Capítulo 50

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Un celular sonó y luego otro, el suyo y el de Refugio. Como su esposa había ido al baño él se fijó en los dos móviles. Rebeca y Nacho...

Aquello era raro así que no le quedó de otra que atender la llamada.

El llanto de Alex era inconfundible —¿ Qué sucede Rebeca? - se alarmó-

Refugio salió del baño y miró preocupada a su marido que tenía el entrecejo fruncido. Julián le hizo un gesto para que se acercara. Rebeca corto la llamada, pero al instante inició una video llamada.

— Mami, papi - la voz llorosa de Alex y su carita empapada de lágrimas apareció en la pantalla-

— ¿Alex, qué sucede mi vida? - Refugio se acercó más a su marido para que su hija pudiera verlos a ambos-

Los adultos se miraron cuando escucharon la palabra bebé.

—Estábamos bromeando -empezó Rebeca disculpándose- perdón por interrumpirlos, pero Alex nos escuchó y...

En la pantalla aparecieron los demás con una cara de culpabilidad que no podían con ella.

El juez suspiro y Refugio se relajo sonriendo.

—Está bien, Rebeca. Alex no hay ningún bebé, ni lo habrá. -la consoló Refugio-

— ¿De verdad? -Pregunto aun llorando- quiero ir...

—Alexandra te prometemos que no habrá ningún bebé - la interrumpió Julián- es tarde ya, deberías estar en la cama.

— Si te portas bien y ya no haces más berrinche mañana te llevaremos algo -prometió Refugio-

Aunque les costó bastante salieron victoriosos pues Alex se había calmado. Y les prometió que los esperaría mañana con su sorpresa.

Julián se dejó caer en la cama como si estuviera agotado. Sus hijos iban a terminar con él.

— ¿Te arrepientes?

la voz de Refugio lo sacó de sus cavilaciones, aunque su mujer parecía seria, el brillo divertido en su mirada le decía lo contrario.

—¿ De qué exactamente? - Se acomodo en el respaldo para verla mejor-

— Desde que nos casamos tu vida ha dado un giro tremendo. Y con la llegada tan inesperada de Alex.

— Mi vida era el trabajo. No me arrepiento para nada de ninguna de las cosas que me han sucedido -pasó sus dedos por la mejilla de Refugio- aunque tengo a los mellizos... pero tu, Refugio me has dado una hija preciosa y me permitiste vivir la paternidad desde el inicio. -suspiro- y aunque a veces no sea todo color de rosa... ¿Tus hijos han sido tan dependientes?

—Es la primera vez que tengo una niña -se burlo-

—Burlate, pero al paso que van nuestros hijos te vas a quedar viuda antes de tiempo -bromeó, en tanto sus manos iniciaban caricias que hacían estremecer a Refugio-

—No bromees sobre eso... no soportaría -emitió un suave grito cuando Julián la tumbó sobre la cama para hacerlo él sobre ella-

Sus miradas se entrelazaron dejando ver todo el amor que se tenían —Ay Refugio, Refugio me tienes completamente enamorado, hechizado. No me arrepiento de haber luchado por ti,porque sé que al despertar lo primero que verán mis ojos son los tuyos. Se que al despertar te voy a tener al lado mío, recostada en mi pecho.

Las palabras eran innecesarias en esos momentos, si con sus caricias se entendían, y también se demostraban lo mucho que se deseaban.

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