Capítulo 11 Mordida

617 117 19
                                    

Las manos parecían no ser suficientes para ambos. Garras, dientes, todo junto en aquella cama. Los labios de Yibo se movían en aquellos marrones pezones que le llamaban totalmente erectos y rígidos. Sus dedos tanteaban los glúteos del menor debajo de él.

Zhan sentía un nudo en el estómago a punto de explotar. Todo el tiempo estaba tenso, le quemaba y le hacía retorcerse.

El Alfa se movió hacia el otro pezón y al mismo tiempo, sus dedos se adentraron aún más en los glúteos del pelirosado. Busco su entrada con sus yemas y cuando un líquido pegajoso las mojó, supo que su Omega ya estaba lubricado. Toda la maldita sábana estaba mojada debajo de ellos y eso no hizo más que aumentar la erección que dolía en su entrepierna.

Sabía que este celo sería fuerte, pues el Omega había llegado tarde a todo. Estaban en la última oportunidad de que el lobo terminara de desarrollarse ya que el primer celo del pelirosado estaba siendo en sus cumpleaños número dieciocho.

Yibo sentía miedo en el fondo de su cabeza, porque sabia que iba a ser fuerte, que las feromonas iban a estar muy potentes debido a estar retenidas por tanto tiempo. Y tenía miedo de no poder cuidar a su pareja.

La espalda de Zhan se arqueó cuando un dedo comenzo a rodear su apretado agujero. Sentía ganas de llorar, quería rogar por que aquél hombre pusiera su miembro en él, lo más rápido posible. Su Omega le gruñía desde un lugar que nunca lo había hecho, Zhan sentía que estaba más cerca que nunca.

- Avísame si te causo dolor.

Sonrió y asintió al oír la voz de su pareja, podría quedarse horas escuchando como susurraba, como le hablaba de aquella manera. Sus uñas se clavaban en la tela y tenía miedo de moverse demasiado sin darse cuenta y quitar la almohada que estaba en su cabeza.

Utilizo lo poco de cordura que tenía para moverse hacia abajo, quitando su nuca del lugar en donde estaba escondido el teléfono.

Oh, cristo.

Aquello había hecho que el dedo en su entrada se colase dentro de él por completo. Aquello hizo que su entrada se dilatara y se llenase. Sintió la intromisión tirante, de una manera que nunca antes se había sentido.

Pero necesitaba más.

- ¿Un poco ansioso?

Zhan asintió, incapaz de hablar. Parecía que por más que quisiera sus cuerdas vocales no funcionaban para nada más que gemidos y súplicas. Era como si su parte humana no funcionara del todo y ahora era sólo una bola de músculos tensados, de su mente siendo gobernada por su lobo completamente.

Wang se acerco y beso el abdomen de su pareja, mietras comenzaba a mover el dedo una y otra vez, primero lento y luego rápido. Lo giraba y lo torcía para estirar aún más a su Omega. La lubricación lo hacia todo mucho más fácil.

Antes de que se diera cuenta, el segundo dedo estaba ya dentro y no supo exactamente cuando fue que sucedió. Él tampoco podía controlarse tanto, su lobo gruñendole por salir del todo. SU Alfa incontrolado queriendo marcar a su Omega de una vez, luego de tanto tiempo.

Con los dos dedos dentro, Zhan comenzo a rogar.

- Por favor...ya...

Pero Wang quería lastirmarlo. Él sabía que estaba más que preparado para recibirlo, pero tenía que pensar en frío un poco más, sólo un poco más.

Se avanzó de lleno contra su pelirosado y necesitado Omega, callándole con sus labios y su lengua. Le penetró su cavidad con su musculo y lo giró al rededor de Zhan, sacándole ruidos obscenos, chocando sus dientes y bebiendo sus respiraciones.

A mordidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora