7

37 12 0
                                    

Todos los días iba a verme al jardín, supuse que tenía libres esas horas y su turno de trabajo era el opuesto al de mi familia, siempre estaba interesando en preguntarme cosas de mí y mi gusto por la jardinería, por mi parte, habían pasado 3 semanas y en ninguna ocasión le invité a pasar.

Hubo una ocasión que trate de sembrar unos arbustos, pero eran pesados y sin dudarlo él se ofreció a hacerlo, acepte y le dije como debía colocarlos, el me hizo caso y a cambio de su ayuda con esas cosas, le invité a comer y el acepto gustoso.

Comimos carne, verduras y arroz silvestre, él se veía encantado y me sorprendieron sus modales en la mesa. 

- ¿Que dirías si le pido tu mano a tus padres? - preguntó mientras yo terminaba de engullir un trozo de pan, él era definitivamente muy apuesto, amable y ya no podría imaginarlo sin esa característica cicatriz, aunque no mentiría que llegue a fantasear cosas de las que no estoy orgullosa, o que más bien, no eran bien vistas para una jovencita.

-Seguramente le rechazarían- dije y Kakucho no me quitaba la mirada de encima - Un hombre ya ha pedido mi mano y he sido prometida- le sonreí con tristeza, ya que sabía que me estaba enamorando del minero frente a mí.

- ¿Podrás amar a un hombre que no conoces?

- No lo sé- dije algo triste -pero le daré mis votos y los voy a cumplir, porque así me ha criado mi familia, porque dañaría los valores que ellos mismos depositaron en mí, y yo amo a mi familia- dije firme y su gesto era indescifrable.

- Eres un ángel, espero que ese hombre te haga feliz, dime, ¿crees que serías feliz conmigo? - su pregunta era seria y dejo los cubiertos en la mesa, esperando mi respuesta.

- No podría asegurarlo- su gesto fue incómodo -pero usted tampoco podría asegurar que sería feliz conmigo-

En silencio terminó la comida, lavo su plato y tuvimos una cordial despedida, al día siguiente no vino, ni al siguiente, ni al tercero o cuarto. Me inquietaba, no podía mentir, a veces salía al jardín solo para ver si lo veía andando por el campo, pero nada.

El amante de las minasWhere stories live. Discover now