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Jungkook era bueno acostumbrándose a la rutina, eso se había establecido desde que había llegado aquí. Pero esto... este nuevo hábito que se había desarrollado entre él y el omega Park estaba comiéndole los sesos.

Cada noche, luego de cenar, Jimin lo interceptaba en su camino hacia su habitación y lo desviaba a la suya en cambio.

Cuestiones políticas, decía, mientras la nariz pequeña se enterraba profundamente en su glándula olfativa.

Jungkook no tenía fuerzas para discutir. Ni siquiera quería hacerlo, en primer lugar. Sólo se dejaba ahogar por ese maldito jazmín.

Pero no entendía por qué Jimin sentía la necesidad de marcarlo todas las noches cuando el aroma podía durar en él varios días. Y tampoco entendía por qué luego de una sesión de marcas, Jimin veía la necesidad de empujarlo fuera del cuarto y dejarlo irse tambaleante hasta su propia cama, para no hablarle al día siguiente.

Era muy injusto, pero adictivo. Así que no podía parar, por más que supiera que esto lo condenaba a desarrollar ciertos afectos por un lobo que parecía ser de piedra.

Jungkook tragó la última pieza de carne, relamiéndose los labios. Sabía lo que seguía a continuación: se despedía de la familia y se deseaban buenas noches, mientras los encargados retiraban los platos de la mesa. Él subiría despacio las escaleras, con una sombra que lo seguiría detrás, y, justo antes de avanzar el último tramo, su brazo sería enjaulado en una mano rápida y fuerte que lo empujaría hacia atrás. Inevitablemente, terminaría con el cerebro hecho papilla y las piernas un poco flojas.

Él incluso podía sentir el regusto del jazmín en su lengua de la noche pasada; por lo que sabía que su olor estaba bien mezclado todavía.

—¿Jungkook?

La voz del hermano más joven lo frenó en el segundo escalón. Sus nervios se calmaron un poco ante esta interrupción, por más que podía sentir la presencia de un cuerpo detrás suyo.

—¿Sí? —se dio vuelta, encontrando al omega parado detrás de ellos, con los hombros encorvados en una postura tímida.

—Sé que quizás tengas sueño. Pero encontré este par de pantalones, y están rotos, y quería saber... —Hoseok jugó con la tela en sus manos—. Es decir, la otra vez arreglaste mi ropa muy bien. Eres mejor que mi costurera personal. Y sólo decía... ¡Pero no te estoy obligando! Si tú no quieres, yo...

Una pequeña sonrisa se formó en la cara del alfa, mirando divertidamente al incómodo chico.

—Claro, no hay problema. Déjame verlo ahora. —Jungkook ofreció, bajando los dos escalones, ignorando el hecho de que su hombro rozó el de Jimin.

—¿¡De verdad!? ¿Puedes hacerlo?

—Sí. Me encantaría, Hoseok.

Jungkook recibió la prenda de un muchacho que lo miraba como si hubiera baja la Luna.

Ignorando el resoplido que parecía venir de un omega particular, fue a sentarse a la esquina del sofá.

—¡Te traeré la caja con agujas e hilo! Espera. —tal como era Hoseok, salió brincando por la sala a la velocidad de una liebre.

—¿No tendrás sueño para tus clases de mañana? —Jimin le habló desde las escaleras.

Jungkook se mordió la lengua justo antes de acusar al omega de hipócrita, siendo que siempre lo mantenía despierto fuera de horario para la sesión de marcas de olor. En cambio, plantó su mejor expresión y contestó.

—No te preocupes. No es nada que no pueda hacer en unos minutos.

La mandíbula de Jimin se apretó, pero asintió a la vez. Dio una media vuelta elegante y subió con la espalda recta todo el tramo de escaleras. Y a pesar de la postura digna del omega, Jungkook se sintió victorioso, porque, hoy, Park no obtendría lo que quería de él.

Campo De Jazmines {Kookmin/omegaverse}Where stories live. Discover now