CAPÍTULO 7

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Tras esta pequeña pausa, volvemos donde nos quedamos con Anna y Lucille, tres días después del encuentro con el profesor Sanderson

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Tras esta pequeña pausa, volvemos donde nos quedamos con Anna y Lucille, tres días después del encuentro con el profesor Sanderson.

—¡Menudo susto nos has dado, idiota! —gritó Lucille golpeándolo en los brazos.

—Stu, no vuelvas a hacerlo —dije mientras me agarraba el pecho. El corazón me iba a mil por hora.

Stuart Rogers había compartido la mayor parte de su vida con mi hermano y yo también había formado parte de ello. Con su piel tostada por el sol, sus ojos verdes como esmeraldas, su cuerpo de infarto que vestía en ese momento con unos vaqueros ajustados, una chaqueta de cuero y una camisa azul debajo. En ese momento, estaba corriendo por el paseo huyendo de Lucille, que iba cargada de bolsas, mientras reía. Una risa que era música para mis oídos. Sonreí mientras avanzaba a paso lento, esperando que terminasen con su teatro. 

Sí, Stu Rogers era mi amor platónico, no podía evitarlo.

Aunque siempre me había tratado como una hermana pequeña, en los últimos días notaba un cambio de actitud hacia mí. Hacía comentarios nada bien intencionados sobre mi físico haciendo que me sonrojara. Cuando Rob le llamaba la atención, decía que era por molestarme, que estaba muy mona cuando me avergonzaba. Pero notaba en su mirada que no solo era por eso. Le había pillado varias veces mirándome el escote, sus acercamientos físicos cada vez eran más prolongados y cuando estábamos en el mismo sitio estaba más pendiente de mí que antes.

Lógicamente, cualquier chica en mi situación habría intentado un acercamiento. Pero eso no era para mí, me daba pánico el pensar que me estaba imaginando todo y perder su amistad si me arriesgaba a ir más allá. Podría ser una cobarde, sí. Pero una cobarde con la dignidad intacta. Además, no sabía como reaccionaría Rob y no quería interferir en su relación. 

Al final, me limitaba a disfrutar de sus filtreos e imaginar en mi intimidad como sería estar con él. Aunque nunca lo confesaría ante nadie, era el protagonista de mis sueños húmedos. Pero hasta aquí llegaron mis cavilaciones porque se acercó hacia donde yo estaba, escondiéndose detrás de mí mientras me cogía de los hombros para esconderse de Lucille.

—Anna, dile que pare  —dijo riéndose mientras me utilizaba de escudo.

—Lucille, creo que ya ha aprendido la lección. 

—Eso espero —contestó ella, fingiendo una mueca de enfado y tomándome de la mano—. Vamos, Anna. Será mejor que huyamos de este pervertido.

—A lo mejor Anna prefiere quedarse con este pervertido. Seguro que se lo pasará mejor que contigo —dijo mientras tomaba mi otra mano.

A eso me refería. No sabía si ese tipo de comentarios eran solo para molestarme o con una intención seria. Me puse colorada mientras reía, él se agachó para mirarme a los ojos mientras yo intentaba esconderme.

—Ya te has sonrojado, Anna  —dijo a la vez que sonreía y unas pequeñas arrugas se marcaban en sus ojos.

—Deja de molestarla —contestó Lucille, tirando de mí.

Etéreo [Saga Luces de colores 1]Where stories live. Discover now