Contigo... Sin ti.

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Armando entró a la oficina de Mario Calderón esa mañana acompañado de su amigo.

- Bueno, pues, que amabilidad de la doctora - Dijo Mario al entrar a la oficina que pensó que no vería en mucho tiempo - Por lo menos nos dejó esta oficinita para los dos, de pronto no nos odia tanto.

- No creo que se trate de odio, Calderón, yo creo que le pareció excesivo no darme una oficina en mi propia empresa.

- No crea tigre, no crea. Ya está cediendo y dentro de poco va a caer en sus redes.

- Olvídese de eso. Ella misma me lo dijo: esta historia no puede volver a repetirse. Yo he tratado de acercarme a ella, y nada, piensa que me acerco a ella para manipularla. Para verificar que ella no va a hacer un juego sucio con Ecomoda.

- Pero que desconfiada ¿no? Pero, bueno, poco a poco van a poder hablar otra vez, usted le va a poder contar que se enamoró de ella y toda la colección de hechos siniestros que le pasaron.

- Vea, Calderón, yo no sé que hacer, hombre. Yo no sé como decirle lo que pasó, me paro frente a ella y las palabras no me salen. No sé como decirle lo que siento, es que... no se que hacer, hombre.

- Si no sabe cómo decirle que usted la amaba entonces, entonces demuéstrele que actualmente si la está amando.

- Como si fuera tan fácil. Ella no se puede olvidar de todo lo que yo le hice y tiene toda la razón. Además yo traté de hablar con ella, traté de decirle lo que sentía. Ella en todo caso puede decir que me perdonó, pero no quiere que me le acerque. - Armando se giró dándole la espalda a Mario, cerró los ojos y la imagen de Betty de esa mañana le llegó a la mente. - Vea, yo no sé como decirle a esa mujer todo lo que yo he sentido todo este tiempo en que ha estado ausente, hermano.

- ¿Y usted cree que ella dejó de sentir lo que sentía por usted?

Armando volvió a girarse para ver a su amigo, él creía que ella todavía podía sentir algo, pero no quería hacerse ilusiones.

- Calderón, yo creo que con todo lo que le he hecho, ya me dejó de amar. Mientras ella estuvo lejos, yo lo único que pensé fue en recuperarla, en volver a verla. ¿Sabe que pensó ella? En olvidarme, hermano.

Patricia entró en ese momento para avisarles que iba a iniciar el comité y ambos se fueron a la sala de juntas. Allí estaban Marcela y Betty cada una en un extremo de la mesa, eso no pintaba nada bien, daba la impresión de que la empresa estaba dividida en dos bandos. Pero, para su sorpresa y la de todos los demás, la empresa no estaba tan dividida como aparentaba, ya que cuando Hugo Lombardi se negó a acatar la orden de Betty para que fuera a la sala de juntas, Marcela se paró de su silla y le gritó que fuera de inmediato. Nadie se esperaba eso.

Durante ese comité Armando propuso su estrategia, vender las franquicias de Ecomoda. Una idea que le rondaba en la cabeza desde hace tiempo, desde que Betty lo mencionó en una ocasión, pero no había tenido el valor de llevarla a cabo. Betty planteó varias estrategias, vender por volúmenes, cambiar las estrategias de ventas, exportar para surtir boutiques en Estados Unidos, fue una total batalla, tanto con Marcela cuya área quedaría modificada casi por completo con las nuevas estrategias, como con Hugo a quien no le gustó nada que en lugar de exportar diseños exclusivos ahora exportarían miles de copias de sus diseños. Pero lo peor de todo fue la propuesta de Betty que involucraba el área de Hugo Lombardi. Ella quería que él realizara diseños mas orientados a la mujer común para poder mover los volúmenes que pretendía, dentro de su campaña publicitaria quería proyectar que Ecomoda no sólo vestía mujeres bellas, sino que vestía bien a la mujer colombiana.

Verla retar a Hugo fue lo mas emocionante y revelador que la había visto hacer, no alzó la voz ni un segundo, simplemente se limitó a tejerle una trampa con sus argumentos y el "brillante" diseñador cayó como un niño de cuatro años.

YSBLF - Un amor para la historiaWhere stories live. Discover now