t r e i n t a y u n o (final)

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Ocho meses después.

—Ryan despierta— Digo preocupada.

—¿Qué te pasa?—

—Creo que he roto aguas— Digo apartando el edredón para descubrir las sabanas mojadas.

—No te muevas—

Le miro con el ceño fruncido mientras se recorre toda la habitación de un lado a otro.

Me siento en la cama para levantarme con dificultad, esta tripa me lo dificulta todo.

Estos meses me he sentido como una ballena, Ryan me repetía una y otra vez que estoy preciosa pero sencillamente es mentira, me veo todos los días en el espejo.

—Vamos nena, con cuidado— Dice ayudándome a bajar las escaleras.

—Esto me va a doler mucho—

—No digas eso, va a ser maravilloso—

—No, Ryan— Digo entre lágrimas.

Durante todo el camino en el hospital respiro fuerte para controlar los nervios y el dolor.

Cuando llegamos tres enfermeras se acercan a mi alarmadas me llevan a una sala y me dan una bata para que me cambie.

...

—Vamos empuja— Dice la doctora.

—Lo estás haciendo muy bien— Dice una de las enfermeras.

Grito con todas mis fuerzas mientras empujo, es tan horrible como me lo había imaginado.

—No puedo, Ryan, todo esto por querer tener un bebé, ¡joder!— Digo frustrada.

Las enfermeras y la doctora se ríen y Ryan me agarra de la mano.

—Sigue empujando, vamos— Dice apartándome el pelo de la cara.

—Ya casi está— Dice la doctora.

Empujo lo más fuerte que puedo y cuando escucho el llanto de un bebé cierro los ojos agotada.

...

Cinco años después.

—¡Anabella!— Dice Ryan desde el salón.

—¿Que quieres ahora?— Dice bajando las escaleras.

—¿Me puedes explicar estas notas?— Pone un folio sobre la mesa.

—Papá, son prácticamente perfectas— Aparta la mirada de la pantalla de su móvil para mirar sus notas.

—Un seis en matemáticas— Dice señalándolo en el papel.

Intento no reírme cuando Ryan me recuerda a mi padre, me ha dicho muchas veces que intente no hacerlo delante de Ana.

—Vas a estar sin móvil, una semana— Se cruza de brazos.

—¿Pero de qué vas?, solo es un seis—

—¿Que de que voy?— Dice sorprendido por la manera en la que le ha hablado Ana.

—¿Sabes qué?— Saca su móvil del bolsillo y lo estrella contra el suelo. —Ahí tienes el móvil disfrútalo—

Tiene el mismo genio que Ryan y Ava, es una combinación bastante curiosa.

Entra Drake por la puerta con un balón de fútbol en las manos y las zapatillas llenas de barro, casi me da un infarto cuando pisa el suelo recién fregado.

Tiene cinco años, no ha sacado los ojos de Ryan como hizo Ana pero es precioso, y no lo digo porque sea mi hijo.

Tiene cinco años, no ha sacado los ojos de Ryan como hizo Ana pero es precioso, y no lo digo porque sea mi hijo

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Eleven (Serendipia III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora