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¿Qué harías o le dirías a Zeus cuando te enteras de que expulsó del Olimpo a Hermes?
Caminabas furiosa hacia la sala del trono, Apolo te seguía, intentando calmarte.
-Tn, cálmate, por favo- -
-¡Callate!-
Apolo hizo una mueca de terror, soltó tu brazo.
Seguías caminando, tus pasos eran veloces, fuertes y estridentes.
Notaste como Zeus hizo una pequeña mueca de terror cuando entraste a la sala del trono.
-¡Zeus!-
Gritaste, el comenzó a caminar hacia ti, al quedar frente tuyo, los dos mantuvieron contacto visual.
-Arrodillate...-
Zeus te miro con una sonrisa arrogante, no se movía de lugar.
-¡Dije que te arrodilles!-
El fuego negro que salió de tus manos rodeó a Zeus, en cuestión de segundos, el estaba de rodillas en el suelo.
Cuando tu lo soltaste, el se levantó inmediatamente.
-¿¡Quien te crees, Tn!?-
-¿Quien te crees TU para echar del Olimpo a Hermes?-
El hizo una mueca de arrogancia, cruzó sus brazos sobre su pecho y rió.
-Oh, ¿Así que de eso se trata todo esto?-
La rabia comenzó a apoderarse de tí.
-¿Por qué lo hiciste, eh?-
El no dijo nada.
-¡¡Dime!!-
Gritaste.
-¡Lo hize por que se me dió la maldita gana! ¡Además, no es de tu incumbencia las órdenes que de o no de!-
Se había ido tu paciencia.
Lo miraste de manera amenazante, haciendo que tragara grueso.
-¡Yo soy Hakesi! ¡La heredera de los infiernos!¡Nadie puede dar una orden en este palacio sin que yo este de acuerdo!¡NADIE PUEDE RESPIRAR, SIN QUE YO DE LA ORDEN DE QUE LO HAGA!-
Gritaste con todas tus fuerzas, Zeus abrió los ojos y dio dos pasos hacia atrás.
Tú comenzaste a caminar, Apolo, que estaba escuchando la conversación, tesiguió, aterrorizado.
Lo sabias, sabias que tu esposo va a volver a estar aquí muy pronto.
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¿Como reaccionarias a que Hermes se te declare?
Los dos estaban en el bosque, el había sido enviado por tu madre para que te protegiese así que te acompaño en tu paseo.
Tu y el charlaban animadamente.
Ustedes dos ya habían tenido momentos de romanticismo, en donde dejaban claro como se gustaban.
Al final, se sentaron al borde de un lago, comenzaron a acercarse el uno al otro.
-Si solo supiera ,mi reina, las cosas que me hace sentir; una palabra suya es capaz de derretir a mi corazón.-
Depositaste una mano en su mejilla, la acariciaste, y lo miraste a los ojos.
-Mi mensajero, mi Hermes. Tus ojos son el cielo, tus labios las nubes y tu piel la tierra, destaca entre cualquier otro hombre existente.-
El paso una mano a través de tu cintura y te atrajo hacia el, acariciando su nariz con la tuya.
-Al igual que un siervo y su pastor, Seré esclavo de su corazón y alma, hasta el día en que muera en sus brazos-
Y corto el espacio entre ustedes uniendo sus labios, colocandose sobre ti, y recostandote en las flores
