EPÍLOGO

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Matt

Sentía la oscuridad caer sobre mi cuerpo, sentía el peso de la eternidad. Estaba sumergida en un sueño demasiado profundo.
Los ojos pesaban, la cabeza dolía, los músculos no reaccionaban ante mis órdenes.
Mi cuerpo estaba frío.
Sentía sábanas sobre mi cuerpo, luz iluminando la estancia.
No escuchaba nada.
Esbocé una sonrisa pero nunca sabría si alguien se había percatado de ella.
...

Recordaba fugazmente cada palabra que había salido por la boca de Alicia. Recordé cómo su cuerpo caía al suelo, sin vida.
Haciendo que la oscuridad me abrazara incluso más fuerte. Intenté abrir los ojos, quería volver a reir, volver a escuchar la voz de Il, abrazar a mi hermano. Quería volver a jugar con Cam tirada en el suelo, leerle libros disfrutar del aire sobre mi cara, de las montañas a lo lejos, del frío de invierno y del calor de verano. Quería echar a correr descalza, sentirme viva, disfrutar de la vida.
Quería volver a verles, sentirles y soñar con los ojos abiertos.
Necesitaba despertar, saber que todo aquello no había sido en vano.

Empezaron a llegar las voces a mis oídos, escuchaba a Il contarle cuentos a Cam, escuchaba como reían. Escuché el canto de los pájaros y sentí esa fuerza que me habían arrebatado.
No sabía cuántos días pasaron, pero sonríe al abrir los ojos, ver la luna por la ventana, a Cam durmiendo en un sillón azul. Y a Il recostado sobre mi cama. Removí su pelo con mi mano, mi piel estaba pálida, mi mano cubierta de vías, mi cuerpo cubierto por una sábana blanca y mi alrededor lleno de máquinas.
Estaba en el hospital, me habían salvado.

Il abrió los ojos, gruñó negando con la cabeza.
-Cam necesito dormir, duerme tú también por favor-dijo. Con la voz grave, llevaría días sin dormir, sus ojos estaban marcados por profundas ojeras.
Reí. Su cuerpo reaccionó ante el sonido de mi risa. Su mano buscó la mía, me miró. Tenía los ojos bañados de lágrimas, el corazón acelerado y una sonrisa tan pequeña que me rompió el corazón. Ladee la cabeza.
-Ven aquí bobo-dije, la voz salió en apenas un susurro, la garganta dolía. ¿Cuántos días llevaba en coma?
Il se acercó, recostó su cabeza sobre mi pecho dejé que me abrazará y recuperará la respiración.
-Estoy bien-dije. Asintió con la cabeza. Besó mis labios.
Sonreí, vi a Cam correr hacia mí.
-Hey pequeñajo -dije removiendo su pelo largo. Los había echado de menos. Los ojos se empañaron de lágrimas.

Estuve en coma durante un mes y dos días. Dos días había estado escuchando la voz de Il y Cam. Dos días que había estado recuperando fuerza de voluntad, dos días en los que había luchado contra  el universo para poder volver junto a ellos.
...

La enfermera no tardó en entrar a la habitación. Il había salido a regañadientes de la habitación, en busca de ayuda. No quería separarse de mí, salió enfadado, no era justo decía una y otra vez.
Negué con la cabeza incapaz de no sonreír. Me desconectaron de aquellas máquinas y me dejaron ir.
Estaba bien, dicho por los médicos, no por mí.

Viajamos durante horas en el Jeep que habían regalado a Il, el Jeep de sus hermanos, o hermanastros.
Era todo muy raro. Seguía sin poder aceptarlo.
Fue ahí cuando el móvil sonó, era el mío, hacía meses que no lo había encendido.
El nombre de Marco aparecía en la pantalla.
Descolgué. Hablé.

El funeral de Alicia y Milai se celebraría en un par de días, querían vernos allí, querían que fuéramos al entierro tenían que hablar conmigo, hablar con Il.
Cambiamos de rumbo. Subimos a un avión destino París.
El viaje fue largo y pesado, estábamos cansados, habían sido unos meses demasiado difíciles y seguían sin dejarnos descansar. Suspiré y dormí durante el trayecto. Mientras sujetaba la mano de Cam y apoyaba mi cabeza sobre Il.

Llegamos al cementerio vestidos de negro, Il había perdido a su madre, seguía triste por ello, pero todas aquellas lágrimas las camuflaba en el odio más sincero.
Yo me permití llorar la pérdida de Alicia y dejé de Cam se despidiera de ella dejando sobre la tumba una rosa blanca.
Volvimos sobre nuestros pasos, Ethan y Marco habían sido muy claros. Nos esperaban en la entrada, en las verjas de metal.
Los vi, caminamos hasta ellos, no hubo saludos emotivos, solo movimos la cabeza a modo de respuesta.
-Todo fue una trampa, la policía no quería que ninguno saliese vivo, toda la historia salió a la luz, saben de dónde venimos- dijo Ethan, sin sentir apenas. Había ido al grano, sin rodeo alguno.
-Por eso, las bombas de humo- contestó Il - nos cegaron a todos, también van a por mí.
-A por ti, a por mí y a por Marco - volvió a hablar Ethan. - Quieren separar a Cam de Matt, llevarle a una casa de acogida. Tu hermana en cambio está desaparecida. La quieren muerta, es un peligro para la sociedad, eso dice los entendidos del tema- terminó diciendo sarcásticamente.
- Estamos todos en peligro, tenéis que esconderos- habló Marco entregando a Il unas llaves con un llavero con forma de hogar.
-¿Estaréis bien?- me atreví a preguntar.
- Siempre- contestaron a la vez. Eran soldados, habían nacido huyendo, se habían formado toda su vida para luchar contra su propia oscuridad. Ellos tenían derecho de vivir en paz.
Asentí con un nudo en la garganta, no sabía que nos esperaba. No sabía cuánto tiempo estaríamos juntos. No sabía cuánto mal estaría por llegar.
Volvíamos a estar sin saber qué pasaría cada día al despertar.
Un escalofrío recorrió mi espalda.
...

Il nos sacó de allí, se despidieron con un abrazo. Cam les regaló el walkie talkie con la inocencia de un niño pequeño con intención de jugar.

Me quedé sin aire, estábamos ante una puerta blanca. Aquella puerta daba paso a nuestra casa. Una casa escondida entre el bosque, al borde de una playa.
Era un sitio paradisíaco, solo para nosotros.
¿Pero hasta cuándo?

Un mensaje entró al móvil, lo abrí, no pude moverme.

No pararé hasta veros arder.

Mía seguía viva.

INSTINTOWhere stories live. Discover now