Capítulo 8

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BETTY

Nicolás se había quedado hasta tarde tratando de consolarme e inventándose mil consejos para que yo supiera que eligiera lo que eligiera, él estaría para mí en todo momento. Es que hasta me saco risas con uno que otro comentario disque diciendo que mi bebé podría llamarlo papá para que cuando le preguntaran en la escuela dijera que sí tenía, uno muy feo, pero que al menos tenía.

Mi corazón roto se sentía más aliviado para cuando él se marcho casi a la medianoche, pero ni siquiera con eso pude pegar ojo en toda la noche y para cuando llegó la mañana y mis papás llegaron, yo estaba con unas terribles ojeras que me tuve que tapar con algo de base de maquillaje que estaba en la habitación de mi mamá. Nicolás llegó temprano para desayunar, pero no podía evitar darme miradas llenas de preocupación por mi situación; es que si acaso existía una persona que me quisiera más que mis padres, era él.

—Betty, mamita, ¿es que acaso no piensa desayunar más? Mire que me di cuenta que usted ni tocó la comida que le deje en el refrigerador.

—Es que comimos fuera con Nicolás, no se preocupe tanto, yo estoy muy bien, mamá—Me dio una mirada que me decía que no me creía absolutamente nada de lo que le estaba diciendo—Ya me tengo que ir para la empresa, hoy tenemos mucho trabajo; ya los llamo cuando vaya de salida para que no se preocupen, chao—Le di un beso a mi mamá y salí de la casa con prisa, aún no se era tarde, de hecho, llegaría hasta temprano solo con tal de no ver mucho a Don Armando. No sé qué cara debía ponerle después de lo que escuche ayer o de lo que hicimos en mi habitación.

Me subí al bus que media hora más tarde me dejo frente a Ecomoda, no había nadie cuidando la entrada por lo que me apresuré a entrar de la manera más sigilosa que encontré. En cuanto llegué a mi oficina me puse a organizar los cheques y todos los movimientos que por mi salud ya no había podido hacer ayer. También mande a traer una bolsa para echar todas las malditas mentiras de Don Armando, esa porquería de cartas y detalles organizadas por el orquestador del desastre absoluto, Mario Calderón; mientras guardaba cosa por cosa, un sobre amarillo en la basura llamo mi mirada, era la foto del ultrasonido...

La saque del cesto y la observe mientras mi corazón se llenaba de tristeza, mi bebé nunca sabría que clase de hombre era su padre. No estaba dispuesta a que se decepcionara tanto como lo estaba yo, ¿de que le serviría tener a un hombre tan vil como ese en su vida? Además, dudaba con toda mi alma que ese hombre quisiera realmente darle el apellido.

Me deje caer en mi silla, completamente derrotada mientras veía la foto con lágrimas inundando mis ojos.

—Mi amor, te prometo que nunca sentirás que te falta ese hombre, siempre estaré yo para hacerte ver que estaremos mejor sin su compañía...—Acaricie la imagen con mi dedo, mi corazón se sentía lleno en este instante que compartía con mi hijo o hija.

Estaba en relativa calma hasta que la puerta de mi oficina azotándose me hizo levantarme de golpe por el susto. Doña Marcela entró con los ojos llenos de coraje y las facciones de su faz tan duras cómo si estuviera dispuesta a matar con el rostro.

—¡Usted no es más que una maldita atrevida! —Me quitó la foto de las manos con toda su fuerza y la tiró al suelo para después pegarme una cachetada.

ARMANDO

Marcela entró al baño azotando la puerta, blandiendo en lo alto la prueba de embarazo de Betty; yo la había traído a casa desde el viernes que la habíamos hecho en Ecomoda, me ayudaba a pensar y aclarar todos los planes que forjaría para mi vida con esa encantadora mujer. Nunca imagine que Marcela Valencia me la pillaría tan fácil, y es que yo había sido un completo bruto, ¡Cómo me fui a olvidar de guardarla mejor!

INESPERADO (Betty y Armando)(YSBLF)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora