Capítulo 3 | Anhelar

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Hace años, Shen Jiu se había puesto bonitas túnicas de seda para complacer a su Shizun.

Por supuesto, no llegaron exactamente a esa parte. Completamente. Shen Jiu se pasa los dedos por el cabello y suspira mientras se mira en el espejo. Hace semanas que decidió volver a vestirse de cortesana. Shen Jiu no tenía ningún reparo en hacerlo, estaba entusiasmado. Pero hay un problema de que se digan algunas ah... cosas incorrectas. Se frota una mano sobre el pecho, los ojos se cierran mientras disfruta de la sensación de la ropa.

A Song XiuYa le encantaba mimarlo. Telas de seda de araña, adornos de joyas que costaban más que la maldita finca. Shen Jiu no tenía ni idea de cómo su esposo podía encontrar tales cosas, o incluso permitirse los bonitos pendientes de rubíes o esmeraldas que solía colgar de sus orejas. Sus pies llevaban unas sencillas zapatillas, nada demasiado lujoso como para dificultar su uso, ya que la túnica no era más que adecuada pero... de buen gusto. No se abría en los muslos, ni dejaba al descubierto su pecho. Pero la muestra de sus tobillos, la curva de sus hombros evidente a través de un chal, y se acomoda contra la cama mientras espera a su esposo.

Song XiuYa era un hombre ocupado, y Shen Jiu lo entendía... ah, pero le gustaban... los momentos... en que podía robar la atención de Song XiuYa. Mientras se sienta, se ajusta el cabello, recogido en una gruesa coleta, casi a juego con la forma en que su Shizun lo llevaba usualmente... y aunque espera, esta vez no se duerme.

Song XiuYa entra en el dormitorio, con una fuerte exhalación. Su esposo, como de costumbre, llevaba una expresión carente de toda emoción, pero al ver a Shen Jiu, sus ojos se iluminaron y su mirada se calentó con afecto. Los labios se curvaron en una sonrisa, suave y dulce, antes de que finalmente se fijara en lo que llevaba Shen Jiu.

—Oh—. Se ríe, la habitual risa tensa y nerviosa que hacía cuando se encontraba con la seducción de Shen Jiu. —Estás muy bonito.

—Señor Song—. Shen Jiu toma un abanico, metido en la faja que le envuelve la cintura, y lo abre con un solo movimiento de muñeca. Es el mismo abanico que había llevado durante años. El sencillo y bonito diseño de bambú que su Shizun le había regalado hace tiempo. —¿Has venido por fin a recibir el placer de este humilde servidor?— Hay un pinchazo, brevemente, en esas palabras, pero sabe que Song XiuYa nunca le impondría ese papel.

Shen Jiu se lo estaba dando, con toda la confianza que tenía en su corazón.

La expresión de Song XiuYa cambió, pasando de la excitación a la cuidadosamente construida frialdad que llenó de calor a Shen Jiu. —Tal vez.

¿Tal vez? ¿Era esto parte de su cuidadoso juego de roles? Donde Shizun se hacía el difícil... ah... ¿quizás el frío Maestro que miraba con desprecio a los trabajadores del burdel? ¿O estaba Song XiuYa actuando así, sólo para irritar a Shen Jiu? Sus piernas se apretaron con fuerza.

Shen Jiu levantó una ceja, inclinando la cabeza para descubrir la curva de su cuello. Ve a su esposo tragar grueso, la forma en que los ojos oscuros parecen enfocarse contra su cuello. —¿Tal vez? Ah... qué desperdicio de dinero entonces, ¿mm? Si el Maestro Song no desea buscar alivio carnal con este, entonces tal vez, ¿le gustaría que le tocaran una canción?— Shen Jiu se abanica un poco más, inclinando su mano de forma que se vea la delicada curva de su muñeca.

Song XiuYa inhala bruscamente.

Shen Jiu sonríe, sus pestañas se cierran mientras suspira. —Por supuesto... ¿si el Señor Song aprecia un pequeño espectáculo...?

—Me gustaría ver...— Song XiuYa comienza, mientras entra en el dormitorio, sus manos arrastrándose por la cama. —Mi pequeña cortesana... desnúdate.

𝑪𝒓𝒆𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒐𝒚 𝒆𝒏𝒂𝒎𝒐𝒓𝒂𝒅𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora