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¿Crees que podamos empezar a conocernos?

Aquellas 6 palabras no salían de la cabeza de Mark. Durante toda la noche, el canadiense apenas y había podido dormir debido a aquella frase. Cerraba los ojos y la voz del japonés regresaba a su cabeza, era cómo un disco rayado.

Después de aquella pregunta, el canadiense dejó al pelinegro sin siquiera contestarle. Y aunque, era mas que clara la respuesta, por alguna razón se le complicaba decirla en voz alta.

Rechazar a Yuta era ser mas difícil de lo que parecía.

— ¿Verde o azul?

Mark dejó a un lado sus pensamientos para prestarle atención a su amigo, quien se encontraba parado frente a él.

Debido a toda la situación del día anterior, el canadiense terminó aceptando la salida de Johnny. Ya que, según él, eso lo mantendría distraído de todo. No obstante, la salida no era solo para pasar tiempo de mejores amigos. Sino, para elegir el regalo de cumpleaños de Ten.

— ¿Que dijiste?

— ¿Verde o azul?

Johnny estiró ambos brazos para que el canadiense pudiera ver mejor. En cada una de sus manos sostenía una camisa. En la derecha una color verde y en la otra una azul. Ambas horribles, para el parecer de Mark.

— Ninguna.

El pelinegro se levantó del pequeño sillón que se encontraba en los probadores de la tienda, y se dispuso a buscar otra prenda menos llamativa.

Después de unos minutos, el canadiense encontró la que creía que era perfecta para el tailandés y se la entregó al rubio. Por lo poco que conocía de Ten, sabía que al chico no le gustaba llamar la atención. Siempre detrás de Johnny, vistiendo colores neutros u oscuros, y no muy bueno con los desconocidos. Era algo fácil de deducir.

— Mark, eres un genio!!!

El rubio esbozó una sonrisa y se dirigió al mostrador.

Después de pagar, ambos salieron de la tienda y caminaron hasta llegar al carro del rubio. No era muy tarde, pero ya estaba empezando a oscurecer. Así que eso solo significaba una cosa, Mark había logrado sobrevivir el día, o algo así.

El mayor abrió las puertas del auto y ambos amigos subieron. Una vez acomodados, Johnny encendió el carro.

— ¿Seguro que no quieres acompañarnos al teatro?

— Muy seguro. Es su cita, no estaré de mal tercio.

El canadiense sonrió. Aunque ya no le incomodaba todo el tema de Johnny y Ten, no se sentía con ganas de salir. Menos si sería el mal tercio.

— No lo eres, Mark, en serio. A Ten le gusta mucho salir contigo.

El menor esbozó una sonrisa. Era imposible no amar al tailandés.

— Otro día, lo prometo.

El camino del mall a la casa de Mark no era muy lejos. Por lo que, en cuestión de minutos, Johnny ya se encontraba en el frente de su casa.

El rubio detuvo el auto para dejar que Mark buscara su chaqueta de los asientos de atrás. Mientras esperaba que el canadiense la encontrara, el mayor se percató de una persona enfrente de la puerta del pelinegro.

— Hey, ¿ese no es Yuta? Él que está parado en la puerta.

El canadiense rápidamente regresó a su lugar y enfocó su mirada en aquella persona. Ese, en efecto, era Yuta.

¿Que hacía ahí?

— No se que querrá.

El pelinegro trató de reír. Johnny, por el otro lado, solo miraba al japonés fijamente. Sabía que algo estaba pasando entre ellos dos, pero tampoco se esperaba que fuera algo tan así.

dancing with magic [yumark]Where stories live. Discover now