Capítulo 4

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La despedida... será dura.

Reviso asegurándome tener todo lo que mamá me dijo. Envolví en una bolsa de plástico nuestras identificaciones y el libro que me regaló, no puedo dejarlo, eso es lo único que llevaré. Una vez acomodado todo, le dí una cuántas vueltas con precinta, no sé si lloverá, es papel y se puede mojar. Lo meto entre mi pantalón, en la parte de la barriga y lo tapo con mi blusa.

Salgo a la sala. Mi mamá llevará una mochila no muy grande con ropa.

—Mi flor, ya está el carro afuera.

—María Luz, no se vayan, todavía estás a tiempo de parar. No se vallan —la cara de abuela solo me pone más nerviosa y triste. Las lágrimas que derrama rompen mi corazón.

—Mamá la decisión está tomada —su rostro expresa dolor, se que a ella también le está costando irse sin abuela —. Ya te dije, apenas me estabilice vienes con nosotras.

Me acerco a Carmina y la abrazo.

—Abu no estés triste, te veremos pronto, verás que sí. Te quiero mucho, tú lo sabes —le susurro y beso su cachete. Se me salta una lágrima y escondo mi cara en su cuello. —Te quiero mucho, mucho.

—Y yo a ti mi princesa. Te adoro —me separo y mamá la abraza ahora. Intuyo que no insiste más porque a María Luz no hay quien le quite una idea de la cabeza. Deshicieron el abrazo y nos dirigimos a la puerta.

—Solo cuídense mucho. Las amo mis niñas, vayan con Dios.

Volví a besarle la mejilla y tome la mano de mamá.

—Cuidate tú también abuela.
Entramos en el carro y a través de la ventanilla agito mi mano a modo de despedida y le lanzó otro beso.

El vehículo arranca y me quedo mirando todo lo que dejo atrás.


—Buenos días, ¿Krystal?

Nuestros ojos se enfocan. Los suyos son de un color profundo, lo asemejo a una laguna, no cualquiera, una laguna en medio de la noche, muy oscura, brillando por el reflejo de la luna. Es hermoso.

—Si señor, ¿en qué puedo servirle? —lo veo con una ceja encargada, espero que entienda que no tengo tiempo para perder, aunque antes ya lo estaba perdiendo pero eso no lo tiene que saber.

—¿Señor? Apenas tengo veinticinco —su sonrisa es natural, espontánea. Voy recopilando datos, cada uno me parece más interesante. Si sigue hablando obtendré más. Me pregunto ¿por qué me interesa conocerlo? Me invaden unos deseos enormes de saber más de él.

—¿Cómo lo llamo entonces, señor? —enfatizo en la última palabra para molestar pero al contrario, su sonrisa no desaparece.

—Ed, así me llaman los amigos, ya te lo había dicho —apoya sus manos en el mostrador, su postura grita que está relajado. Su mirada no es de burla, es como si solamente estuviera feliz siempre.

—Tú y yo no somos amigos, así que Edwin, ¿necesita algo? —en este tipo de situaciones mi paciencia es demasiado corta, en estos momentos se agota rápido. No me gusta ser cortante, hay veces que mi mal carácter fluye y no lo puedo evitar.

—Jeje recuerdas mi nombres —yo preocupándome por ser cortante y en eso fue en lo que él puso más atención. Que loco.

—Intento de ladrón, estás robando mi tiempo, preguntaré por última vez porque detrás de ti hay fila, ¿necesitas algo? —está colmando mi paciencia. Mira atrás para confirmar lo que dije.

—Está bien, no me di cuenta, quiero... —me indicó y antes de marcharse se acerca a mí—. Nos volveremos a ver.

Descolocada es la palabra precisa para este instante, me deja descolocada... ¿Tiene interés en volver a verme o solo lo dijo por cortesía? Mejor no presto mucha atención a eso.

Al parecer los clientes que estaban detrás de Ed se marcharon.

—¿Qué fue eso? —me pregunta Kirsten pasando detrás de mí, cargando en una bandeja bebidas.

—La verdad no sé, lo conocí ayer —me dedica una mirada dudosa.

—A lo que venía, ya arreglamos todo con los chicos, te recogemos a las nueve, no queremos regresar muy tarde.

—Pero dije que lo iba a pen... —tapa mi boca con su mano. Vaya que tiene equilibrio, cargar con una sola mano la bandeja y usar la otra en algo distinto es de héroes, yo no lo lograría.

—Calla, tú vienes con nosotros eso está decidido, si no te arrastramos. Ponte bien guapa y ponle a Sonrisa su trajecito de Michael Jackson. Vamos a divertirnos y reírnos de los espermatozoides que no nos alcanzaron, oh sí —y se va, haciendo un baile infantil. Me río, es adorable su manera de ser, tan alegre y conservando esa inocencia, sin duda una de las personas más puras que he conocido.

Suspiro, al final tendré que ir.

Cuando termina mi turno me voy directo a mi casa

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Cuando termina mi turno me voy directo a mi casa. ¿Puedo llamarle casa? No, no lo creo. Hogar si. Pues eso, que me dirijo a mi hogar, donde está un bello principe esperándome dentro dando brincos.

—Buenas, mi amor —cierro la puerta una vez entro. —Toca almuerzo ahora, dale a mamá cinco minutos y lo hacemos juntos —le rasco detrás de las orejas y le doy un besito.

Ahora sí, cómoda y bañada, preparo algo rápido para comer. Nos sentamos en el piso de la habitación y mientras él ingiere su comida de perro y yo la mía, se me ocurre algo.

—Bebé... ¿y si vemos algún vídeo de la youtuber que hizo que su hermano me asaltara? —me mira con sus ojitos caramelo para volver a poner atención a su comida—. Lo tomaré como un sí... ¿Cómo se llamaba? ¿Olivia con los experimentos?

Alcanzo mi celular y busco en Youtube el canal. Me doy cuenta que lo escribí mal. Se llama Experimentos con Olivia.

Me sorprendo, tiene doce millones de suscriptores. Doy una ojeada rápida, hay un montón de vídeos, voy al primer video del canal y veo que la fecha de publicación es de agosto 2013. Vuelvo a los vídeos más recientes y reviso las miniaturas, a ver cuál me puede interesar. Y ¡mierda! Cómo no me había percatado antes que el último vídeo subido es el experimento social. Maldición sí que estoy en YouTube.

—Sonrisa, mira lo que tenemos aquí, vamos a ver esto —agarro mi pantufla y la coloco de forma que pueda recostar el celular y no se caiga, hay que ser práctica. Le doy un toque a reproducir y reanudo mi proceso de ingesta.

Sola en el Mar [+18]Where stories live. Discover now