Capítulo 1

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Cuando mamá me dió la noticia no pude, sentí que explotaría de alegría, tengo demasiados sueños por cumplir y aquí me será muy difícil. Mi preocupación se presentó cuando me dijo cómo nos iremos y que abuela se queda. Partimos en lancha dentro de un mes. Esos dos factores me han trastornado el día por completo.

Llegando de la secundaria, estoy por ingresar a casa y escucho las muy usuales discusiones entre abuela y mamá, siempre el mismo tema: "porque la Revolución esto y la Revolución aquello"

—María Luz, eso es un peligro. No puedes irte así sin más. Aquí lo tienes todo. Gracias a la Revolución vivimos bien y todos los días tenemos de comer, este gobierno nos proporciona una buena vida, no nos falta nada.

—Gracias a la Revolución mamá, es que tenemos esta casa que se está cayendo a pedazos y el dinero no nos alcanza ni para fin de mes. Mi hija y yo necesitamos mejorar, y juro que apenas me estabilice hago hasta lo imposible por llevarte con nosotras.

—A mí nadie me saca de mi país porque...

Salgo a dar una vuelta por la cuadra. No quiero escuchar.

El problema de abuela es que para ella todo es comunismo y revolución, es fiel a su patria.

Camino por la acera, ganas de llorar me dan cada que veo alrededor. El barrio donde vivo irradia pobreza. Miro mis pies, los zapatos están demasiado gastados, mamá los ha llevado al zapatero más de cinco veces porque se rompen muy seguido y no podemos comprar unos nuevos.

Realmente quiero mejorar, aunque me asuste el mar, de alguna manera tengo que salir de aquí y si esa es la solución que encontró mi madre pues la tomo.

Realmente quiero mejorar, aunque me asuste el mar, de alguna manera tengo que salir de aquí y si esa es la solución que encontró mi madre pues la tomo

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Llegué hace un rato a casa y luego de bañarme, me recuesto en la cama. Mamá entra al cuarto con sus manos escondidas detrás de su espalda.

—Felicidades de nuevo mi flor —muestra sus manos y lo veo y no lo creo.

—Oh Dios mío, mamá, no lo puedo creer —miro con asombro lo que sostiene.

—Si Krysti, pase un poquito de trabajo para averiguar dónde lo venden, pero lo encontré —me tiende el libro de Jane Eyre.

Llevo tanto tiempo hablándole de ese libro que me comentó la bibliotecaria, que no recordaba que me prometió algún día comprarlo. Yo amo los libros.

—Gracias, gracias, gracias mami —me lanzó sobre ella a abrazarla.

—Todo para la flor de mi vida —dice devolviéndome el abrazo.

2021

Despierto y lo primero que hago es coger de la mesita de noche mi viejo y gastado libro de Jane Eyre, abrazándolo fuerte, es lo único que me queda de ella.

—Buenos días mundo, buenos días Sonrisa —veo a mi perrito que me da los buenos días con su lengua afuera. Me estiro antes de salir de la cama. Hoy toca trabajo así que antes de alistarme le doy su comida a Sonrisa, tiendo la cama y organizo lo que está desordenado.

Una vez lista agarro el bolso y las llaves. Antes de salir le hablo a mi perro.

—Sonrisa, mamá va a trabajar, no hagas ruido, recuerda que el casero no permite animales. No debería permitirme la entrada a mi tampoco ya que los humanos somos animales pero eso no viene al caso ahora. Mami te quiere —se me queda viendo con sus ojitos color caramelo, le lanzo un beso y cierro la puerta. Voy mirando a las personas caminar en lo que me encamino a la parada del transporte público.

Ciertamente nada es fácil cuando llegas aquí pero para mí fue mucho más difícil.

Gracias a mi esfuerzo por ir superando las circunstancias en las que me ha puesto la vida, he podido salir adelante poco a poco, aunque siempre quedan heridas que no se cierran o sanan por completo.

Claramente estoy orgullosa de mí. Después de años que parecieron siglos, al fin tengo donde vivir y puedo mantenerme. Mi apartamento es demasiado pequeño; cocina, baño y un cuarto, pero no me quejo, es suficiente para nosotros dos. Es mucho más que lo que tenía.

Para mí nada fue regalado, todo fue logrado con sacrificio. Un día encontré el apartamento, el precio me pareció maravilloso, pero, porque siempre hay pero, estaba totalmente vacío, solo tenía la cama, la estufa y un closet.

Además debía pagar el agua, la luz y el gas. Fue un proceso lento pero con esfuerzo compré los electrodomésticos que necesitaba y en ventas de garaje adquirí algunos muebles. En aquel tiempo tenía tres trabajos.

Desde hace tres años estoy ahorrando para pagarme la universidad puesto que a duras penas terminé el instituto. No me importa tener veinticuatro años, desde pequeña siempre quise ir a la universidad y nadie me lo impedirá.
El transporte me deja a una calle de mi centro de trabajo.

Al llegar a El Chicken Feliz saludo a mis compañeros antes de comenzar con las labores que me tocan.

El Chicken Feliz es mitad cafetería, mitad restaurante. Trabajo aquí hace cuatro años, cuando los dueños, una pareja venezolana muy agradable, me dieron el empleo. Gracias a este local ya no tengo que asistir a tres trabajos, aquí las propinas y la paga son bastante buenas y me dan para cubrir mis necesidades, las de Sonrisa y ahorrar para la universidad.

La actividad ahora en la mañana se centra en la cafetería, donde atiendo la caja. A la hora del mediodía me toca pasarme a la parte del restaurante, para hacer de mesera. Personalmente prefiero la parte del restaurante pues las propinas son mejores.

Fue un día ajetreado, así que me siento cansada pero todavía tengo que sacar a pasear un rato a esa cosita linda y peluda que me ha devuelto tanta vida últimamente. Gracias a él mis días se hacen más soportables, siento que tengo un motivo más para estar aquí y es cuidar de él.

Apenas abro la puerta mi bebé se lanza sobre mí lamiendo y olfateando.

—Sé que lo oliste, espera un segundo a que me acomode y te lo doy —el pollo frito de donde trabajo es su favorito, si bien el come su comida para perros, algunos días me gusta complacerlo.

Me daba un poco de risa el nombre cuando comencé allí pues ¿por qué el chicken feliz? si aunque suene cruel el "chicken" acabará muerto y en una olla friéndose. Quizás el significado que le dan los dueños es que su comida hace felices a las demás, y si es así pues toda la razón, la comida es deliciosa, para babear y chuparse los dedos.

Me desvisto, acomodo todo en su lugar y le doy su pollo para entretenerlo en lo que me baño, creo que huelo a grasa y azúcar a la vez.

Termino y me visto con ropa cómoda. Busco el bolso en el que siempre escondo a Sonrisa para sacarlo del apartamento, los vecinos son chismosos y no pueden enterarse que en esta casa viven dos y no uno. Apenas sitúo la bolsa en el suelo mueve su colita sin parar, da un salto y se adentra. Él sabe qué significa, vamos a pasear por las calles de Miami.

Sola en el Mar [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora