💀Prefacio

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Tenía que hacerlo, no tuvo más alternativa.

Tenía que hacerlo, no había vuelta atrás para poder convertirse en un Voltark y ser más fuerte que los demás que eran Vilam.

Sacrificó todo lo que más anhelaba en su mundo, sonrisas, noches en vela, promesas que al final resultaron ser vacías y ya nada tenía sentido. Todos los recuerdos que formó con su mejor amigo Tahiel. Quedaron sepultados cuando acabo con su vida.

Ver el cuerpo inerte de su amado Tahiel, frio como un tempano de hielo, hacia que soltara algunos rugidos de frustración y desesperación golpeando el asfalto haciéndolo trizas con sus manos ya no humanas. Quería retroceder el tiempo, poder sentir su aroma a lavanda, revolverle los cabellos, bromear y escuchar que siempre estarían juntos por parte del castaño.

Observó con detenimiento que aún quedaba algo de color en sus mejillas, pero a medida que pasaba el tiempo se tornaba oscuro y sin vida. Todo lo que quedaba del risueño Tahiel, ya no estaba, solo quedaban algunos rastros de lo que era su esencia. Aun podía escuchar su voz en como lo llamaba.

«Estúpido Daleth, llegaremos tarde».

«¡Traje comida para que comamos juntos!»

Palabras que tenían un significado para él, pero dejo de sentirlas cuando se obsesionó con un libro que todo el mundo decía que estaba maldito.

La oscuridad lo cegó, anhelaba más poder, poder para proteger al ser que estaba enfrente de el sin vida. Hizo un sacrificio, el sacrificio de matar al chico que amaba para obtener un poder inigualable cosa que los humanos carecían, pero también lo hacía para protegerlo, sabía que era un acto egoísta.

Y mientras acariciaba su rostro pálido que estaba sereno, acarició los suaves cabellos castaños, aún quedaba algo humano en él. Quería atesorar ese hermoso recuerdo de ver a Tahiel dormido como si fuera un ángel que pronto despertaría de su letargo. Lo último que hizo fue extraer la sangre, algunos mechones de su cabello y cortó aquel collar en forma de corazón con espinas plateadas.

[...]

Pasaron algunos meses, y la locura en él creció.

Había perdido parte de su forma humana, sobresaliendo de su frente un cuerno negro como si fuera hecho de cristal y un par de colmillos fueron sustituidos, lo mejor de todo fueron unas alas negras que eran tan grandes como si este fuera un ángel caído. A su vez una de sus manos había vuelto a la normalidad, pero la otra no, esta era como si de un cuervo se tratase con garras afiladas para poder despedazar a quien se le cruzase.

Y así lo hizo, hubo un tiempo en que mató para alimentar su sed de Voltark, su especialidad era a través del engaño, de los juegos, algunos dulces y pociones. Le gustaba a la gente inocente cuyo corazón en su interior estaba podrido de oscuridad, lujuria, y de deseos malignos.

Pero de tanta sangre en sus manos terminó aburriéndose, y se le vino a la mente el nombre de Tahiel y fue ahí que en uno de sus bolsillos de sus pantalones encontró lo que siempre atesoraba, los mechones y la sangre que estaba encapsulada en uno de los frascos y junto al envase estaba atado el collar que usaba su amigo, y de manera inmediata se lo colocó en la correa que llevaba en su cuello.

Y se le vino a la mente una idea, una idea bastante descabellada, tanto que solo un loco podría hacerlo y ya estaba bastante delirante. Él iba a hacer que su amigo reencarnara. Una pequeña parte de remordimiento hizo estremecerlo.

Ya tenía todo, sangre y cabello, solo debía llamar a la entidad responsable de hacerlo. Con su propia sangre dibujó un pentagrama que en medio de ello aparecía una serpiente, dijo unas palabras en el idioma Vilam.

Eternidad Prohibida [BL] [✘]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora