Capítulo 30

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Capítulo dedicado a: IbeyOrtiz

I love him <3

...

Loving can heal
Loving can mend your soul
And it's the only thing that I know (know)
I swear it will get easier
Remember that with every peace of ya
And it's the only thing we take with us when we die

...

Actualidad.

Camille, digo, Elizabeth.

Aparto la mano extendida al ver que no me la va a estrechar, pero no quito la sonrisa de mi rostro.

Mi celular —el cual estaba en la mesa— comienza a sonar y me aparto un poco para contestar, dejándolos allí parados, murmurando.

—¿Aló?

—¿Señorita Lodge?

—¿Qué pasó?

—Ya está todo listo, le conseguí una cita para dentro de una hora. Su pedido de antes se cumplió al instante y sólo faltaba lo de la cita, pero ya está todo bien. Tiene que salir ahora para que llegue a tiempo y trataremos de ser lo más discretos posibles con su visita.

—Bien, salgo para allá —cuelgo.

Volteo hacia ellos y noto que Eric sigue manteniendo distancia con la pelirroja, mientras que esta le dice algo.

Me acerco con la sonrisa intacta.

—Creo que ustedes tienen muchas cosas que hablar, me retiro —me acerco a él.

—No es necesario, voy a llamar a seguridad y-

—Sí, es necesario, aclara las cosas con esta señorita y listo. Me voy, nos vemos en la noche —dejo un beso casto es sus labios y volteo hacia ella—. Un placer conocerla, señorita Dubois —me despido también.

Me encamino hacia la puerta y salgo de la oficina con mi celular en mano y pido un taxi. Voy a mi oficina, saco la USB, los lentes de sol y la gorra de mi escritorio para ponerlos en mi bolso y salgo del lugar. El taxi me está esperando fuera del edificio y le indico la dirección. Me coloco las gafas y la gorra.

Después de media hora llego a mi destino y me adentro a ese horrible lugar que nunca imaginé que pisaría. Me encuentro con el hombre que me llamó hace rato y me guía a una sala con una mesa y dos sillas, una frente a otra y otras dos en una esquina.

—Ponga las otras dos a cada lado —le indico.

—Señorita Lodge, puede ser peligroso.

—Sé defenderme. Además, estarán custodiando las puertas en caso que suceda algo. Recuerden que no pueden decir nada de lo que escuchen aquí, o usted será el perjudicado.

—Bien, no saldrá ni una sola palabra de lo que suceda y se hable aquí.

Me siento en una silla y me apoyo en la mesa, mientras que el pone las otras dos sillas a los lados de la del frente. Meten a los tres hombres con esposas en las manos y tobillos, estos inmediatamente me clavan una mirada asesina.

Cuando te conocí (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora