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El nudo en su estómago se apretó por cada persona que pasaba ante el omega. Cada una fue rechazada cortezmente con una inclinación de cabeza. Simplemente se paraban cerca de Jimin y esperaban a que les preguntaran su nombre. Era suficiente para que Park los oliera y, por consiguiente, los despachara.

La hilera se fue acortando. Hasta que Jungkook vio su oportunidad. Seokjin bajó del escenario, luego de presentarse.

Cuando se acercó lo suficiente, él fingió un tropiezo al avanzar y enganchó el brazo del hombre mayor. Seokjin se sobresaltó al principio, pero se estabilizó enseguida.

—Olfatéame. —susurró con urgencia cerca de su oreja.

—¿Qué? —la confusión bañó el rostro del mayor, quien hizo una mueca y ladeó la cabeza.

—Olfatéame. —sabía que lo que estaba pidiendo era un poco extraño. Sobretodo si no eran familia o amigos muy unidos, pero en su desesperación, la vergüenza no importaba.

—Jungk...

—¿Se encuentran bien? —un guardia apareció por la periferia.

—Sí. Sólo estoy un poco mareado. —él se aferró a Seokjin del brazo y suplicó al otro con la mirada que lo ayudara.

—Sí, eh, casi se cae. Pero ya estoy aquí, no hay de qué preocuparse.

El guardia asintió y se retiró. Jungkook suspiró de alivio, agradeciéndole con un apretón de sus dedos.

Los dedos fuertes de Seokjin se envolvieron en su cuello, buscando la glándula de olor. Frotó con rudeza allí, y Jungkook quiso vomitar cuando se sintió invadido. Su lobo gruñó y arañó sus entrañas, listo para atacar. Lo aplacó como pudo, lo suficiente para que Seokjin se distanciara de él.

El contacto fue mínimo e inocente, pero cubrió su olor a petricor con el café del alfa.

Jungkook siguió avanzando en la fila antes de darle una mirada a Kim. Parecía que finalmente había juntado las fichas del rompecabezas, porque sus ojos se abrieron en toda su extensión e intercaló la mirada entre Jimin y él, como preguntando "¿Fuiste tú?"

El pelinegro le dio un asentimiento disimulado y siguió avanzando. Faltaban quince personas. Esperó a que el olor no disminuyera para el momento en que fuera su turno. Sólo podía rogar.

Y rogó, y rogó. Hasta que fue él quien estuvo delante de los escalones de madera, con dos guardias gigantescos flaqueando el camino, que le indicaron que era momento.

Sus músculos se agarrotaron, y le costó subir cada peldaño. Su corazón dolía en su pecho por latir demasiado rápido. No levantó la mirada, ni una vez. Sólo vio los zapatos en punta de Park Jimin brillando bajo la luz.

—¿Cuál es tu nombre? —la voz de Jimin tintineó en sus oídos, siendo un bálsamo para sus nervios.

—Jeon Jungkook. —murmuró, reticente a revelar ante él su apellido. Su lobo estaba ansioso a que no lo rechazaran sólo por la sangre de sus ancestros. Contrario a lo que esperaba su parte sensata, que era huir de allí.

—¿Puedes mirarme, Jeon Jungkook?

Jungkook se mordió la lengua, levantando la vista lentamente.

Mirar a Park Jimin de lejos era agradable, hipnotizante incluso. Pero observar su belleza a una corta distancia se sentía extra corporal. Como si cada facción armonizara para encajar en su rostro y hacerlo tener una luz natural, cegando a quien echara una ojeada. Sus labios pomposos le dijeron algo, pero Jungkook no oyó las palabras.

—Disculpe, ¿podría repetirlo?

Jungkook percibió sus propias mejillas enrojecer cuando la dulce risa del omega se hizo presente. Fue breve y suave, lo justo para remover su estómago.

Campo De Jazmines {Kookmin/omegaverse}Where stories live. Discover now