Es difícil vivir una vida que no quieres, una vida que no tiene las características de la vida perfecta que siempre has imaginado.
Difícil pero no imposible y lo sabré yo, que he estado viviendo una vida que no quiero.
Después de despertar, pasé l...
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Las llamas que mantenían las velas encendidas ocasionando que la cera se deslizara por los extremos cayendo en mi pastel, iluminaban mi rostro y estaba segura de que todos podían observar las llamas danzando en mis ojos.
Mi sonrisa era enorme, como si realmente estuviese disfrutando estar rodeada de compañeros de trabajo hipócritas en un antro a las doce de la noche, bueno, doce con diez minutos, ya que hacía un rato me habían estado felicitando por mi cumpleaños número veintiséis.
—Vamos, Jade, pide un deseo —Cleid me animó colocando una mano sobre mi espalda dejando de aplaudir con el grupo de conocidos que se amontonaba a mi alrededor.
Claro que lo haría, pedir un deseo era la parte más importante de mi año, aunque también de mi día a día, pues cuando veía una estrella fugaz, cuando una de mis pestañas caía y tenía la oportunidad de alcanzarla, cuando pasaba por una fuente, siempre, siempre pedía un deseo.
El mismo de siempre y aun después de diez años el deseo seguía sin cumplirse.
Aun cuando mi mamá había estado contaminada por el cáncer en su sangre, siempre pedía el mismo deseo.
Tal vez era hora de cambiarlo y no sé qué me hizo romper con la tradición de hace diez años.
Tal vez la desesperación, las infinitas ganas de que mi vida tuviera un rumbo diferente, las ganas de poder avanzar y romper con las ataduras que me mantenían acorralada en una vida miserable.
Por primera vez en una década cambié el deseo y pedí ser feliz.
Soplando las velas de forma rápida cerré mis ojos y lo repetí una y otra vez hasta estuve segura de haber apagado todas las velas.
Todo desapareció mientras lo hacía. El ruido de la música que había sido bajada para que pudiera llevarse a cabo la mini celebración en un VIP del antro, la mano de Cleid, los aplausos y el bullicio de mis compañeros, fue como si entrara en un trance mientras repetía desesperadamente esas palabras.
Hasta que abrí los ojos y todo cayó sobre mi nuevamente devolviéndome al lugar en el que no quería estar, con personas que no me conocían realmente y con la mano en mi espalda del tipo que llevaba meses coqueteándome y que rehuía constantemente.
Volví a sonreí aun cuando no era feliz.
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