Capítulo 25

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Sin aliento

Aldemar


Principios de febrero, 2010


Elizabeth residía algo retirado de la zona por la que solía moverme. Mientras yo vivía en un barrio de San Juan, ella vivía en una urbanización de Guaynabo.

En dos ocasiones perdí el rumbo, transitando por calles equivocadas hasta que me obligue a concentrarme en las instrucciones. Lo admito, estaba más que nervioso.

Finalmente encontré la residencia, una casa enorme detrás de unos muros que no pude evitar comparar con mi humilde apartamento en los altos del negocio.

Jamás había estado en el interior de una casa como esa. El lugar donde vivía Elizabeth con su familia era casi una mansión amurallada que solo vi antes en revistas y televisión. La residencia era de película, una casona amurallada.

Me pregunté si me correspondía llamar al interfono o, era preferible marcarle a su celular para indicarle que me encontraba allí afuera. Sin embargo, no fue necesario ninguna de las dos cosas, Elizabeth me esperaba cerca del portón peatonal camuflajeado en los hierros del portón principal.

Hermosa, fue lo primero que me llegó a la mente.

Apagué el motor de la motora y la aseguré. Beth se acerco, la vi tratar de acomodar algunos mechones de su pelo suelto mecidos por la suave brisa, en sus labios su contagiosa sonrisa mezcla de coquetería e inocencia. No tuve dudas era bienvenido, su sonrisa y la alegría en sus ojos verdes me lo gritaban.

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Beth 


Fue una enorme sorpresa la llamada de Aldemar. Comenzaba el mes de febrero y las esperanzas que aún albergaba de volver a ver a Aldemar, agonizaban.

Aunque debo confesar que no habían desaparecido del todo.

La tarde de su inesperada llamada poco falto para que no atendiese el teléfono. Me encontraba tirada sobre mi cama un poco adormecida, no fue hasta el último momento que estiré la mano con pereza y contesté.

Al oír su voz no la reconocí de inmediato, cuando lo hice, al oír su tímido «Beth» mi estómago pareció dar un brinco y me incorporé sobre la cama, cruzando las piernas y atusándome el cabello con nerviosismo.

No me dio la gana de ocultar la emoción que sentía ante su llamada, tampoco me reprimí de preguntarle cómo estaba y si ya había regresado a su casa.

Le dije lo que pensaba «que no volvería a oírle»

A eso, con un ligero titubeo me comentó que se encontraba visitando a la familia de su padre, pero no me dio más detalles.

Noté claramente que Aldemar no deseaba dar más explicaciones y ¿quién era yo para fastidiarlo con preguntas?

Al decirme que le gustaría verme casi me dejó sin aliento, pero logré decirle que yo también lo quería ver.

De inmediato mi mente echo a andar un plan para poder salir de la casa sin que Micaela notara mi ausencia. Mis padres estarían fuera de la casa en una actividad y de seguro regresarían de madrugada.

Micaela no era una persona fácil de engañar, ella estaba pendiente a todo y se retiraba a su cuarto ya tarde.

       —¿Te gustaría acompañarme a dar una vuelta en motocicleta? —preguntó Aldemar siendo más específico mientras yo trataba de pensar en cómo evadir a Micaela.

Amanecer junto a ti 🧡 En físico por Amazon 04/15/2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora