Epílogo

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Sarkans

Siempre me había mantenido al margen de estas celebraciones desde el día en que mis antepasados tuvieron que huir de tierras de licántropos y vampiros para poder sobrevivir. Y aunque llegados a un punto recuperamos el estatus que en algún punto habíamos tenido, preferí mantenerme al margen.

No era bienvenida, lo sabía por la forma en la que me miraban lo sabía por como se hacían a un lado cada vez que pasaba por un grupo en dónde ellos estaban.

Nunca fui capaz de vivir así, por eso me recluí a las afueras del pueblo y viví una vida tranquila, pero eso también era sinónimo de una vida solitaria.

Y pensaba seguir así, continuar en la soledad que me otorgaba mi cabaña hasta el final de mis días, pero entonces apareció ella, luciendo tan demacrada, insatisfecha con el mundo y rencorosa por la vida que le había tocado.

Recuerdo haberla visto beber y beber en el bar del hotel al que me había visto obligada a ir por la maldita convención de brujas. Aparentemente se estaban modernizando lo suficiente como para no hacer dichas celebraciones en la privacidad de una cabaña en lo profundo del bosque. Pude haberles prestado la mía si querían, pero claramente ellas querían obtener lo mejor de ambos mundos y por eso me vi obligada a asistir.

Y luego vi como se lanzaba hacia los brazos de un hombre que solo había estado esperando el momento oportuno para follarla.

Y que me jodieran si llegaba a permitir eso. No en mi maldita presencia.

Por eso fui y la arranqué de sus brazos y la llevé a mi habitación del hotel. Ella no pesaba nada, era muy delgada, aunque su belleza seguía destacando claramente. Era una mujer hermosa.

Aun podía recordar sus suaves palabras de borracha y quise reír por la ironía de las cosas.

—Vine aquí porque me dijeron que se encontrarían brujas —y luego comenzó a sollozar —no he encontrado ninguna y esa era mi última oportunidad.

Ni siquiera tenía que saberlo, ella quería ser sanada y por el inglés perfecto que salía de sus labios sabía que ella no pertenecía a la ciudad de México. Ese día sopesé todas mis variables, pero no le dije nada.

Ella al otro día solo despertó y me dijo que no había conocido a una mujer tan hermosa como yo. Y que me jodan si no la follé después de eso. Nunca había estado con una humana. Siempre jodí con brujas en el medio del bosque y todo siempre fue frío y sin emociones, pero con esa mujer había ardido a fuego lento hasta que terminé envuelta en llamas.

Y después de eso simplemente la arrastré conmigo, la sané, la devolví a esa mujer que en algún entonces fue y continué follándomela día y noche. Incluso había detenido su proceso de envejecimiento y aunque eso era penalizado por mi gente, ciertamente pasarían siglos antes de que ellos se dieran cuenta de que algo andaba mal con mi mujer.

Y por eso estaba aquí, sentada frente al altar de piedra que vería la unión de nuestro alfa con su luna y sus hermanos. Era hermoso todo el lugar. Rodeado de flores hermosas de colores claros. La luz de la luna alumbrando todo a su paso bendiciendo la unión y los tres hombres que habían acudido a mí para encontrar a su mate, de pie, en el altar luciendo ropa sencilla características de los matrimonios de licántropos.

Y al final del pasillo estaba ella, la hija de la mujer que amaba, Jade. Con una sonrisa que se extendía por todo su rostro, con sus ojos cristalizados ante la emoción, un vestido sencillo que llegaba hasta sus pies y un ramo de flores en sus manos.

Lentamente fue caminando mientras todos los integrantes de la manada la observaban deslumbrados por su belleza. Era como si la luz de la luna lamiera su piel haciéndola resplandecer.

Y su madre, la mujer que ahora sostenía mi mano solo pudo sonreír mientras las lágrimas escapaban de sus ojos.

Ambas creyeron que no viviría para ver este momento y me sentía tan feliz de haberles dado eso, porque de mi parte corría que ninguna de ellas muriera, ellas ahora eran mi responsabilidad, tanto porque Jade pasaba a ser mi hija, tanto como no dejaría a la mujer a mi lado sufrir su perdida.

Por todos los infiernos, infringiría muchas leyes protegiéndolas, porque incluso las traería de vuelta a la vida arrancándolas de las garras de la muerte si fuera necesario. Y que me crucificaran, maldita sea, que me quemaran en la hoguera, no permitiría que ninguna de ellas se fuera de esta vida, las haría vivir tanto como yo lo hiciera y si algo tenía muy claro, era que no moriría en muchos siglos.

Estaba dispuesta a que madre e hija estuvieran juntas por toda la eternidad. Y eso beneficiaba claramente a los lobos delante del altar esperando a la mujer por la que esperaron tantos años.

Al igual que yo, ellos tampoco la dejarían ir tan fácilmente. 

Nota

Bueno, mucho tiempo después, pero aquí está. Espero les guste al igual que los extras que vienen por ahí. 

Solo es para conocer un poquito más a cerca de la vida de nuestros personajes después de su final. 

Gracias por leer. 

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Darkness fuera. 


Jade (Segunda Parte)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora