Capítulo 11

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Con una bebé en la casa se tuvieron que adaptar a nuevas rutinas. El cuarto de la niña ya había sido decorado con muchísima antelación, así Esperanza disfrutaba de su propio espacio. Y aunque la mayoría de las veces la niña dormía de corrido, otras como esa noche se despertó varias veces en la madrugada. Cuando Julián iba a levantarse tras escucharla por la radio, Refugio lo detuvo.

El reloj marcaba las 4.30 de la mañana. Refugio se movía suavemente por la habitación para que Esperanza pudiera volverse a dormir, la arrullaba y le cantaba unas nanas. La bebé hipnotizada por la voz de su abuela cerraba los ojitos poco a poco.

—Refugio -Julián entró a la habitación de la niña y cuando Esperanza lo escuchó sus ojitos volvieron a abrirse, mientras emitía unos gorgoritos-

— Buena las has hecho, ahora no volverá a dormirse.

Y es que era escuchar la voz de Julián y Esperanza se volvía hiperactiva

—Perdóname. Te estabas tardando y pensé que había sucedido algo -acercándose para tomar a la niña en brazos- Pero esta señorita si se va a dormir, verdad.

Las 5 de la mañana y Esperanza conversaba en su lengua de bebé con un atento Julián, a pesar de haberle leído un cuento el sueño de la niña se había esfumado, por eso ambos adultos decidieron volver a su habitación llevándose a la niña.

—Deberías haberme dejado con ella

—Cuando te propuse hacernos cargo de ella, incluía todo, eso quiere decir desvelarse, cambiar pañales, darle biberón y todas esas cosas -con la niña sobre su pecho-

Mientras ellos charlaban Esperanza se durmió escuchando las voces de los adultos. La acomodaron en el medio de ellos y también decidieron abandonarse al sueño después de un rato. Julián había delegado la mayor parte de su trabajo por eso no pasaba tanto tiempo como antes en los juzgados.

Refugio volvió a darle el biberón al bebé, la cambió y cuando nuevamente se durmió la acostó en la cuna, entrecerró la puerta llevando consigo el monitor de la niña para escucharla por si despertaba.

Se estaba quitando la bata cuando Julián salió del baño en toalla y secándose el cabello se detuvo cuando la vio y sonrió porque se estaba acercando a él, La observó de arriba a abajo y despojándose de la toalla la atrajo hacia sus brazos mientras reclamaba sus labios en un beso demoledor.

Antes de llegar a la cama el camisón de Refugio había ido a hacerle compañía a la toalla de su marido. Piel contra piel fueron retrocediendo hacia el lecho matrimonial. Cuando la tuvo a su merced los labios masculinos iniciaron su recorrido por el cuello, deteniéndose luego en lo senos femeninos...

—Julián - el quejido de su esposa acompañado de sus manos deteniendolo lo sobresaltaron y se separó- suave, por favor...

—¿Te lastimé? -indago con preocupación, aunque sabía que no había sobrepasado sus límites y que solo había hecho lo de siempre-

Siguió marcándola con sus labios, despacio. La penetro sin dejar de observar para asegurarse que no sintiera ninguna otra molestia. Se balanceaban suavemente con la melodía que sus cuerpos conocían dejándose arrastrar cual olas. Él le susurraba todo lo que le hacía sentir en esos momentos llevándola al borde de la locura esa locura que los abrazaba a ambos cuando llegaban a la cúspide del placer como en esos momentos.

Tras ese encuentro se ducharon juntos donde nuevamente volvieron a hacer el amor, esta vez un poco más frenético olvidándose de todo por unos momentos. Julián la observaba a través del espejo pensativo, mientras se anudaba la corbata, su esposa tenía algo, pero no lograba descifrar

Tiempo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora