CAPITULO 36

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~NARRA AUTORA~

En una casa custodiada estaban grandes bestias reunidas, inquietas por devorar a su presa hasta la última gota de sangre.

-¿Qué es lo que estamos esperando Rengi?- Gregori, el jefe de los Andreatos, meneba su vaso de whisky.

-No podemos movernos hasta no cercarle el camino a ese malnacido, si dejamos una avertura escapara- Rengi Irie miraba por la ventana, tratando de permanecer calmado.

Aún no creía que su hijo estuviera muerto, los restos calcinados que estaban en el almacén los estaban examinando así que seguía teniendo esperanzas, pero si en verdad ese era su hijo Satoru, disfrutaría despellejar a Long Tsu y a su gente lentamente.

-No tiene escapatoria, más que morir, ¡como el maldito perro que es!- Maurizzio Mazzantini rechinaba los dientes, se había enterado algunas horas antes que tenía un nieto y lo que Long Tsu planeaba hacer con él, más su hijo mayor, lo había mantenido al margen de su estado actual.

-Una vez que regrese Dimitrov- jefe de los Rasmund- hablaremos en privado, Maurizzio tus hombres harán guardia afuera para que nadie nos moleste.

-Aqui estoy.

-De acuerdo, déjen nos a solas.

Se podía sentir la tensión en esa mesa, jamás se habían reunido antes, así que esperar a que algo bueno pasará de esa reunión, ni siquiera pensarlo.

-Ahora si, habla Rengi, dejate de misterios- hablo por fin Mikahyl Diermisen, quien se había mantenido al margen de los demás.

-¿Porque sacaste a todos y no pusiste a tus hombres fuera?- Lissardo Mazzantini miraba por la ventana a los diferentes grupos de guardaespaldas, fumaban o tomaban café, ya que habían estado mal durmiendo.

-Porque si no lo hacía, ustedes pensarían que estoy tramando algo en su contra, no soy estúpido.

-Si venimos hasta aquí por nuestra voluntad, porque tendríamos que desconfiar ahora de ti- Dimitrov jugaba con una moneda sobre la mesa haciéndola girar.

-Eso es lo que quiero que quede claro, nos reunimos para acabar con Long Tsu, además de quitar animañas infiltradas.

-¿De que estás hablando?

-Gregori descubrió al llegar al país que alguien de su gente quería matarlo.

-Al parecer ese perro de Hong Kong tenía pensado quitarnos del camino- Dimitrov aplastaba la moneda que había estado girando- antes de que te aparecieras Rengi, alguien puso cianuro en mi comida.

-Son demasiadas coincidencias- pensó- a mí me querían matar con esto- dijo sacando un frasco de pastillas arrojándolo a la mesa.

-¿Qué es eso?- Lissardo lo tomo.

-Hace meses atrás me habían diagnosticado un tumor en los pulmones, fase terminal- soltó asombrando a todos que lo voltearon a ver incrédulos.

-Rengi, ¿acaso tú...?

-No, no, eso me querían hacer creer, el diagnóstico es falso, cada que tomaba esas malditas pastillas mis pulmones fallaban, intentaban meterme al quirófano y ahí destriparme como a un vil pez.

-Asi que a Gregori, a ti y a mi nos querían fuera, la pregunta es ¿quién y por qué?.

-Por eso no quise a mi gente vigilando, quien esté detrás de esto tiene gran confianza en que logrará matarnos tarde o temprano.

Se hizo el silencio, hasta que alguien tocó a la puerta, esperando a que le indicaran que podría entrar.

-Disculpen la intromisión- era uno de sus hombres.

NIÑERO DE UN MAFIOSO (YAOI)Where stories live. Discover now