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A la mañana siguiente, todos los integrantes de las familias Haddock y Hofferson terminaban de desayunar, a pesar de que Ragnar y Lagertha vieron opciones para comprar una propiedad en Berk, Estoico y Valka insistieron en que se queden a vivir con ellos y así fue.

-Un segundo.- dijo Hiccup pidiendo permiso para levantarse de la mesa, al momento de que le llegó una llamada a su teléfono.

El muchacho se retiró al patio trasero para tener más privacidad en cuanto vió que era el número de Mérida usa para llamar desde la casa de rehabilitación psiquiatra.

-Lo siento, pero debo irme a hacer unas cosas.- volvió a hablar el castaño cuando terminó la llamada e ingresó al comedor de nuevo, pero ahora tenía una voz tajante y tomaba rápidamente su chaqueta.

-¿Qué cosas, hijo?- le preguntó Valka confusa por su reacción. Sin embargo, él no le contestó.

-Lamento no acompañarte a su terapia, pero te lo compensaré, lo juro.- le dijo el ojiverde a su novia para luego darle un beso en la cabeza, al igual que su madre y hermana. Después de eso, salió disparado a su motocicleta y se fue.

-Papá, por favor.- le pidió Astrid en un tono de regaño a su padre en cuanto vió cómo él miraba con recelo a su novio.

-Lo intento, hija, pero él ayer te dijo que te acompañaría a tu terapia y ahora se va de repente.- reclamó Ragnar.

-Él ha ido a todas y cada una de mis terapias, ahora le ha surgido algo importante y no irá a esta, no es el fin del mundo.- objetó la rubia siguiendo con su comida, ahora se daba cuenta que tenía más apetito- En todo caso, le diré a las chicas que vengan para que me acompañen y así hablar un poco, mientras hago mis ejercicios. Eso me ayudará ahora, necesito despejarme.- añadió en un todo más bajo de voz, sin quitarle vista a su comida.

Luego sintió la mano de su madre acariciar son suavidad su cabello.

-Es un buen plan, mi vida, tengan un día de chicas.- alentó ella y Elsa tomó la mano libre de Astrid, dándole a entender que amaba su idea.

La menor de los Hofferson sonrió ligeramente.

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-¡Suban, señoritas!- gritó Heather desde el asiento del piloto de su auto y Brutilda estaba en uno de los asientos de atrás.

-Hola, chicas.- saludó la peliblanca entrando a la parte de atrás y dejando que Astrid suba al asiento del copiloto.

Después, la pelinegra arrancó y en medio del camino, percibió que Astrid tenía unas gran ojeras que no intentó ocultar y que también se le veía algo desanimada.

Y sí que lo estaba.

Astrid no podía dejar de pensar en las caras que sus padres ponen cuando piensan que ella no los ve, se les nota decepción y el enojo. Sabe que están haciendo el esfuerzo para apoyarla de la mejor manera, pero los conoce perfectamente bien, como para saber cuándo fingen.

Y es lo mismo con los padres de Hiccup.

Eso los tenía perturbados a ambos, pero sabían que lo merecían por descuidarse. Tampoco podían pedirles que los apoyen sin sentir más que pena y preocupación, pero tenían la esperanza que, con el paso del tiempo, las cosas serían algo mejores.

-¿Dormiste algo anoche, Astrid?- le preguntó sin dejar de ver su camino.

-La verdad, no.- suspiró.

[YOU CHANGE MY LIFE]Where stories live. Discover now