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Los gritos, disparos y destrozos podían escucharse en toda la mansión. La sangre bañaba los finos suelos y paredes de la casa.

Wang Yibo se paseó por los pasillos del último piso de la mansión, podía escuchar al gordo hombre Xiao tratar de huir de él sin otra opción más que esa debido a su vulnerabilidad y las heridas de bala en su cuerpo, ya nada le quedaba para seguir viviendo y aún así se aferraba a la vida.

— Quiero a mi esposo de regreso— la fría voz de Wang Yibo retumbó en los amplios y desérticos pasillos, ya no había brillo en sus ojos más que oscuridad y dolor.

Estaba tan cerca del ex gran señor Xiao pero este logró entrar por una puerta doble hacia otra habitación antes de que Wang Yibo lograse disparar en la pierna del hombre.

Molesto lo siguió y entró a la misma habitación que parecía un salón por el amplio espacio que albergaba y los inmensos ventanales que daban paso a la luz del cielo nocturno, iluminando tan bien que no necesitaba de la luz de los candelabros para poder ver.

Ya nada importaba si lo tenía acorralado, asustado y apegado a la pared como a una rata gorda y aterrada frente a una peligrosa serpiente.

Wang Yibo apuntó el arma sobre la cabeza del hombre y preguntó una vez más:

—¿ Dónde está mi esposo?

El hombre jadeaba pesadamente y todo su cuerpo estaba cubierto de sudor, pero igualmente se removió con lentitud hacia el centro de la pared que tenía una cortina blanca escondiendo algún secreto a sus espaldas, pero que no parecía ser una ventana.

— Lo dije...— habló el hombre mientras sostenía el borde de la suave cortina—, les rogué, les cedí a cambio parte de mis dominios por él...

Wang Yibo no lograba entender a qué se refería el hombre, así que continuó apuntando con el arma, completamente indiferente a sus palabras.

El hombre comenzó a reír tan estrepitosamente como lo había hecho aquel día que se encontraron para negociar una vida y en la que había dicho renunciar su dominio porque ellos fueran a aniquilar dicha vida, él no entendía, pero tenía un mal presentimiento.

El ex señor Xiao jaló la cortina sin dejar de reír, su vida se le iba de las manos debido a toda la sangre que estaba perdiendo, él ya no tenía nada que temer.

La cortina blanca cayó al suelo revelando lo que anteriormente se escondía.

Estaba una enorme pintura de la familia Xiao ocupando gran parte de la pared.

La difunta madre estaba parada a lado de un sillón, el padre al otro lado, y en el sillón, donde bien se sabía que debía ir el líder y cabeza de la familia sólo estaba un niño.

FAIRYTALE.    //    YizhanWhere stories live. Discover now