Capítulo 5 Padre

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- ¡Basta, basta, basta!

- El señor Xiao no está haciendo nada, Omega.

- ¡Hagan que pare! ¡Aléjate!

Zhan estaba gritando. Sentía las garras de su lobo asustado arañarle las entrañas y su garganta.

Habían traído a su padre, y estaba en frente suyo. Supo desde el instante en que se enteró que el sujeto no iba a tener cargos por nada, que iba a cruzárselo. Allí estaba, el mismo rostro que apagaba cigarros en su piel, aquél rostro que reía cada vez que el pequeño se asustaba. Aquellas manos que le golpeaban por cada error y aquellos pies que pisaban su cabeza mientras le hacía limpiar. Zhan no podía creer como aquél sujeto seguía vivo. No sentía el Alfa, el mismo lobo que le hacía temblar. Pero había un dejo, un pequeño aroma que asomaba por detrás y haciéndole dar cuenta que por más que ahora era un Delta, allí estaba la misma persona que había hecho de su vida un infierno. El mismo sujeto que le arruinó la infancia. Su juventud.
No era cosa del lobo el ser un maltratador. Era cosa de la maldad que se escondía en lo más profundo de Xiao Xiu Qing.

- ¿Puedes decirme que estás sintiendo? - pregunto el doctor, anotando y asegurándose de tener la grabadora de voz activada. Documentaba todo lo que se encontraba allí, en voz y en vídeo. La cámara estaba colocada de forma que sólo grababa a los sujetos de pruebas pero a Zhan no podía importarle menos aquello. Quería dejar de sentir aquél miedo, aquella desesperación.

¡No, no! ¡Duele! ¡No, no!

Estaba más que claro que el Omega también sentía aquella repulsión, incluso peor. El padre había sido la causa del odio de Zhan hacia él; del miedo y del rencor. Había desaparecido como consecuencia y ahora no quería que sucediera de nuevo. Estaba en pánico.
Pero no podía parar las lágrimas o los temblores. Sus labios no se quedaban quietos y sus ojos no estaban fijos en ningún lugar, evitando a toda costa la figura insulsa y sin gracia del Delta.

- ¿Puedes transformarte en lobo, Omega?

Pero Zhan no era capaz de emitir sonido. Estaba contra una pared por lo que no podía simplemente darse vuelta. Sus manos se aferraban a la silla y sus piernas luchaban por agujerear el suelo. Su lobo gritaba dentro suyo y le lastimaba el pecho, la garganta y el corazón. No le llegaba el aire y sentía el fuerte deseo de vomitar por más que no tuviera nada dentro. El suero le mantenía lo suficiente sagaz pero aún así sus dedos picaban por encontrarse en sus garganta, tirando de su campana y así lanzar toda la basura que tenía. El simple recuerdo del sujeto en frente suyo le producía una sensación de vacío que debía llenarse con más.
Le daba hambre. Su padre le daba culpa.

- ¿Puedes, Omega?

Zhan negó. Y luego asintió.

- No...n-no...sé. N-no...y-yo...

- Nunca fue bueno hablando bajo presión. - Dijo aquél sujeto, casi avergonzado por el desastre que era el chico en frente suyo. Zhan abrió los ojos como platos y llevó sus manos a sus oídos, gritando. No podía escuchar aquel sonido desagradable sin querer esconderse en algún lugar. Las vibraciones lastimaban pero los recuerdos de sus gritos rompiéndole los tímpanos le asustaba, temiendo por qué en cualquier momento el Delta se pusiera a vociferar y no hubiese forma de pararle.

- Xiao, le dejamos muy en claro que hoy no debía hablar.

El sujeto asintió. El doctor volvió a la agenda escribiendo aún más, observando el estado en que se encontraba el paciente. Era increíble como el lobo que había matado al jefe yakuza ahora se encontraba temblando como un niño. Entonces, observando aún más, habló nuevamente mientras configuraba la cámara y alejaba un poco el plano.

A mordidasWhere stories live. Discover now