❝enchanter❞ j.j.k + j.h.s

c a p í t u l o O 5

El tipo que asesino a Nayeon era alguien con una verdadera fuerza descomunal. Después del almuerzo junto a Yugyeom, dio una rápida visita al Servicio Médico Forense, específicamente con Eunwoo, el doctor que había hecho la autopsia a la difunta. No pudo sacar mucha información tampoco, la ausencia de sangre en el cuerpo seguía siendo un misterio aún para él. No obstante, estaba el detalle del estrangulamiento que al parecer había sido llevado acabo con una sola mano, y se tenía que ser muy fuerte para alzar a alguien de cincuenta kilos con un solo brazo o atarlo con una cuerda. La segunda opción no era valida, la marca de los dedos y palma estaba perfectamente delineada, justo cómo un tatuaje. Las dos incisiones sobre la yugular era otro dato que escribió y subrayó en su block.

Decepcionado por el encuentro, salió en busca de alguna cafetería para citar a su primer testigo, el taxista. El señor Hwan no tenía más allá de cuarenta años, llevaba toda su vida trabajando de conductor y la primera noche que conoció a Nayeon entablaron enseguida una relación padre-hija. Ambos veían en el otro lo que siempre les falto y sin problemas el señor Hwan se ofreció a ser el chofer personal de la menor en las madrugadas, deseando que llegara sana y salva a su casa, así que desde hace cinco meses el mayor pasaba por Nayeon al table y la regresaba a su edificio. No había nada más.

- Cuénteme sobre esa noche, señor Hwan.

- Fue como cualquier otra... ella era una muy buena chica y no se relacionaba con nadie más dentro y fuera del JYP HOUSE, así que siempre al terminar su turno llamaba para que la recogiera. No fue la excepción, así que maneje hasta el local y llegue a la una y media de la mañana... cuando se despidió de mi, todavía agito su mano como una niña pequeña y me sonrió dulcemente - el señor Hwan tomó una pausa  para limpiar sus lagrimas - quien diría que esa iba ser la última vez que la vería.

-

JYP HOUSE estaba clavado en Haeundae, uno de los mejores barrios de Busan, sin embargo la madre de todas las sucursales y sin duda la de mejor prestigio era la que se encontraba en Gangnam, Seúl. Viajar de una ciudad a otra en tren tomaba poco tiempo, pero para JK siempre sentía que se le iba medio día en ello. La sucursal de Busan le parecía más elegante y sutil, el edificio entero era de mármol negro y la entrada resplandecía con unas bonitas luces blancas y brillantes. En uno de los letreros con marco plateado se encontraba la leyenda "Adult's Club".

Era temprano cuando Jungkook aparcó frente al establecimiento, dejando que un valet parking tomara las llaves de su mini cooper. Detrás de las cintas que prohibían el paso hacía el club estaba un enorme tipo con mirada penetrante, enfundado en un traje sencillo totalmente negro y con cara de pocos amigos. JK le dedicó una sonrisa antes de adentrarse en la penumbra.

Las tenues luces rosas y moradas se dedicaban solo a alumbrar a las hermosas chicas con trajes diminutos que bailaban sobre la pasarela, ayudándose de los tubos. Un grupo de hombres con el libido alto empujaban cuidadosamente un par de billetes en los pedazos de tela cuando alguna de las bailarinas se acercaba. JK caminó hasta la zona VIP donde se encontraba el dirigente del local, un tipo apenas en sus treinta, el cabello peinado con muchísimo gel hasta atrás, con la piel bronceada y uno que otro tatuaje que se dejaba ver por la camisa desabrochada, unas cadenas brillantes y pesadas sobre su cuello y un par de lentes obscuros. Parecía el típico yakuza y era irónico porque él era japonés. 

Cuando Jungkook llegó a su lado y ocupó uno de los taburetes vacíos, el hombre apenas le miró.

- La policía ya ha venido antes y les he dicho todo lo que sabía.

 El moreno habló, tajante, esperando a que el detective se fuera solo con eso.

- Yo vengo por los deudos de Nayeon. Estoy buscando el porque de su absurda muerte y tal vez usted podría ayudarme.