Capítulo 86 (Amor Poliamoroso - Capítulo 10)

19 0 0
                                    

—¿En dónde está Jacob?

Yin dio un paso más hacia el grupo. Traía una mirada descarnadamente seria, los músculos tensos y los puños apretados. Le regaló un rápido vistazo a todo el grupo, a la espera de la menor señal que pudiera responder a su pregunta. Desde que Lucio le había confesado que sus hijos habían muerto, mantenía la tensión a flor de piel. Era una tensión que no mermó ante la presencia de sus cuatro hijos restantes. No iba a descansar hasta tenerlos a todos reunidos.

—¿Acaso nadie me va a responder? —insistió esta vez claramente molesta.

—¡Mami! —Yuri se adelantó al grupo dirigiéndose a su madre—. Marcelo dijo que Jacob está en una ciudad extraña dirigida por un patito de hule —lo acusó apuntando al caballo con su índice.

—Al parecer está en otra dimensión o algo —se adelantó Marcelo tras aclararse la garganta y aproximarse a Yin—. Está anotado en su diario de vida.

El caballo le extendió el cuaderno con la página abierta en donde se encontraba escrita la profecía. Yin la recibió junto con el lápiz con el cual fue escrita. El lápiz con luces regalo de Yuri jamás se separó del cuaderno forrado regalo de Jimmy.

Yin aprovechó de revisar lo escrito por su hijo y ponerse al día. Jacob era muy conciso y directo a la hora de relatar los hechos. Su hijo contaba sus vivencias desde poco antes de la explosión hasta su desaparición. Sus miedos, sus vivencias, sus problemas, su soledad. Era como estar presente entre sus hijos pero sin estar físicamente. ¿Por qué tuvo que sufrir tanto? ¿Por qué no pudo continuar con su vida normal, tal y como la tenía hasta hace poco? ¿Por qué tuvo que cargar junto a sus hermanos el peso de su amor con Yang? ¿Por qué tuvo que ser descubierta? ¿Por qué esparcir tanto dolor por un amor prohibido?

«¡Tú! ¡Guerrero Woo Foo! ¿Eres el elegido?»

Cargada por el coraje y la frustración, Yin apuñaló la libreta con el lápiz. En ese momento, un ruido atronador se escuchó por todo el entorno. Todos se cubrieron los oídos tras el retumbar, y más de alguno cayó al suelo producto de la vibración del sonido. Al mismo tiempo, comenzó a temblar cada vez más fuerte. Los retratos de las paredes comenzaron a mecerse mientras que desde la cocina se comenzaba a escuchar los platos rotos. El terror invadió los nervios de los presentes, quienes no comprendían lo que estaba pasando.

Desde la libreta atravesada emergió una luz enceguecedora. La luz ardía tanto que se vio en la obligación de alejar sus manos. La luz siguió flotando en su sitio, brillando cada vez con más intensidad. La tierra comenzó a quebrajarse producto del temblor, y varios más cayeron al suelo. Marcelo, Pablo y Yanette eran los únicos que aún seguían de pie, observando en todas direcciones alguna pista que explicara lo que estaba ocurriendo.

La luz creció hasta tener un radio de aproximadamente un metro. Yin se encontraba en el suelo, cubriéndose los ojos con su brazo. Poco a poco se fue acostumbrando a la luz, hasta ser capaz de ver directo a la fuente sin quedar ciega. Poco a poco se puso de pie, adaptándose al baile de la tierra. Algo en su interior le decía que dentro de esa luz hallaría la respuesta respecto de la ubicación de su hijo. No podía pensar en otra cosa que no fuera en Jacob. Su Jacob. El conejito que había pasado tantas penurias junto a sus hermanos. Quien codo a codo con su familia se encontraba bebiendo de esa copa amarga. Quien le había presentado una rápida mirada a aquellos días que vivieron separados de ella. Quien había sido separado de sus hermanos producto de un destino que no entendía, y que no estaba dispuesta a aceptar.

Yin dio un paso tras otro. La energía emanada de la luz la empujaba hacia atrás con una fuerza invisible. Los cielos se cubrieron y comenzaron a lanzar fuertes rayos alrededor. De la nada, se estaba forjando una terrible tormenta. Los truenos resonaban incluso al interior de los corazones de todos, robándose todo el valor que yacía dentro.

Amor prohibidoWhere stories live. Discover now