Capítulo 12

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¿Enamorado?


Aldemar


—¿Cómo estás?—preguntó Elizabeth sin apartar su mirada de la mía. Un vacío pareció abrirse en la boca de mi estómago— .Esta vez no hay llantas vacías, Sergio paso nuevamente a recogerme al colegio y de paso busco a Maggie cerca de aquí. Entonces, yo insistí para que pasara por acá —dijo de manera sencilla sin más justificaciones y concluyó con una divertida carcajada.

Miré hacia la puerta y vi a Sergio que saludo con un movimiento de manos que correspondí, a su lado su pequeña hija.

—Ya vez, aquí ganándome el pan de cada día —comenté sonriente y en tono despreocupado, ocultando mis verdaderas emociones. Todavía no procesaba del todo su presencia aquí.

—No estaba segura de encontrarte, pero aun así, insistí con Sergio para que pasara por aquí.—comentó ella, espontánea, sencilla y sin poses. La miré enderezar su cuerpo.

—Es un poco temprano, pero hoy no fui a clases, y aquí estoy ayudando a los tíos —expliqué. Mis ojos parecían regirse solos, ignorando las indicaciones que le enviaba mi cerebro para que desistieran de recorrer a la hermosa chica frente a mí.

Incluso para mí, resultaba casi absurdo no poder apartar los ojos de ella, sin embargo, Elizabeth no lucia incómoda con mi intenso escrutinio.

Y si soy justo, podría aventurarme a decir que el recuento era mutuo.

—Hola jovencita ¿en qué puedo ayudarte?—tío Hernán se detuvo a mi lado y me empujo suavemente.— .Ve a acomodar en el almacén las cajas que están en el pasillo, Aldemar —Entonces se dirigió a mí, con un tono de voz que conocía bien.

Cuando Hernán decía algo en ese tono esperaba inmediata acción.

Miré a Elizabeth sin ocultar la sorpresa y vi en su mirada extrañeza.

—Ve y haz lo que te dije, hijo —indico Hernán con tono de urgencia, un apremio innecesario.

No esperaba algo así, la actitud de mi tío fue realmente inesperada. Y me enoje, fue una de las raras ocasiones en que he sentido coraje hacia él.

Trastabille cuando inconscientemente cruce mis pies al moverme, más logré mantenerme en pie. Senti sobre mis mejillas el calor de un vergonzoso sonrojo.

Bajé la cabeza – Nos vemos luego – dije dirigido a nadie en particular, alejándome hacia el fondo del negocio.

Pegado a una de las paredes, sin dejarme ver, pero lo suficientemente cerca para escuchar las voces y saber lo que sucedía entre mi tío y Elizabeth.

—Solo pase a saludar—dijo Elizabeth en tono suave y agradable.

—¿Cómo estás Hernán? —Oí la potente y a la vez amistosa voz de Sergio saludando al tío, seguido de movimientos.

—¿Cómo estás Sergio? Otra vez por aquí, esperó que no sea otra goma vacía —inquirió Hernán, en respuesta oí la risa del más joven.

Momentos después, Hernán y Sergio se enfrascaron en una amena charla sobre carreras de caballos.

Pude oír a Maggie insistiendo a Elizabeth por un chocolate no lejos del mostrador.

Luché  por no dejarme llevar por el enojo y volver a la tienda, desafiar la orden de mi tío ya que desconocía las razones por las que me avergonzó frente a Elizabeth.

Sin embargo mientras transcurrían los minutos una honda tristeza fue remplazando el coraje. El anhelo de buscar a Elizabeth frustrado por la ansiedad que comenzaba arroparme.

Poco a poco en la oscuridad del almacén, sentado sobre el suelo de concreto mientras oía el tintineo de la campanilla que anunciaba la entrada de clientes al local, traté de comprender los motivos de Hernán para su comportamiento grosero.

Solo el temor y sus deseos de protegerme de lo que él pensaba amenazaba mi tranquilidad, motivarían al tío a comportarse de manera tan drástica.

Quizás Elizabeth no lo entendió así, pero yo lo conocía. Sabía que mi tío jamás se comportaría de forma tan odiosa, sin un propósito.

Hernán no quería a Elizabeth cerca. Sus motivos no eran claros para mí, aún escapaban a mi comprensión.

*******

No sé cuánto tiempo estuve sentado sobre el suelo del almacén, de frente a la pila de cajas de cartón. Son incontables las veces en que oí las campanillas de la puerta.

—Te desconozco Hernan.¿Por qué te comportaste tan desagradable con esa linda chica? No puedo creer que avergonzaras a Aldemar de esa manera —La enojada voz de mi tía llego hasta mi.

—No me mires así mujer, lo hice por el bien de Aldemar —dijo Hernán justificándose.

—¡Que bien, ni bien, hombre!, —mencionó Mercedes en un siseo, quizás evitando que alguien más la escuchara.

—¡Yo sé mi cuento Mercedes! Esa amistad no le conviene a Aldemar—emitió Hernán firme y con convención.

De pronto, el silencio sustituyo la discusión entre mis tíos, de fondo los ruidos comunes, el movimiento de personas en el negocio, la dichosa campanilla.

Tiempo después, aun sin mirar los ubiqué nuevamente juntos y listos para continuar la discusión.

—Me puedes iluminar y decirme porque la amistad de esa linda chica no le conviene a nuestro sobrino —dijo Mercedes utilizando un poco de sarcasmo al hablar.

Mis tíos no solían discutir a menudo y, mucho menos por algún asunto relacionado a mí directamente.

—Aldemar no ve a esa muchacha como una amiga, Mercedes. Nuestro sobrino está enamorado de ella.—

Luego de aquella conclusión, se hizo un silencio prolongado. Mercedes pareció quedarse sin palabras, al igual que yo me quede sin aliento.

—No creo que Aldemar este enamorado— comentó Mercedes, más la duda pareció teñir sus palabras— .¡Eres un exagerado, apenas la conoce! —añadió segundos después, en afán por oírse convencida de aquello último.

—Si lo está, y si no lo está ahora, pronto lo estará.—Afirmó Hernán sin lugar a dudas— .Enamorarse de esa muchacha, solo le va a traer penas a nuestro sobrino —añadió.

—El amor no es malo, Hernán. El amor es la esencia propia del ser humano, lo que nos hace seguir hacia delante —dijo ella.

—Hermosas palabras mujer, pero en este caso sabes que tengo razón. Aldemar no debe enamorarse de esa muchacha por muchas razones.—Yo no dejaba pasar palabra de la conversación y no pude menos que darle la razón a mi tío.

—No debiste tratarlo así delante de ella, lo avergonzaste.—advirtió la tía aún enojada.

—Mala mía, pero no encontré otra manera, sabes que soy bruto.—Lamentó Hernán siendo sincero.

—¡Ay Bendito! ¿dónde estará?—se preguntó Mercedes—Voy a verlo.—Me puse de pie de un salto y salí de allí, antes de que mi tía me viera.

Ya en la calle respire una gran bocanada de aire fresco, no quería hablar con nadie de mis sentimientos, mucho menos con mi tía.

Agobiado, emprendí el camino sin rumbo fijo.




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Amanecer junto a ti 🧡 En físico por Amazon 04/15/2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora