cercana. Se estaba quemando.

Hizo un sonido, y estiró sus labios, dejando ver sus dientes hermosos, luego miró sus dedos comprobando el daño.

- ¿Estás bien? -

-Sí, gracias por preocuparte. -Iba a decirle que no lo hacía, pero siguió hablando. - ¿Quieres un poco?, hice demasiado para mí solo. -Negué rápidamente con la cabeza, pero me miró achicando los ojos y sonriendo a medias.-Solo un poco, estoy seguro de que te mueres de hambre como yo. -

Soñándote despierta. (Completa ✔️) (1)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant