Capítulo 23

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Ni bien nos terminamos de bajar de los autos de André y Gabe, Blair los echa, diciéndoles que se adelanten, mientras nosotras nos cambiamos en el auto de su novio. André le murmura algo a Gabe antes de comenzar a alejarse.

—Tú no eres normal —le digo cuando hemos entrado a la parte trasera del auto y ella ha sellado las puertas con seguro, no pierde ni un segundo en deshacerse de la parte superior del vestido... cabe destacar que no lleva nada debajo, afortunadamente las ventanas del auto tienen los vidrios ahumados.

—Dime algo que no sepa —coloca un bolso en medio de nosotras, y saca su vestido.

No pierdo más tiempo y me giro para que ella me ayude a bajar la cremallera del vestido, lo bajo por mi cuerpo hasta quitármelo por completo, teniendo cuidado de no dañarlo, y saco el que ella guardó para mí.

Es un vestido de tirantes de color blanco ceñido al cuerpo que me llega a mitad de muslo, y tiene una abertura en el costado de la pierna derecha. Me abanico el rostro con la mano cuando ya me he acomodado la parte de arriba, lo que menos quiero es sudar y se arruine el maquillaje. Blair, en su lugar, se coloca un vestido negro de manga larga que también es ceñido al cuerpo y llega a medio muslo.

Como puedo, me termino de acomodar el vestido y enciendo las luces del techo del auto para retocarnos un poco el maquillaje y acomodarnos el pelo, dejándomelo suelto cuando no puedo rescatar el peinado, sólo lo acomodo un poco con los ganchitos para mantenerlo apartado de mi rostro.

Guardamos todo con cuidado en el bolso, incluyendo los sacos de André y Gabe, y salimos.

De camino al local, el estruendo de la música invade nuestros oídos ni bien terminamos de entrar. Es un lugar con una apariencia antigua por fuera, pero que su interior ha sido modernizado, manteniendo la seguidilla de construcciones de antaño, pero adecuándolo a la actualidad.

Me muevo un poco al ritmo de la música a medida que nos acercamos, dejándome llevar.

—¡Eso, niña, baila! —me anima Blair, quien no tarda en acercarse y menear las caderas contra mí en una mala imitación de baile sexy. Ambas nos echamos a reír y la alejo de mí con un ligero empujón.

La noche aún es joven, por lo que no está tan lleno como esperaba, pero seguramente no tardará en estarlo, después de todo es sábado por la noche.

Al visualizar a nuestros acompañantes, nos encontramos con que ambos hablan casi normalmente... digo «casi» porque Gabe se ve tenso, incómodo, pero le sigue la conversación a André. Apenas nos ve, noto que se relaja, y no despega su mirada de mí a medida que caminamos, sólo cuando estoy frente a él es que mira mis ojos.

—Estoy sin palabras —me susurra cerca del oído, y luego besa mi mejilla.

—Espero que eso sea bueno —le dedico una mirada coqueta a la vez que intento que mi voz suene así.

—Créeme que sí.

Ambas tomamos asiento al lado de nuestros acompañantes y André alarga el brazo en dirección a la barra, al parecer es la señal para que un mesero se acerque a nosotros con dos copas grandes con un coctel de varios colores y dos vasos cortos con un líquido ambarino dentro.

—Un detalle de parte de André y de mí —anuncia Gabe, a la par que el chico deja las bebidas en la mesa, frente a cada uno—, por su graduación.

Ambas les sonreímos a modo de agradecimiento.

—Queremos hacer un brindis por ustedes —André y Gabe levantan sus vasos al mismo tiempo, como si hubieran planeado todo mientras no estábamos, invitándonos a hacerlo también.

De París, con amor [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora